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El día 25 de Mayo es el día mundial de la Esclerosis Múltiple (EM). Se trata de una enfermedad crónica del Sistema Nervioso Central. Existen 125 casos por cada 100.000 habitantes siendo especialmente frecuente entre la población joven, de 20 a 30 años. Es más frecuente en mujeres, con una proporción 3 a 2 respecto a los hombres.
La EM es una enfermedad evoluciona en dos fases, inicialmente inflamatoria y desmielinizante, finalmente neurodegenerativa.
La EM asocia una serie de síntomas entre los que se incluyen espasticidad, debilidad muscular, ataxia (dificultad para la coordinación de los movimientos), fatiga, disfunción esfinteriana y sexual, trastornos troncoencefálicos (alteración de lenguaje, dificultad para tragar, visión doble, vértigo), pérdida de visión, trastornos afectivos, dolor, temblor y finalmente disfunción cognitiva.
La enfermedad se presenta en forma de brotes, presentes en el 90% de los pacientes, consistentes en episodios de disfunción neurológica, más o menos reversibles, recurrentes, que van dejando secuelas funcionales neurológicas.
El diagnóstico de la EM es clínico, aunque se apoya en diferentes pruebas complementarias, como análisis completos para descartar otras enfermedades, la resonancia magnética (RM), el análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR) y los potenciales evocados.
El abordaje terapéutico de la esclerosis múltiple incluirá el tratamiento del brote, así como el tratamiento modificador del curso de la enfermedad y el tratamiento sintomático, que no excluyentes entre sí.
El tratamiento sintomático de la EM es esencial, teniendo como principal objetivo mejorar la calidad de vida del paciente.
Actualmente existen múltiples fármacos (inyectables y orales) aprobados para la EM (Interferón beta 1a y 1b sc, Interferón beta 1a im, Interferón beta 1a pegilado sc, acetato glatirámero, mitoxantrona, natalizumab, fingolimod, teriflunomida, metilfumarato, alemtuzumab y ocrelizumab).
Los tratamientos para la EM están evolucionando rápidamente. Con la aprobación de nuevos fármacos, aparecen nuevas posibilidades para personalizar cada vez más el tratamiento según las necesidades de cada paciente.
Los fármacos orales aportan ventajas y calidad de vida al paciente, pero hay que evaluar el perfil del paciente, la eficacia y la seguridad del fármaco.
La tendencia actual camina hacia el tratamiento personalizado. El desarrollo de estas terapias será aún mayor en los próximos años (una gran variedad de moléculas están en desarrollo clínico), además, conoceremos aún más los fármacos actualmente disponibles.
Afortunadamente hemos cambiado la enfermedad que se conocía hace años, buscando el concepto de «no actividad de la enfermedad».