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Como cada noviembre desde hace algunos años, me dispongo a escribir sobre algo que debiera estar ya erradicado de nuestro entorno hace mucho.
Pero como cada año, no es así. Y no va a mejor. No hace falta decir el número de mujeres que han sido asesinadas a manos de sus parejas (hombres); no hace falta decir que son muchísimas; no hay que decir que solo una ya serían demasiadas. Sé que de todo lo que rodea a esta barbarie, lo único positivo es que cada vez los medios de comunicación dan más cobertura a estos hechos y ponen de relieve la gravedad del asunto. Porque la labor periodística, aquí, como en todo lo que afecte al conjunto de una sociedad, es clave. Y del mismo modo podemos comprobar como hay una gran mayoría de personas concienciadas de la necesidad de eliminar esta lacra denunciando en redes sociales, solidarizándose con las víctimas, trabajando en los centros escolares educando al alumnado en una cultura de igualdad y respeto que vaya dejando atrás el machismo.
He dicho antes que no hacía falta decir cuántas mujeres han sido asesinadas o sufren, como muertas en vida, la violencia de género, porque es algo que se ha hecho demasiado habitual, demasiado cotidiano. Pero lo que sí voy a decir es lo que hace -o no hace, más bien- nuestro actual gobierno por estas mujeres.
Por desgracia, decir que estás al lado de las víctimas y que lo sientes mucho no sirve, sobre todo cuando se trata del gobierno, que es quien debe poner soluciones y no solo dar pésames y brindar solidaridades que ni evitan un asesinato ni ayudan a rehacer la vida de quien ha escapado de la muerte. Lo que un gobierno decente debe hacer no es otra cosa que dotar de presupuesto a una ley que ya existe, -mejorable sin lugar a dudas- pero que si no cuenta con la aportación suficiente es papel mojado.
El panorama con el que nos encontramos para el año 2016 es desolador: recortes en dependencia e igualdad; reforma laboral; aborto… En los presupuestos para el próximo año, hallamos un recorte de un 5% en políticas de igualdad a lo que se presupuestó el año anterior, acumulando con ello un recorte del 37% desde que el PP llegó al gobierno, concretamente un 17% en lo destinado a luchar contra la violencia de género. Si esto continúa así, sin recursos para una buena política de igualdad, nunca conseguiremos erradicar la violencia de género. El gobierno habla de apoyo a las víctimas pero esas palabras no vienen acompañadas de acciones que hagan creíble ese compromiso.
Como contraste a estas políticas de la desigualdad y de la nula preocupación real por las víctimas, tenemos al gobierno de la Junta de Andalucía. El gobierno del PSOE no ha modificado su presupuesto en esta materia a pesar de la crisis. Ha tenido que recurrir la reforma estatal de la administración local puesto que su puesta en marcha supondría cerrar la puerta más cercana a la ayuda que tienen las víctimas de zonas rurales: las del ayuntamiento. La Junta ha mantenido la contribución en esta materia (5,2 millones de euros) y reforzará los mismos con la nueva Ley andaluza de Igualdad.
Mientras desde el gobierno central se suprime la asignatura de Educación para la Ciudadanía, en Andalucía la mantenemos y reforzamos la coeducación en colaboración con las AMPAS, el profesorado y el propio alumnado. No sin razón ha recibido el gobierno del PP duras críticas por parte de la Conveción por la Eliminación de toda formas de Discriminación contra la Mujer, mientras que la Junta de Andalucía se ha visto felicitada por el mismo organismo. Desde la Junta de Andalucía, a través del IAM y la Consejería de Educación trabajamos desde hace muchos años en fomentar la coeducación como mejor forma de prevenir la violencia de género. Queda patente que no todas las Administraciones son iguales sobre todo las que están gobernadas por partidos antagónicos como el PP y el PSOE. Mientras el PP permite que perduren las desigualdades, desde el PSOE oímos a la ciudadanía, somos conscientes de las discriminaciones y obramos en consecuencia.
Patricia Gallego Becerra
Secretaria de Igualdad del PSOE-Alh. de la Torre