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Vivimos en un tiempo, que se ha abierto la vedad, y por un lado creemos que la sociedad y el Estado tiene que tener un alto comportamiento ético, que los demás hacia los demás y hacia nosotros también, pero en el fondo creemos que nosotros, tenemos siguiendo ideas de libertad, de propia autoconciencia, de autonomía y otras concepciones, por lo general, no bien asimiladas, creemos que podemos hacer lo que creamos o sentimos o pensamos.
O dicho de otro modo, hoy, quizás como siempre es muy fácil caer en la inmoralidad, no solo de actos, sino de hábitos, y encima pensar que el bien es mal, y el mal es bien. No en todos los temas, cada uno en lo que cree conveniente, unos serán en unas cuestiones, y otros en otras. Razonar hoy sobre los temas de los actos morales erróneos, o de los hábitos morales o éticos erróneos, es hoy por hoy, que nadie lea este artículo, que nadie acepte razones y datos y argumentos, sean tomados de la tradición de siglos sean nuevos…
– Los deseos-pasiones-emociones-impulsos-libidos del ser humano, la parte irracional del ser humano, son los mecanismos que disponemos para vivir-sobrevivir. Si no tuviésemos el instinto de beber, estaríamos enfermos y moriríamos.
Por consecuencia, estos son buenos y necesarios, siempre que se orienten a actos buenos en sí, y fines-metas y con intereses buenos y correctos. Es bueno sentir la necesidad de beber agua, para vivir y sobrevivir, y es bueno, satisfacerla, pero incuso beber agua, se debe hacer por necesidad y moderación, dos vasos de agua, de una vez, si tienes mucha sed, pero no tres litros de agua. Puedes beber medio vaso de vino pequeño, en una comida, pero no tres vasos…
Puede parecer este ejemplo, demasiado simple. Pero creo que es profundo. Y esto aplicado a todo o a casi todo.
– El ser humano tiene que aprender a utilizar-usar de forma correcta y adecuada, en la verdad y en la bondad y en la utilidad su propia psique-razón-entendimiento-conocimiento.
Saber utilizar de forma correcta el propio yo, consigo mismo, con los demás, con la Naturaleza, en el mundo cultural-cultura y si existe el Ser Supremo, con Dios. Saber utilizar diríamos su ser de forma correcta en todas estas realidades-entidades, es diríamos, un ejercicio difícil.
Lo primero, o una de las cosas primeras, es que todo ser humano, evidentemente, cambia con la edad, debe aceptar con mucha prudencia, de las ideas o conceptos o hechos o datos o experiencias o vivencias, que le surgen de si mismo, o que le vienen del ambiente-sociedad-cultura.
Porque las representaciones mentales (ideas, pasiones, deseos, emociones, conceptos, vivencias, datos, hechos, etc.) que nos llegan a nuestro ser, que nacen de dentro de nosotros mismos, o que nos vienen de fuera, “las que aceptemos nos condicionarán lo que pensamos-deseamos-sentimos-hacemos-hablamos-etc.”. Es como subirse a una montaña o a otra, a una altura o a otra, y desde ahí y desde allí veremos-percibiremos el mundo.
Por lo cual, igual que somos, en general, muy cuidadosos con los alimentos que tomamos, con el solo que aceptamos, con tantas prácticas y realidades, deberíamos ser más, con las ideas-hechos-datos-conceptos-palabras-enunciados que aceptamos, tanto vengan de nosotros o de fuera, o de esa combinación de dentro-fuera o de fuera-dentro. Porque según en la montaña que ascendamos así veremos el paisaje o valle que tenemos enfrente, y sobretodo a nosotros mismos…
– ¿Qué es la virtud de la prudencia? ¿Se ha planeado usted, si existe una virtud, un hábito bueno y positivo, que se denomina desde la antigüedad de la prudencia? ¿Un hábito del correcto entendimiento-razón, que se aplica en lo que se hace y cómo se hace, en lo que se dice y cómo se dice y a quién se dice, etc.?
¿Es más, hay que preguntarse hoy, si la persona prudente, las pocas que posiblemente existan, se valora esa virtud, o por el contrario, a la persona prudente, se le toma como débil, pusilánime, incluso como falto de personalidad…? ¿Se han cambiado tanto los valores, que a lo positivo y bueno, se le denomina malo o negativo, o en el mejor de los casos mediocre…?
– Pero para ser prudente, hay que conocerse, y para conocerse, hay que intentar tener buenos y verdaderos conceptos, sobre la realidad, sobre uno mismo, sobre multitud de temas, y por tanto también dedicar tiempo, moderadamente, para pensarse, para habitarse de forma correcta, como nos diría el gran Benito de Nursia…
– Prudencia en el entender-conocer, prudencia en las experiencias, prudencia en las emociones, prudencia en el uso de la lengua y del habla, prudencia en todos los campos. Para que de ese modo, lo que proyecta de fuera hacia dentro del individuo, haya pasado los tamices de la razón y de la verdad y de la bondad, pero también lo que sale de dentro hacia fuera del individuo…
Me temo como toda virtud la prudencia, sea muy difícil, no solo definirla, teorizarla, pero sobretodo aplicarla, por cada sujeto, y sobretodo en cada circunstancia y situación. Es muy difícil, cuándo ha sido más racional y moral, callarse, cuándo solo hablar un poco, cuándo hablar mucho… La moral y la ética, al menos para mí, siempre ha tenido, una enorme dificultad, encontrar la racionalidad y equilibrio y verdad-bondad, no solo en la teorización o conceptualización, sino en la aplicación. Porque en la práctica ocurren millones de casos, millones de situaciones, millones de sujetos que intervienen en la realidad-real.
Quizás, como en todo, se necesita la prudencia de la prudencia, en definitiva, una mesurada racionalidad con una moralidad correcta y adecuada.
No hemos perdido el norte de esta serie de artículos, que es analizar mínimamente, algo de lo que tradicionalmente se ha denominado “los siete pecados capitales”, pero que podríamos hoy, analizar, si alguien no acepta lo religioso-espiritual, desde la razón y desde la filosofía, “los siete errores morales graves”.
Y para todo ello, para entender, ir exponiendo algunas perspectivas o dimensiones o aristas o caras de este tema complejo, entre otros muchos, hay que tratar, del correcto entendimiento y razón del ser humano, tanto como sociedad, tanto como individuos, y por tanto, del tema de la prudencia. Porque sin un uso correcto del propio entendimiento-razón y de la prudencia y de otras virtudes, es muy difícil que no caigamos en uno de los siete errores morales graves, en hábitos malos negativos, en actos malos negativos. Malos, no solo desde la moralidad, ni solo desde la espiritualidad-religiosidad, sino desde los temas concretos o de la realidad concreta que se analizan. O dicho de otro modo, un acto equis, es malo o negativo, desde su saber concreto a lo que se atiene, desde la moralidad, desde la religiosidad, etc.
http://twitter.com/jmmcaminero © jmm caminero (05 noviembre 2017-05 enero 2018 cr).
Fin artículo 1.075º: “De los errores morales graves, II”.