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(Enviado por José Antonio Sierra) Un estudio publicado en ‘Quaternary International’ y liderado por la UNED revela que los habitantes prehistóricos de la Cueva de Nerja (Málaga) comenzaron a consumir moluscos bivalvos a finales del Solutrense.
El profesor del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UNED, Jesús F. Jordá Pardo, ha liderado un estudio en el que han participado profesores e investigadores de la propia universidad, de las universidades de Salamanca y Valencia y del Instituto Geológico y Minero de España, y que ha sido publicado recientemente en la revista Quaternary International. En él se determina, tras analizar los más de 124.000 restos de conchas de moluscos recuperados en las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la sala del Vestíbulo de la Cueva de Nerja (Nerja, Málaga), que el consumo masivo de moluscos comenzó a finales del Solutrense, hace unos 20.000 años, cuando la cueva estaba ocupada por una población de cazadores-recolectores que, a partir de ese momento, comenzaron a ser además mariscadores.
El trabajo, centrado en los bivalvos, ha permitido también averiguar que las principales especies consumidas como alimento eran, junto al mejillón, los berberechos y las almejas, mientras que otras especies se recogieron en la playa con fines utilitarios, como las conchas de vieiras y de ostras, que fueron usadas como lámparas.
El profesor Jordá explica que «las excavaciones corresponden a un registro estratigráfico comprendido entre hace 30.000 y 7.000 años antes del presente. Durante este lapso de tiempo se sucedieron en la cueva ocupaciones de grupos humanos del Paleolítico superior, Mesolítico y Neolítico antiguo, los cuales dejaron abundantes restos de los moluscos que consumieron. En esos momentos, el nivel del mar se encontraba a 118 m por debajo del nivel actual y la línea de costa estaba alejada 5 km de la actual, durante el Último Máximo Glacial.
El consumo de moluscos se incrementó notablemente con el deshielo glacial de finales del Pleistoceno superior hasta los comienzos del Holoceno, de tal forma que durante el Epimagdaleniense, hace unos 12.000 años, los habitantes de la Cueva de Nerja, todavía cazadores-recolectores, acumularon enormes cantidades de conchas, fundamentalmente de mejillones, en lo que los investigadores denominan un conchero».