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(Van Driessen) Algunas personas que trabajan en las áreas de la investigación médica y psiquiátrica han dicho que la mente humana nos permite sanarnos a nosotros mismos. Un buen ejemplo de esta clase de pensamiento es el Dr. Bruce Lipton, biólogo de células madre y autor de varios libros científicos.
En un reciente video publicado en su sitio web, dice: «Cuando cambiamos nuestros pensamientos, comportamientos y creencias, podemos cambiar nuestra biología. Somos amos de nuestras vidas, no víctimas de nuestros genes».
Los buenos pensamientos son ciertamente beneficiosos. Pero, ¿dónde se originan los buenos pensamientos que sanan, en la mente humana o en algo más amplio y universal? La noción de que la mente humana es una fuerza sanadora es refutada por las situaciones en las que una persona está inconsciente o no está en condiciones de pensar claramente, y sin embargo experimenta una curación mental. Consideremos la experiencia del neurocirujano Eben Alexander, autor de Proof of Heaven: A Neurosurgeon’s Journey into the Afterlife [Prueba del cielo: el viaje de un neurocirujano al más allá].
A Alexander se le había diagnosticado una enfermedad que había paralizado la actividad de su cerebro, y estuvo en coma durante siete días. Los escaneos cerebrales indicaban que había perdido la capacidad de pensar. El diagnóstico era que tenía muy pocas probabilidades de sobrevivir y una probabilidad aun menor de llevar una vida normal si sobrevivía. Sin embargo, despertó del coma y se recuperó por completo.
En su libro, Alexander dice que mientras estaba en coma sintió un amor y una aceptación incondicional de parte de un Ser Divino del todo amoroso, y percibió que formaba parte de esta presencia divina, para siempre. Este conocimiento se profundizaba cuanto más tiempo permanecía en esta presencia, y le trajo una gran paz. También contó que aunque para otras personas él parecía estar en coma, comenzó a sentir y a reconocer los efectos de las oraciones de su familia y de sus compañeros cristianos de la iglesia.
Por último, Alexander dijo que tuvo la intuición, que fue más como un mensaje, de que iba a volver. Poco después abrió los ojos, se sentó y dijo: «todo está bien». Le llevó una semana más o algo así recuperarse por completo.
Pienso que esta curación vino como resultado de una influencia divina que le trajo una percepción más grande del amor de Dios y el lugar permanente que él ocupa en este Amor infinito. Siento además que el amor de la familia y los miembros de la iglesia y sus oraciones fueron expresiones de esta influencia divina.
¿Quién no querría sentir el amor incondicional del Ser Divino? ¿Qué debemos hacer para poder sentir este amor divino en nuestras vidas? La escritora cristiana Mary Baker Eddy, estudiante sincera de la Biblia, experimentó el amor sanador de Dios en su vida y sanó a otras personas mediante el entendimiento de este amor como Principio divino. En su obra principal, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, ella explica cómo acceder al Amor divino. Escribe: «Lo que más necesitamos es la oración del deseo ferviente de crecer en gracia, expresada en paciencia, mansedumbre, amor y buenas obras». En otras palabras, una forma de sentir más el Amor divino es desear y luego vivir más ese amor del Amor en nuestra vida diaria.
Quizás la incapacidad de la mente humana para sanarnos es más obvia cuando nos sentimos atrapados en un comportamiento que sabemos que no es bueno. Cuando hemos agotado nuestros recursos, ¿acaso no recurrimos intuitivamente a un poder superior y más sabio que nosotros mismos para que nos ayude a avanzar? Por ejemplo, Tad Blake-Weber era adicto a la marihuana y quería dejar su adicción. Encontró ayuda por medio de la oración y sintió que las ideas que necesitaba procedían de una fuente divina. Explica: «Pude entender que el amor de Dios incluye la alegría, la felicidad y la comprensión espiritual que todos anhelamos». Fue liberado de la adicción y siguió avanzando para ayudar a otros mediante lo que estaba aprendiendo.
Estas experiencias de vida nos dan indicios de una influencia divina que está siempre presente para ayudarnos. Y esta ayuda vino en la forma de una mejor comprensión de la naturaleza de Dios como Amor. Pienso que todos podemos tener el anhelo de alcanzar esta mejor comprensión espiritual.
Van Driessen escribe sobre la salud y la espiritualidad como Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana para el estado de Nueva York.
Email en España: spain@compub.org