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(Enrique Cabrejas © 2017)
Verán, en la antigua edad de bronce, aun lo desconociéramos, los Pueblos del Mar buscaron nuevas latitudes más prósperas.
En nuestro país las encontraron. Fueron sus nuevas tierras durante miles de años y aun lo siguen siendo, de algún modo. Durante sus eternas travesías a nuestras costas y tras su posterior establecimiento como autóctonos en sus colonias darían sendos nombres a poblados, bahías, cabos, ríos, valles y montañas. Más tarde, tartesios, fenicios, cartagineses, romanos, godos y los árabes después, modificaron esos nombres por otros. Aun así, podríamos recuperarlos porque la memoria de nuestros pueblos se aferra a su genuina identidad de múltiples maneras y nos permite de algún modo reconocer esos lugares en su origen primigenio.
Y es que cuando se trata de documentar la historia antigua y en concreto la del sur de la península, con frecuencia las referencias nos conducen hasta los fenicios y tartesios, incluso a los omeyas que tanto les debemos, sin embargo constaté que existe una laguna temporal donde se obviaron hechos de un periodo anterior lleno de episodios históricos. Conocerlos es fundamental para comprender nuestra historia. Pude documentarme sobre remotos pueblos que ocuparon un territorio específico en el mapa de La Baetika y que nos colonizaron llegados de la lejana Asia Menor conocida entonces como Teke (actual Turquía).
Entonces cabe preguntarse ¿quién fundó Málaga? En realidad deberíamos hablar de co-fundadores, ya que se trató de una gran federación conocida como La liga Lycia. La historiografía oficial de la península los conoce por iberos y celtíberos pero sorprendido hallé que no eran ni una cosa ni la otra, entre otras razones porque los iberos nunca se desplegaron por el sistema bético sino que se asentaron en el sistema ibérico y por otro lado, los celtíberos no eran tribu céltica sino pueblos gálatas. Es un asunto complejo para desarrollarlo a continuación pero en resumen se trata de que en latín Celtici significa «celta» y hubo una confusión, ese es el nombre que recibían también las poblaciones Lycias de Asia Menor. Eran Keltiki y con el latín la «k» ibérica pasó a ser «c» (Ke-Ce). Los Çeltikçi no eran celtas, era un mestizaje que se encontraba en Galatia, La Caria y Lycia. Los andaluces aún lo desconocen provienen de la lejana región de Antalia-Lycia. Miren, se conoce de buenas fuentes que los lycios poseyeron un potente ejército terrestre y una gran flota marítima 2.000 años antes de Cristo, tiempo el cual ya estaban establecidos como un estado poderoso y respetado. Se tienen referencias históricas de ellos en numerosos textos egipcios e hititas. Licia fue llamada Lukka desde esas fuentes y lo más interesante es que los lycios son nombrados Lukki y la «k» latinizada se convirtió en «c» y/o «s», así que tenemos a los Luci en Iberia oriental a la vez que a los Lusi-tanos en Iberia occidental. Y hallé evidencias de que los Licios se desplegaron por Andalucía occidental, los Lidios por Andalucía central y los Cario por Andalucía oriental.
Y de todos es conocido que el nombre fundacional de Málaga fue MALAKA, no obstante no se ha dilucidado su significado y sin embargo es fácil comprenderlo porque esta denominación es un nombre Helénico cario que define la cualidad de μαλακός, es decir un adjetivo que nos indica algo suave, tierno, incluso amable pero sólo como una «madre» podría procurar con dulzura. Hoy, esa denominación parecería el atributo de sus vinos con esa virginidad consecuencia de unas cálidas tierras. El término μαλακά o Málaga es un calificativo y fue usual en la antigüedad que los topónimos tomasen el nombre de su mejor epíteto. Málaga fue para sus iniciales pobladores LA TIERRA AMOROSA. El nombre de Málaga podemos verlo mudar en otras formas porque en su caso nominal griego es μαλακή o μαλακοί y en su caso dativo declina μαλακοῖς, y es que el nombre fue dado en antiguo griego.
