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(Esperanza Mena) Delante del espejo que tengo en mi dormitorio contemplo mi imagen, y casi no me reconozco, ¿Quién eres tú?, le pregunto a mi otro yo, ¿Cómo has cambiado tanto? Solo veo a mis pies todas mis primaveras deshojadas y mis ojos han perdido ese brillo que los hacía parecer luceros en la noche.
Mi piel ha perdido toda su lozanía, mis mejillas ya no son tersas y sonrosadas como manzanas frescas, y hasta el carmín de mi boca esta pálido y casi morado.
Ya sé que el tiempo pasa inexorablemente y va dejando huellas imborrables a su paso, y en este momento te pregunto… ¿Qué fue de tus sueños, bella niña? ¿A dónde dejaste tu juventud? Tú tenías el mundo en tus manos con esa confianza que dan los pocos años, soñabas con un mundo maravillosos donde todo era posible, y te fuiste detrás de una quimera, la que nunca alcanzaste, y tus sueños se desvanecieron con el paso de los años; mas seguiste intentándolo con todas tus fuerzas, encontrando en el camino zarzales llenos de espinas y muy pocas rosas.
¿Qué ves tú desde el espejo? Dime ¿Qué ves? Mírame desde mis propios ojos, esos que han perdido todo su brillo y su magia, porque yo solo veo a una mujer con su cabello cubierto por canas y llena de arrugas que intenta borrar con alguna que otra crema milagrosa; pero nada le devolverá la tersura a su piel ni el brillo a sus ojos ahora ya cansados, esos ojos que encandilaban corazones y que han visto hambre, muerte, y desilusiones…
Mírame bien desde el espejo y dime ¿Me ves derrotada? Tal vez decepcionada. Pues te digo que, aunque no me reconozco a través de tu imagen y me vea vieja y cansada, ¡sigo siendo yo!, una luchadora que no le teme ni a la mentira, ni a la pobreza (pues estoy acostumbrada a ella). Odio, la iniquidad y la maldad del ser humano, y lo que más miedo me da es el desamor; pero aquí estoy luchando por conseguir la felicidad, no la absoluta, pero sí la suficiente para seguir viviendo.
Conseguiré esa quimera que tanto busco, con paciencia amor y con mucha esperanza, pues para eso me llamo así.