Jesús Méndez y La Macanita, grandes triunfadores en otra noche gloriosa de flamenco

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(Prensa Ayto Alh Torre) La 42ª Torre del Cante, espectacular en luz, sonido y puesta en escena, vio brillar también a la cordobesa Rocío Luna y a la malagueña Virginia Gámez. Capullo de Jerez, fiel a su estilo, cerró una gran velada. Se guardó un minuto de silencio por la muerte de Curro de Utrera.

Jerez fue la gran triunfadora de la cuadragésima segunda edición del Festival Flamenco Torre del Cante. Por un lado, Jesús Méndez –el sobrino de La Paquera- y La Macanita, dieron lo mejor de sí mismos para cautivar a un auditorio que reconoció su arte con grandes aplausos, mientras que Capullo de Jerez, que cerraba la velada cerca de las tres y media de la mañana, puso en pie varias veces al público y se mostró fiel a su original estilo, tan lleno de improvisación. Por otro, la cordobesa Rocío Luna –debutante tras ganar el concurso Mirando a la Torre- y la malagueña Virginia Gámez, estuvieron brillantes y a la altura de una exigente cita como esta. La bailaora Ana Pastrana y su cuadro lo bordaron también al inicio de la segunda parte del evento.

Con la responsabilidad de mantener el buen tono de 2014, que dejó un excelente sabor de boca, la organización del Festival volvió a apostar por la mezcla de veteranía y juventud, aunque en esta ocasión hizo un gran esfuerzo por dar un salto de calidad en la puesta en escena, la iluminación y el sonido, algo que permitió engrandecer las actuaciones, con el irrepetible entorno de la Finca El Portón.

Comenzaba la Torre del Cante pasadas las diez y media de la noche, con un respetuoso minuto de silencio por el fallecimiento, ayer mismo, de Curro de Utrera, el decano del cante, a los 88 años. Gonzalo Rojo, el eterno presentador del festival –acompañado por Manuel López-, dio paso enseguida a la cordobesa de Cañada del Rabadán Rocío Luna, jovencísima artista de 27 años que debutaba en las tablas alhaurinas como ganadora del concurso de nuevos talentos Mirando a la Torre, lo cual le ha dado un gran impulso a su carrera.

Con un repertorio de malagueña y tangos y acompañada por la guitarra de Fernando Rodríguez, no se mostró nerviosa por la responsabilidad ni por la espectacular puesta en escena. Luna, que también había ganado el premio a la mejor malagueña en el mismo certamen, se llevó los primeros aplausos de la noche, pese a que la grada aún no estaba completa.

Virginia Gámez, malagueña y ya joven veterana de 36 años, presentaba parte de su último disco, ‘Soñé’, presentado hace dos meses en la Diputación. Entregada y sintiéndose en casa, con el toque de otro clásico, Andrés Cansino, dedicó parte de su repertorio a la malagueña –la segunda, en un bis a petición del público y ‘a cappella’- y a un palo poco habitual, la bambera, cuyo origen se atribuye a la Niña de los Peines, pero fue reelaborado por Fosforito. Fue un triunfo en toda regla que le permite ser profeta en su tierra, ya que también lo bordó en su debut en la Torre el Cante de 2007.

Y llegó el momento del primer éxito jerezano de la noche: Jesús Ruiz Cabello, cantaor gitano, conocido artísticamente como Jesús Méndez, criado en el seno de una de las sagas de cantaores más importantes de la ciudad, como La Paquera de Jerez como buque insiginia. Con apenas 31 años, Méndez, acompañado por el toque de Manuel Valencia, arrasó en el Auditorio de la Finca El Portón con su poder y sus ganas y terminó una gloriosa actuación por bulerías, aclamado por un público enardecido, lo que deja abierta la puerta a volver muy pronto a Alhaurín de la Torre. De esta forma triunfal acababa la primera parte del festival.

La bailaora Ana Pastrana, otro joven valor de 30 años, procedente de Archidona, se desmelenó al comienzo de la segunda parte, con una entregada actuación, muy académica, que gustó mucho.

Después, turno para la segunda gran triunfadora de la noche: Tomasa Guerrero Carrasco, recién cumplidos los 46 años y con todo su arte jerezano a las espaldas. La Macanita, toda raza, perfectamente escoltada por la guitarra de Fernando Rodríguez, puso su voz gitana y rota al servicio de los tientos, soleares y malagueñas, con ese pellizco que tanto gusta. Fue una actuación antológica, que el respetable supo premiar puesto en pie y con aplausos.

Y cerraba la noche el tercer jerezano de la velada, Miguel Flores ‘El Capullo’, un payo que cautiva a todos, y que se erige como el alma mater del fin de fiesta con esos fandangos que sólo él sabe interpretar, a veces puesto en pie y sin micro, ante la algarabía del público. Le acompañaba al toque Diego Amaya.

En suma, una espectacular Torre del Cante, otra más, cuyo único lunar es no haber podido colgar el cartel de ‘no hay billetes’, algo que la organización y el propio alcalde, Joaquín Villanova, presente en el evento, tienen muy claro para la próxima edición, en la que ya se trabaja.