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La Diputación y la Asociación Arrabal-AID han elaborado un diagnóstico en el que han participado cerca de 1.800 estudiantes y 238 docentes.Las conductas verbales o la presión psicológica son los principales canales de acoso por delante de las agresiones físicas.Profesores y alumnos demandan más información para afrontar los casos de acoso.
(Prensa Diputación) La Diputación de Málaga y la Asociación Arrabal-AID han desarrollado en el último trimestre de 2017 un Diagnóstico de Situaciones de Acoso Escolar en el que han participado un total de 1.794 estudiantes de edades comprendidas entre los 10 y los 13 años y 238 docentes de todas las comarcas dentro de la iniciativa ‘Málaga, provincia libre de acoso escolar’ promovida por la institución supramunicipal. Destaca que el 91 por ciento de los estudiantes de Primaria consultados (764) y el 94 por ciento del alumnado de Secundaria (1.030) muestran su sensibilización ante este fenómeno social, sobre el que demandan más información para detectarlo y hacerle frente.
Así lo ha dado a conocer el diputado de Deportes, Juventud y Educación, Cristóbal Ortega, junto a la diputada del grupo Ciudadanos en Diputación, Teresa Pardo, y la coordinadora del Área de Dinamización de la Arrabal-AID, Olivia Muñoz.
El diputado ha explicado que, aunque una amplia mayoría de los menores consultados no identifica casos de acoso escolar en su entorno, sí reconoce una serie de situaciones en las que temen ser molestados puntualmente por sus iguales. Los espacios de socialización como la clase o el patio del centro son los lugares donde más agresiones se producen, siendo las conductas verbales o la presión psicológica los principales canales de acoso por delante de las agresiones físicas.
En este sentido, Pardo ha señalado que el estudio además de ofrecer un diagnóstico, ayudará a prevenir, detectar y proporcionar las herramientas a toda la sociedad formada por docentes, alumnos, familia y profesorado, para prevenir el acoso escolar.
Con respecto al análisis del clima familiar y escolar, por lo general ambos obtienen una buena valoración. A la hora de buscar apoyos en el caso de sentirse mal, la mayoría de los menores lo busca entre sus amigos y familiares y, en algunos casos, entre el profesorado, aunque esta no es la opción mayoritaria a pesar de que los profesores están bastante sensibilizados con esta problemática.
Los docentes sostienen que las situaciones de agresión radican más en el carácter y la personalidad del menor agresor que en situaciones puntuales de intolerancia o discriminación. Las agresiones verbales, el aislamiento y el rechazo, son los principales tipos de acoso que detectan.
Por su parte, los alumnos identifican emociones relacionadas con el miedo, el rechazo y la incomprensión del fenómeno. Se muestran muy influenciables por el contexto y reconocen poder pasar de espectadores a acosadores como respuesta a la situación de forma natural.
El departamento de Orientación Educativa del centro es el principal vehículo para tratar los casos de acoso cuándo estos se conocen, aunque una buena parte del profesorado opta por afrontar el problema a través de una intervención directa propia, pero no todos cuentan con los recursos suficientes para poder intervenir. Por eso, los docentes demandan mayor información y herramientas pedagógicas para dar una respuesta eficaz, y se muestran partidarios de que se destinen más recursos para trabajar en la materia. Además, consideran fundamental promover la educación en valores e implicar también a las familias en la prevención, mediación y resolución de conflictos para la toma de conciencia de la gravedad y consecuencias del acoso escolar.
Muñoz ha destacado que los 32 centros educativos de los 31 municipios que han participado en el proyecto han demostrado un gran interés y han solicitado incluso una copia del estudio.