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(Salvador David Pérez González) Cristo volvió a expirar, el pasado sábado, en las calles de Málaga. Con su acostumbrada sobriedad la Pontificia, Real, Ilustre y Venerable Archicofradía Sacramental de Culto y Procesión del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores Coronada quiso conmemorar el LXXV Aniversario de la bendición de su Sagrado Titular con una procesión extraordinaria por las calles de su feligresía.
El magnífico crucificado de Mariano Benlliure hizo su salida desde el Salón de Tronos situado junto a la Iglesia San Pedro a las nueve de la noche. Tras la Cruz Guía figuró una amplia representación de hermanos con vela, el estandarte del Cristo, la Junta de Gobierno y casi una treintena de oficiales de la Guardia Civil, cuerpo que desde 1938 es Hermano Mayor Honorario de esta señera corporación nazarena.
Tal y como hizo el pasado Miércoles Santo, el Cristo de la Expiración volvió a salir sobre una cruz lisa y sin sus habituales potencias, recuperando así la misma estética que presentaba la talla a su llegada a Málaga en aquel ya lejano 1940. El exorno floral del crucificado, similar al que presenta habitualmente, estuvo compuesto íntegramente por buganvillas. Tampoco hubo grandes novedades en el repertorio de piezas, graves y serias, que la banda de música de la propia cofradía interpretó tras el trono sin hacer ninguna «concesión» festiva que pudiera desvirtuar el característico sello penitencial de la corporación.
A la llegada a la Iglesia del Carmen, y en la puerta del templo, se realizó un sencillo acto de hermanamiento con las cofradías de la Misericordia y el Carmen, cuyos guiones acompañaron a la talla de Benlliure de vuelta a su sede, donde llegó sobre la una y media de la madrugada. Un trayecto que dejó, tal vez, las estampas más plásticas, hermosas y evocadoras de la noche en la adoquinada calle Ancha, auténtica reliquia de aquel viejo, y casi desaparecido, «Perchel navajero» de la Málaga de ayer.