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La presidenta de la Junta de Andalucía apela por el restablecimiento de los derechos de todos los trabajadores y la recuperación de la dignidad y la seguridad que arrebatada en el empleo.
MENSAJE DE FIN DE AÑO DE LA PRESIDENTA DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA SUSANA DÍAZ
Falta poco para acabar este año y, como es natural, quiero que mis primeras palabras sean para desearles que 2017 sea un buen año para todos y cada uno de ustedes, para sus familias y para nuestra tierra.
Les hablo desde uno de esos rincones únicos de Andalucía, el Parque de Doñana. Un espacio natural privilegiado que hace tan solo unos meses hemos aumentado en 14.000 hectáreas para fortalecer su protección.
Tenemos la obligación de preservar Doñana, un legado de un valor ecológico incalculable.
Y les puedo garantizar que el Gobierno andaluz estará vigilante para que los andaluces y andaluzas de hoy, y las generaciones venideras, sigan disfrutando del enorme patrimonio natural que es Doñana.
Terminamos un año que ha estado cargado de muchas, demasiadas incertidumbres.
En Andalucía tenemos estabilidad institucional. Hemos sido la primera comunidad en aprobar sus presupuestos. A pesar de las dificultades, hemos cogido velocidad de crucero, sentando las bases para que la salida de la crisis beneficie al conjunto de la sociedad y no sólo a unos pocos.
La bajada del paro en Andalucía ha beneficiado a muchas personas. Hoy, afortunadamente, hay 148.000 parados menos en Andalucía que hace un año. Pese a estos datos, tenemos que tener presentes a esos otros andaluces que no tienen empleo, sobre todo a los jóvenes y a los parados de larga duración que peor lo están pasando.
Soy plenamente consciente de que nuestra tierra necesita crear muchos más puestos de trabajo y que, además, sea un empleo de calidad y que permita una vida digna.
En este terreno, todo esfuerzo es poco. Les garantizo que vamos a seguir trabajando en favor del empleo y también para que los derechos de todos los trabajadores, duramente castigados en los últimos años, sean restablecidos.
Tenemos que recuperar la dignidad y la seguridad que nos han arrebatado en el empleo. En todos los sectores productivos, en el sector servicios, la construcción o el agroalimentario. Y que no tengamos que escandalizarnos por tragedias como la muerte de tres temporeros hace tan solo unos días.
Creo que quienes, por voluntad propia, nos dedicamos a la política tenemos que anteponer el interés general a cualquier otra consideración. Intentar siempre que la sociedad vaya lo mejor posible, por encima de intereses partidistas o personales. También combatiendo la corrupción con todas nuestras fuerzas, venga de donde venga. Sólo así conseguiremos que los ciudadanos confíen en sus representantes y lo hagan también en sus instituciones.
La política tiene que dar respuestas a las inseguridades de la gente y, sobre todo, a los problemas e injusticias que se viven en el día a día. No sólo hablamos de recuperar derechos, que también, hablamos de revertir los muchos abusos que han sufrido los ciudadanos, como las cláusulas suelo de las hipotecas.
Hay que seguir dando respuesta al desempleo juvenil. Miles de jóvenes, y no tan jóvenes, o no tienen trabajo o han tenido que buscarlo lejos de su tierra y de sus familias. El talento y la fuerza de nuestra juventud deben quedarse en Andalucía para hacer a esta tierra más fuerte y más próspera. Nuestros jóvenes tienen derecho a un trabajo, a un salario justo y a unas condiciones laborales de calidad.
También tenemos que fortalecer y favorecer a nuestros emprendedores y autónomos, para que puedan desarrollar sus proyectos en nuestra tierra con seguridad y con garantías. Para ello, hemos reducido trabas administrativas y puesto en marcha medidas de apoyo. Porque son ellos los que generan riqueza y generan empleo.
La política tiene que dar respuesta a las mujeres, que continúan, en pleno siglo XXI, viviendo una situación de discriminación en todos los órdenes. Una mujer tiene que trabajar casi tres meses más que un hombre para ganar lo mismo y por eso existe una insoportable brecha salarial.
La pobreza sigue feminizándose día a día. La conciliación con la vida familiar afecta especialmente a las mujeres. Son ellas las que tienen que renunciar a su proyección profesional. Y para comprobarlo basta con echar un vistazo a los principales puestos de dirección en las empresas, los medios de comunicación, la judicatura o, por supuesto, la propia política.
Las personas que cuidan a dependientes, mujeres en su inmensa mayoría, han sido quienes en primer lugar fueron expulsadas del sistema, arrebatándoles el derecho a cobrar una pensión. Y este año vamos a pelear para que les devuelvan este derecho.
También tenemos que garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones en su conjunto. Y, por supuesto, garantizando que las de viudedad permanezcan en la Seguridad Social, que es la manera de asegurar el futuro de quienes las perciben, la mayoría mujeres.
