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()Hace unos años, un docente de la Unidad de Detención III de Rosario, me comentó que estando en prisión hay más tiempo para leer y prepararse no solo intelectualmente sino también espiritualmente. De ahí es que muchos internos estudian derecho o psicología y logran recibirse. También se preparan para carreras pastorales.
¿Cuál es la razón y principal potencial?
Se sienten libres para enfrentarse con la vida y viven nuevas experiencias que los ayudarán a olvidar un pasado desdichado.
Es la actitud frente al encierro, logrando cambiar el paradigma que los limitó por algo que cometieron. La condena ya no significa nada, sino que experimentan la inocencia que antes no conocían: la inocencia espiritual.
Sorprende gratamente cómo pueden escribir e inspirarse en las condiciones más difíciles, frases sentidas y sencillas que hacen conmover a quienes los escuchan.
Y así, de la misma forma, podemos cada uno demostrar que en el encierro que proyecta la depresión, el estrés, la tristeza o el vacío espiritual, esas cárceles mentales pueden ser cambiadas, cuando se comprende que todos tenemos un origen espiritual, que ya somos libres por naturaleza, que somos amados y tenemos una vida llena de oportunidades para usufructuar.
Experimentar el «efecto mariposa»
El «efecto mariposa» recibe este nombre a partir de la idea del meteorólogo Edward Loren, quien plantea la idea de que, dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en formas completamente diferentes.
De tal manera, cualquier pequeña perturbación en las condiciones iniciales del sistema puede tener una gran influencia sobre el resultado final. Es decir, cambios minúsculos que conducen a resultados totalmente divergentes.
Su nombre proviene de las frases: «el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo» (proverbio chino) así como, «el simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo». Son muchas las películas que han utilizado como argumento este fenómeno: «El efecto mariposa» (año 2004), «Babel» (año 2007) entre otras.
Un simple gesto o actitud puede cambiar el mundo, y en el caso de los que están dentro de una cárcel, sea ésta literalmente visible, o de una cárcel mental, un pequeño gesto de humildad, de intención de cambio al cultivarse espiritual e intelectualmente provoca ese «efecto mariposa», teniendo repercusión en uno mismo y en la sociedad, con ejemplos de restauración y vida saludable.
Igualmente, demostrar salud por medios espirituales puede ser la clave para que otros lo experimenten, y así encontrar respuestas a sus desarreglos físicos o mentales.
La libertad física, mental y moral por encima de cualquier condición humana, es un eslabón importante en la experiencia de cada persona.
El relato de un joven alemán llamado Kaspar Hauser, que vivió en el Siglo XIX, puede ayudar a reflexionar acerca de este mismo sentido de libertad.
«Encarcelado en un calabozo, donde ni rayo de luz, ni sonido podían llegarle, Kaspar tenía a la edad de diecisiete años todavía la mentalidad de una criatura y lloraba y balbucía con una inteligencia no mayor que la de un bebé.
Su caso prueba que el sentido material es sólo una creencia formada únicamente por la educación. La luz que nos alegra le causaba a él una creencia de dolor intenso. Después que al balbuciente muchacho se le enseñó a decir algunas palabras, pidió que lo llevaran otra vez a su calabozo y dijo que jamás sería feliz en otra parte.
Todo lo que a nuestros sentidos educados da placer, a él le causaba dolor por medio de esos mismos sentidos enseñados en dirección opuesta» (Extractado del libro Ciencia y Salud).
Un cambio mental conduce a mejorar la calidad de vida
Es posible un cambio de actitud y de pensamientos, y mirar el horizonte con expectativas de curación.
Muchas personas han experimentado este cambio y encontrado respuestas a sus problemas al dejar de lado situaciones que pretenden condenarlos o limitarlos en algún sentido.
«Al salir por la puerta hacia mi libertad, supe que, si no dejaba atrás toda ira, el odio y el resentimiento, seguiría siendo prisionero» (Nelson Mandela)
Somos libres por naturaleza. Lo demostramos a medida que despertamos a esta realidad. Una realidad que conduce a la salud y a sentirse realizado y satisfecho en la vida.
Elizabeth integra el Comité de Publicación, en Argentina, y escribe reflexiones desde su perspectiva como profesional de la Ciencia Cristiana. Síguela en Twittter: @elisantangelo1 – FacebooK Elizabeth Santángelo de Gastaldi