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El plan se puso en marcha desde el primer minuto. Defensa en campo propio, sin apenas subir líneas y sin dejar espacios. Juntos, atrás, y a salir a la contra cada vez que se pueda. Y salió. El equipo melillense, que llegó tres veces con peligro a la portería de Bolilla, acabó desesperado. Con muchos más efectivos que el Kent y con jugadores de mucha calidad, no logró encontrar los espacios suficientes durante la primera mitad. Y cuando los encontró, salvo un disparo al poste, apareció Boli. Dos grandísimas paradas para dejar el 0-0 en el marcador.
En ataque también funcionó la estrategia de Manolo Ramírez. El equipo salió y creó peligro. Pudo irse por delante en el electrónico. Dos tiros al palo que silenciaron el Javier Imbroda, que recibía al antepenúltimo clasificado, que además venía con solo dos cambios de campo. Y uno de ellos, el capitán, Ramón, tocado físicamente. Pero primero Germán y al final, en la última jugada, a falta de 30 segundos, Pablo Lloret, amenazaron con mover el resultado. El 0-0, al menos hasta el descanso, no se iba a tocar.
Manolo agitó la coctelera
La segunda parte iba a ser diferente. Si bien el planteamiento de la primera había funcionado, el físico ya empezaba a fallar. Manolo optó por una idea que, en los entrenamientos, ya se había trabajado: jugar de cinco para que corra el tiempo y la posesión sea amarilla. Evitar tener que estar 20 minutos defendiendo y sin oler la bola. Gamboa entró a pista, al que le iba a sustituir Bolilla cada vez que el juego lo permitiera para salir de portero jugador. Una medida excepcional, cuya única explicación estaba en las bajas.
Este nuevo planteamiento cambió el rumbo del partido. Ahora el balón iba a ser para el Kent, pero las contras para Melistar. Y al poco tiempo de comenzar la segunda parte, con mucha fortuna, se adelantaron los locales. Tiró Barroso, dio en el palo, luego golpeó a Gamboa y se coló en la red. De forma muy seguida llegó el segundo tanto. Una pérdida en el juego de cinco que aprovechó Pablo Avellaneda para poner a placer el 2-0 en el marcador.
Pero el Victoria Kent siguió hasta el final, incluso con un escenario algo negro. Apretó, tensó la cuerda y marcó. A falta de ocho minutos para la conclusión del choque, Álex Sanz, que se estrenó con la camiseta amarilla, puso el 2-1 en una jugada confusa. Un árbitro señaló puerta; otro, córner; y la picardía de los visitantes valió un gol. Pero los de Alhaurín no cambiaron el plan. Un error en el juego de cinco lo aprovechó el portero local, Javi Martínez, para poner el tercero desde su propio área.
Un golpe duro para un equipo que veía cómo se había logrado meter de nuevo en el partido. Y justo después cayó el cuarto, otra vez de Avellaneda. El juego de cinco no había funcionado esta vez. Tres minutos para el final y tres goles de diferencia. Pese al derroche físico, el equipo lo intentó hasta el último segundo. Martínez evitó el intento de milagro. Primero tras un golpeo de Germán; luego, tras otro de Claudio. Pero el 4-1 no se iba a mover y los puntos, de Melilla, tampoco.
La derrota no cambia nada. El Victoria Kent continua un puesto por encima del descenso, eso sí, con los mismos puntos que el filial bético. Todo se decidirá en las últimas jornadas. Y lo que viene es el derbi contra la Coineña. Melistar ya es pasado. Y del pasado solo hay que quedarse con lo bueno: el esfuerzo, la entrega y el orgullo. Porque no se puede competir mejor en peores condiciones.