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Con motivo del fallecimiento a sus 91 años, del reconocido viñetista Manuel García Duarte, “Elgar” el pasado viernes día 2 de febrero, Revista Lugar de Encuentro reproduce, a modo de homenaje, la entrevista publicada en la edición impresa número 16 del año 2006 realizada por los colaboradores Juan Antonio Rueda Fernández, Mari Sol Toro Barea y Laura Martín Ramírez:
“Tengo muchos admiradores pero muchos más detractores”
Manuel García Duarte (Elgar), el más antiguo viñetista de los que hoy trabajan para Diario Sur, a sus 80 años, se considera dichoso de haber recibido en su vida mucho más de lo que esperaba. Todavía hoy sigue enviando desde su casa su viñeta diaria al periódico, desde hace ya más de 60 años. Asegura que seguirá haciéndolo mientras sus capacidades se lo permitan, a pesar de las dificultades de visión que sufre. Ha recibido mención de honor en el primer salón de humoristas de Málaga, en 1946, y en la primera exposición de navidad del Club de Prensa en 1956. Su último reconocimiento público tiene lugar en 1988 en Fuengirola, donde la ciudad inaugura una calle con su nombre. Ha publicado cuatro libros: “This brief Word” en 1965, “Mens sana in corpore in sepulto” en 1974, “Vete hacer viñetas” en 1979, y “La transición en bragas” en 1989, además de sus colaboraciones en varios títulos. Se confiesa católico, desordenado, extremadamente tímido, independiente y poco sociable. Se siente muy feliz en su matrimonio, y no tiene hijos.
¿Cuándo surgió su interés por ser dibujante?
Al licenciarme, -entonces lo llamaban “permiso ilimitado”- regresé a Málaga, y Antonio Gallardo, director “La Tarde”, me hizo comprometerme para hacer la viñeta diaria, para lo que me habilitó un pequeño estudio en la redacción del periódico. Tuve que aprender a dibujar, no por afición, sino por obligación. Mi afición era realmente escribir cuentecillos de humor. Mi iniciación en la prensa consistió en ponerle los pies a los dibujos que publicaba mi hermano en “Chaveas”. A lo largo de los años acabé tomándole el gusto a mi nueva profesión, la cual no quiero abandonar en tanto responda mi mente, mi pulso y mi vista. De este sentido me encuentro bastante mermado en la actualidad.
Suponemos que esta pregunta se la han hecho ya muchas veces: ¿Usted se considera artista, periodista o ambas cosas?
No me considero artista, ni periodista, ni tan siquiera dibujante, a lo más, humorista provinciano.
¿Hay alguna temática que no le guste tratar?
Creo mis viñetas con total libertad, según me dicte mi conciencia, porque nunca he estado sometido a partidos políticos. Hago críticas de unos y otros, pero especialmente de aquellos que ostentan el poder, como es obligación de cualquier humorista gráfico que se aprecie. Sé que tengo muchos admiradores, pero aún más detractores.
¿Qué cree usted que han aportado las viñetas en el periodismo español? Háblenos de la importancia de las viñetas en la prensa de calidad.
A partir de la democracia, la viñeta de humor es un elemento imprescindible en la prensa. Es como un editorial abreviado, o como una crítica resumida, la entrevista, el reportaje, el artículo de opinión, la corresponsalía, la fotografía, etc.
En sus dibujos aparecen representados todo tipo de personajes pero ¿a qué tipo de público va dirigido su trabajo?
Va dirigido a todo aquel que se detenga en las páginas de opinión del Diario Sur, teniendo en cuenta de que se trata de una ilustración y que va a llamar la atención de todo el mundo.
¿Qué le ha aportado en su crecimiento personal trabajar en tantos medios de comunicación malagueños, onubenses, extremeños y madrileños, así como en tantas revistas?
Me ha hecho sentirme orgulloso de mi trabajo, hasta el punto de ilusionarme por exponer unas muestras de mis caricaturas en 1998. Además he editado cuatro libros: “This brief Word”, “Mens sana in corpore in sepulto”, “Vete hacer viñetas” y “La transición en bragas”.
¿Cómo ve el futuro de las viñetas?
No sabría contestar a esta pregunta, pero las nuevas generaciones de viñetistas vienen pisando fuerte, así que el futuro del humor gráfico está asegurado. Piensen, por ejemplo, en Idígoras del Diario Sur, aunque ya lleve sus años.