Soy la primera mujer que preside la Junta de Andalucía, y creo que ningún responsable público puede permanecer impasible ante una situación discriminatoria que afecta a más de la mitad de la población.
El acoso sexual, la prostitución, la violencia machista –44 mujeres asesinadas este año en España, es insoportable— son expresiones crudas de una discriminación que es profunda y que está extendida a numerosos ámbitos de la vida de millones de mujeres. Cualquier sociedad avanzada debe comprometerse para acabar con este estado de cosas. Y creo, firmemente, que desde Andalucía debemos liderar ese esfuerzo.
La política tiene que dar también respuesta a las amenazas que se ciernen sobre la educación, la sanidad pública o la atención a la dependencia. Se trata de auténticas conquistas históricas que han cambiado la vida de la gente, y a las que de ninguna manera debemos renunciar.
En estos años de crisis, en Andalucía hemos preservado la educación para todos, la gratuidad de los libros de texto, las becas, el transporte escolar gratuito, contamos con las tasas universitarias más bajas de España. Y sé que nos corresponde profundizar en la calidad de nuestra enseñanza, en la formación y en la consideración del profesorado. Para ello hay que destinar cada vez más recursos a la educación, como estamos haciendo. Quien apueste por otra cosa, va en el sentido contrario de la historia.
Nuestra sanidad pública se ha mantenido en pie pese a los recortes económicos y humanos que se nos han impuesto con la excusa de la crisis. Ahora estamos recuperando derechos perdidos para los trabajadores públicos.
En Andalucía debemos estar orgullosos de contar con una sanidad puntera en el mundo, que no excluye a nadie, que no escatima en tratamientos que salvan la vida de la gente, que está a la cabeza de los trasplantes, que investiga para abrir puertas a la esperanza de quienes padecen males que hoy aún no tienen cura.
Sin duda habremos cometido errores, pero hemos defendido con firmeza y convicción el derecho a la salud de todos los andaluces. Y debemos estar muy atentos a quien busca excusas para implantar un modelo con el que hacer negocio que, como hemos visto, siempre acaba en copagos, privatizaciones, cierres de hospitales y despidos a mansalva.
Desde Andalucía, una tierra que conoce muy bien la dureza de la discriminación, hay que empujar para luchar contra todas las desigualdades. Debemos hacerlo: somos la comunidad donde viven más españoles, tenemos una personalidad propia, robusta, forjada desde siglos atrás y alumbrada por las culturas más brillantes del Mediterráneo.
Andalucía ha heredado un patrimonio cultural impresionante que nos ha permitido ser un pueblo creativo, innovador en las artes y en las letras. Cultivar nuestra cultura, como hemos hecho recientemente con el Museo de La Aduana en Málaga o con el Centro de Creación de Córdoba, es apostar por nuestro legado. Pero, sobre todo, por un futuro en el que los creadores andaluces sigan siendo referencia, para orgullo de todos.
Una cultura que, además, siempre ha surgido de nuestros valores de tolerancia e integración. Una tierra como Andalucía que ha sufrido la emigración no puede permanecer impasible ante el drama de los refugiados o la inmigración. Cuánta desesperación ha de sufrir un padre o una madre para subir a sus hijos a una barca hinchable huyendo del terror o el hambre.
Tenemos que afrontar esta tragedia humanitaria con decencia. Son personas que buscan una oportunidad de vivir, ni siquiera de vivir mejor, de lo que escapan es de la muerte. Por eso, debemos combatir la xenofobia y el racismo, redoblando todos nuestros compromisos con el valor supremo de la libertad y la convivencia.
Tenemos fuerza y debemos tener voluntad de aportar al progreso de España, para fortalecer la unidad y la armonía entre todos. Una unidad que es compatible con la diversidad, que es nuestra gran riqueza y además nos permite construir un país más atractivo en derechos, libertades y oportunidades. España tiene futuro.
Cuando apostamos por la igualdad de los españoles, vivan donde vivan, lo hacemos por convicción, por compromiso con España. Y también porque la experiencia histórica nos ha demostrado con creces que cuando en nuestro país hay desigualdad, a los andaluces siempre nos toca la peor parte. Andalucía no quiere ser más que nadie, pero tampoco va a aceptar ser menos.
Ya termino, pero no quisiera hacerlo sin tener unas palabras de afecto especialmente dirigido a quienes, por cualquier adversidad de la vida, lo han pasado mal en este año que termina.
A los afectados por las últimas lluvias torrenciales, en Málaga, en Cádiz, en Huelva o Almería. Les garantizo que todas las Administraciones estamos aunando esfuerzos y vamos paliar en todo lo posible los daños causados por las aguas.
A las familias que no pueden pasar juntas estas fiestas, a quienes tienen a sus hijos fuera, a quienes padecen una enfermedad o sufren la ausencia de un ser querido.
A todos ellos, y a todos los que nos une el hermoso nombre de Andalucía, les deseo un feliz y próspero Año Nuevo.