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(Enviado por José Antonio Sierra) Centenares de ayuntamientos activan, cada año, el protocolo del niño perdido en la playa. Apps, tablets y smartphones irrumpen en el escenario con ingeniosas soluciones tecnológicas.
Son las 15h de un caluroso día de verano, la familia Sánchez acude como cada día a la playa para disfrutar de una jornada estival; juegos acuáticos, helados y placeres veraniegos se verán súbitamente interrumpidos por un imprevisto: los padres han perdido el contacto con su hijo de 7 años; nervios, tensión y ansiedad dominarán un escenario que se repite a diario en buena parte de las 3463 playas que actualmente figuran registradas en el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Se trata de situaciones que terminan en un «susto», la mayoría de extraviados suelen aparecer en un promedio de 30 minutos, tiempo que los padres viven con gran estrés imaginando y proyectando los peores escenarios.
El fenómeno del niño perdido se intensifica cada año ante la llegada de la época estival, afirma Francisco Canals, periodista y autor del reportaje. Las playas más bulliciosas son el escenario clásico, en las más grandes pueden llegar a concentrarse más de 4.000 bañistas en menos de 3 kilómetros en un país, España, en el que más de 1.000.000 de ciudadanos se desplazan a las playas en los días punta de verano. La Cruz Roja registra cada temporada 2.500 desapariciones pero el dato global podría ascender a más de 10.000 al año ya que la vigilancia de cada playa corre a cargo de distintas organizaciones y entes locales. En algunas comunidades se pierden hasta 4 niños al día mientras que en zonas de gran afluencia playera como la Costa Brava, la Costa del Sol o la Costa Dorada la cifra supera con facilidad los 10 niños cada 24 horas.
Las autoridades suelen activar el protocolo del niño perdido, un procedimiento ampliamente implantado mediante el cual se recogen todos los datos que el menor sea capaz de facilitar tales como nombre de sus padres, hotel en el que están alojados… a continuación se utiliza la megafonía para avisar a los padres y si el niño no aparece en 60 minutos se llama al 112 algo que no suele ser necesario ya que la mayoría de niños aparecen antes de media hora. Distintos ayuntamientos intentan evitar el fenómeno repartiendo, cada año, miles de brazaletes identificativos.
Canals divulga un decálogo de consejos; es importante dejar a un familiar junto a la toalla para que el niño le pueda localizar en caso que logre regresar por sus propios medios; es aconsejable buscar al desaparecido en la dirección del oleaje ya que los niños con flotadores suelen sufrir el desplazamiento lateral de la corriente y al salir del agua en línea recta están totalmente desorientados; es importante buscar en dirección contraria al viento, ya que los niños buscan el contacto de la brisa contra su cara de manera instintiva lo cual reduce la ansiedad del momento; es importante llamar a la Policía o a los socorristas más cercanos y hablar con el niño antes de pisar la arena para pactar un punto de encuentro. Canals recuerda que no es tan importante permanecer «pegado al niño», se trata de no perder el contacto visual.
El fenómeno del niño perdido en la playa ha dado pie a toda una industria, en la actualidad se comercializan todo tipo de apps, pulseras electrónicas, geolocalizadores e incluso pulseras con códigos QR que permiten a cualquier otro bañista obtener el teléfono móvil de los padres escaneando la pulsera con cualquier Smartphone.
Fuente: Francisco Canals