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(Elizabeth Santángelo)«Casablanca», la famosa película protagonizada por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en 1942, que narra un drama romántico en la ciudad marroquí de Casablanca, no se rodó en esa ciudad.
Muchos preguntaron: «¿Dónde está el Café de Rick?». «¿Dónde tocaba Sam el piano?».
Todo el mundo cree que se filmó en Marruecos, tanto es así, que se llenaba de turistas que querían visitar el Bar de Rick, que no existía. La película fue filmada íntegramente en Hollywood.
«En la actualidad el Rick’s Café existe y está decorado como en la película. Propiedad de la empresa The Usual Suspects S.A., este edificio se describe generalmente como el auténtico Café de Rick.
Es un restaurante, bar y cafetería ubicado en la ciudad de Casablanca, Marruecos. Inaugurado el 1º de marzo 2004″.
Estas anécdotas dicen mucho acerca de lo que creemos que es real y lo que pertenece a la ficción.
Del mismo modo puede parecer real lo que se presenta ante tu vista a través de los sentidos, cuando algo te atemoriza, preocupa o decepciona. Además, de hacerte creer en algo que puede ser inexistente o efímero.
Este razonamiento en principio puede resultar difícil entenderlo, pero si vamos a un tema profundo como es el plano espiritual, nos daremos cuenta que uno de los primeros pioneros del cristianismo como Pablo, entendió que «las cosas que se ven son temporales, mientras que las cosas que no se ven son eternas».
¿Y qué cosas no se ven a simple vista pero se sienten en lo más íntimo de nuestro corazón?
Lo intangible y eterno como el Amor único manifestado en compasión, ternura, perdón, solidaridad. La Verdad, que se evidencia a través de la justicia, imparcialidad, transparencia, honestidad. La Mente verdadera transmitida por la inteligencia, sagacidad, comprensión.
El Alma, reflejada en todo aquello que nos satisface espiritualmente, no dando lugar a pensamientos vacíos como la codicia, o bien, la obsesión por el cuerpo y la estética. Y cuando el cuerpo manifiesta un desarreglo que solo pertenece a la creencia que dicta una enfermedad o deterioro, qué me dicen del Espíritu que es capaz de volver el cuerpo sano, útil y activo.
Al hacer uso de estos tesoros espirituales, nos volvemos más permeables al bien, desechando todo aquello que no aporta armonía y bienestar a cada experiencia.
La Fundadora de la Ciencia Cristiana y autora de Ciencia y Salud, Mary Baker Eddy, indica que esta Ciencia «correctamente comprendida, liberaría a la mente humana de creencias materiales, que luchan contra las realidades espirituales, y estas creencias materiales tienen que ser negadas y echadas fuera para hacer lugar a la verdad».
Hoy en día los medios de difusión dan a conocer casos de personas que se dejan engañar, creyendo que es más fácil ser deshonesto, que lo que se hace en forma oculta y reservada quedará oculto sin que nadie repare en ello, que es igual vivir de ilusiones, castillos en el aire o depender de paraísos fiscales, en lugar de producir un activo como resultado del trabajo honesto, consecuente y profesional.
Pero recordemos que así como ocurre con las películas, cuando se enciende la luz ésta nos vuelve a la realidad, no quedándonos con el argumento de la ficción. Es falso y sin fundamentos por más real que lo queramos ver. La Verdad lo pone al descubierto.
Es visible que las sociedades están atravesando por una grave crisis de valores. Solo depende de cada uno que podamos revertirla lo antes posible.
Vivamos una experiencia «real», con aspiraciones concretas, posibles de demostrar, y así daremos un ejemplo práctico y genuino a nuestras futuras generaciones.
No solo ellos se beneficiarán con el ejemplo sino que cooperaremos en forma desinteresada con nuestro mundo, con confianza, autenticidad y transparencia.
Somos todos principales protagonistas en esta historia.
Elizabeth integra el Comité de Publicación, en Argentina, y escribe reflexiones desde su perspectiva como profesional de la Ciencia Cristiana.
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