A nivel lingüístico quisiera explicarlo con mayor detalle y si diseccionamos el término veremos su estructura interna y comprenderemos mejor qué motivó el antiguo nombre de Málaga. Miren, un acrónimo significa «nombre» y pueden ser siglas que se pronuncian como una palabra pero también son vocablos formados al unir parte de dos o más palabras. Este tipo de acrónimos es la clase de nombre que es Malaka y además el modo de uso de la sintaxis de los íberos y los celtíberos. Aquí se completa con tres elementos léxicos y el significado es la suma de los significados de las palabras o lexemas que lo generan: MA·LA·KA. El primer lexema se trata de /MA/ con el cual nuestros antepasados decían madre y para llamar al padre decían /PA/. Lo escribían con una simple línea vertical al igual que hacían los minoicos cretenses. El segundo lexema se trata de /LA/ y es un sustantivo ibérico de género femenino que significa tierra. Y el tercer lexema se trata de /KA/. Esta partícula es una expresión común para los ibéricos y añado para nosotros incluso. ¿Cómo funciona? Miren, se trata de una «partícula copulativa» y es homóloga a la griega /και/. Se trata del rasgo tan distintivo en la fonología castellana de la consonante /k/ propia de los íberos y los celtíberos y por consiguiente también de nuestra fonética. MÁLAGA significa LA TIERRA AMOROSA.
Lógicamente se preguntarán ¿cómo es posible? Siempre oímos decir que Andalucía fue Al Ándalus y ciertamente así es, sólo que hay algo que las crónicas nunca llegaron a contarnos en los textos latinos, nunca nos revelaron que audaces navíos surcando el Mediterráneo llevaron a los pueblos del mar hasta las costas del sur de Andalucía. Se preguntarán por qué lo sé con tanta seguridad, en verdad las razones son multiples y no puedo detenerme ahora en ellas pero es fácil. De no ser así, no tendríamos una población llamada Vélez (Malaka Bel-ez) porque esta desinencia (-ez) es una declinación caria del patronímico que significa «de» y la tenemos fosilizada en nuestros nombres y apellidos. Del mismo modo que López es Hijo de Lope, los malagueños de Vélez son Hijos de Bel. Tampoco tendríamos una Antequera y en otras palabras Antes La Caría. Años más tarde, con las primeras incursiones de los moriscos en nuestro país, el acrónimo del nombre de las regiones de Antalya-Lycia en la península ibérica se tradujo al árabe por el popular «Al Ándalus», pues aunque nosotros extraviamos nuestra identidad al menos los árabes eran bien conscientes de donde se encontraban, no obstante dense cuenta de que se trata de un exónimo, en otras palabras, una «traducción» y para recobrar finalmente el modo del cual nunca dejó de llamarse: ANTA·LUSÍA. Hoy tenemos un asomo nuevo hacia aquellos acontecimientos del pasado ¿no les parece sin igual?
Bio exprés:
Mi nombre es Enrique Cabrejas Iñesta, nací en Barcelona y me eduqué en las Escuelas Pías de San Antonio Abad. Soy investigador de la historia del lenguaje y políglota; me expreso en ocho idiomas y adquirí profundos conocimientos de otros varios contemporáneos, medievales y antiguos. Combiné siempre que me fue posible el quehacer cotidiano con la lingüística, la historia, la literatura y la mitología, convirtiéndome de esta última en un experto mitógrafo. Viví y estudié en Cambridge, Módena y Moscú para mejorar en idiomas y en lectura de literatura clásica. El 21 de Abril de 2012 descifré la escritura ibérica, siendo respaldado por el insigne PhD. Professor Oleg Bazaluk de la National Pedagogical Dragomanov University, asimismo invitado a dar conferencias y presentaciones sobre los iberos y celtíberos en distintas universidades de Europa y desde entonces ponente de la Sociedad Filosófica Internacional (SFIC); autor en la revista académica Ph&C; miembro del consejo de redacción de la revista científica Future Human Image Scientific Journal; revisor de documentos científicos en el área de humanidades de la revista Cogent OA – Taylor & Francis Group y otras publicaciones científicas; indexado como científico por las autoridades científicas rusas. He publicado cerca de 200 trabajos y estudios en Academia.edu y otras plataformas como investigador independiente desde 2013. En apenas tres años, publiqué dos libros como autor de la trilogía EL SECRETO ÍBERO: Karuo (2013), Hijos de Titanes (2015). A la vez he participado como co-autor en ediciones publicadas por notorias instituciones culturales españolas como son la Institución de Estudios Complutenses y la Diputación Provincial de Guadalajara en los encuentros de Historiadores del Valle de Henares. Cuento desde 2014 con el aval de reputados académicos, doctores y científicos internacionales. Siendo respaldado aproximadamente en una cincuentena de áreas del conocimiento: Filosofía del Lenguaje, Ontología, Filosofía Antigua y Fenomenología, entre otras materias. Como gramático, mis hallazgos y teorías han sido recogidos por numerosos medios de comunicación y prensa en todo el mundo. En la actualidad estudio inéditas etimologías y topónimos de pueblos de España a partir de la escritura y lengua ibérica.