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Por diferentes motivos había postergado la escritura del artículo del 8 de marzo y no me lamento por ello. Escribo esto tras la vuelta a casa después de la manifestación y sé que ayer no hubiese plasmado las mismas ideas de hoy. Ayer pensaba en todo lo que NO hemos conseguido como mujeres, ni como sociedad, ni como partido, y me lamentaba de que siempre somos las mismas personas, los mismos colectivos, los mismos partidos, los que hemos estado en la lucha. Le daba vueltas en la cabeza a la desunión que hay entre las mismas feministas, en los desacuerdos en decir “jueza” o “la juez”, en si los hombres pueden ser feministas o solo pro feministas; enhebraba un pensamiento negativo con otro en un bucle sin fin. A todo esto se sumaba que el día 8 estaba ya ahí, con sus paros y sus huelgas convocadas, las mujeres preparando la cartelería para las concentraciones, las estudiantes para los encierros, las redes echando humo morado, y en mitad de todo eso nos encontrábamos con las declaraciones de mujeres y hombres del Partido Popular y de Ciudadanos, como un reflejo distorsionado y esperpéntico de lo que debería estar diciendo la clase política responsable y de este siglo. No he podido sino observar con pena y rabia como se alejan cada vez más de la realidad, de la calle, de la gente, de lo inevitable. Porque eso es lo que he sentido esta tarde en Málaga: el inevitable éxito de la lucha feminista.
Y ahora reviso mis pensamientos de estos días y me doy cuenta de que esos granitos que se han ido juntando, esas semillas que se han ido plantando, van haciendo montaña, van dando fruto. Y sé que da igual que siga habiendo partidos políticos que no apoyen los avances, porque al final, como siempre, nos les quedará otra que subirse al carro o verse aplastados por la marea del progreso. Porque eso es lo que ha hecho siempre el Partido Popular: estar en contra y luego acabar aceptando la realidad. Y bienvenidos sean. Y vemos cómo casan a personas del mismo sexo, cómo hablan de violencia de “género” y no otros circunloquios, vemos cómo se divorcian, y muchas otras cosas que con un poco de memoria pueden ustedes recordar.
Como decía, efectivamente, no es el mismo artículo que hubiera escrito antes de vivir este día, pues ahora veo con claridad lo que nos espera en el futuro que es hoy, siento que por fin vamos a ver cambios reales porque una vez la gente despierta y ve que es posible, ya no hay vuelta atrás.
Tengo que mencionar a mis compañeros y compañeras de la agrupación porque son un ejemplo de compromiso con la igualdad, no solo por asistir en gran número a la manifestación sino porque las mujeres tienen un papel importante dentro de la misma, y los hombres trabajan codo con codo, a su lado y orgullosos de que así sea. Porque para las niñas -las mujeres del futuro- un ejemplo de mujeres empoderadas y con voz en la política, vale más que mil palabras explicando lo que es la igualdad y la lucha feminista.
Y no quiero acabar sin hacer alusión a un colectivo de mujeres que viene sufriendo las más grandes injusticias en el terreno laboral: las limpiadoras. Sí, las limpiadoras en general, las kellys o camareras de piso, en particular. Quiero nombrarlas porque la limpieza es uno de los trabajos más feminizados que existen, junto al de cuidados. Quiero reivindicar la importancia de esta profesión y espero que se las escuche y mejoren sus condiciones laborales.
Y apoyo a mi portavoz, Micaela García, para que siga luchando por el colectivo de mujeres limpiadoras, para que cambien sus condiciones y dejen de ser las que cobran menos de todo el ayuntamiento de Alhaurín de la Torre. Porque algo está cambiando y la fuerza que tenemos todas las mujeres unidas nos hace invencibles. Y podemos decir que hemos avanzado, no un paso ni dos hacia esa igualdad real de la que siempre hablamos, sino unas cuantas zancadas, tras este inolvidable y ya histórico 8 de marzo de 2018.
Patricia Gallego Becerra
Secretaria de Igualdad PSOE Socialista Alhaurín de la Torre