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Entre los hábitos positivos, antes se denominaría las virtudes esenciales para el desarrollo del ser humano está la prudencia. Ciertamente, quizás hablar-dialogar-escribir-pensar sobre este tema, a muchos oídos-cerebros-mentes les resultará difícil, pero quizás esos actos-hábito-virtud-costumbre de la prudencia evita muchos males, obtiene muchos bienes. Intentaremos perfilar algunas cuestiones, como pequeñas degustaciones, para que usted, pueda continuar entrando en este tema tan esencial.
– Podríamos denominar, entre la multitud de definiciones-descripciones de la prudencia, como la rectitud del entendimiento, en esa combinación de sabiduría y conocimiento y bondad correcta según el tema y según las circunstancias. Sería algo como utilizar de forma correcta todas las potencias y facultades del ser humano, las mentales o espirituales en sentido estricto, en la interrelación con la sociedad y el mundo.
– Siempre se ha indicado que la virtud de la prudencia, es como el faro o la luz que guía el resto de hábitos positivos y virtudes humanas. Porque sitúa en cada momento, en cada situación, en cada espacio lo que corresponde. Situarse entre los dos límites, termino medio, nos diría Aristóteles, que no es la mitad de una cuestión, sino la verdad de la bondad de una cuestión, la bondad de la verdad de una cuestión, en la intersección del ser humano que ejerce ese acto, con sus circunstancias, y con el faro de la verdad-bondad, en definitiva, de la prudencia.
– La prudencia como toda virtud o hábito bueno, también sucedería en un hábito negativo o malo o desvirtud o vicio, se combina con el resto de actos y hábitos buenos, con el resto de virtudes. Y la prudencia tiene que fijar, la cantidad y calidad del resto de las virtudes, o de la aplicación de ella, según las circunstancias, según el sujeto, según tiempo y espacio. Por eso, la prudencia es una virtud del conocimiento-entendimiento-inteligencia, aplicada y aplicable a toda realidad humana, individual y colectiva.
– La prudencia exige al que la práctica o la busca o la desea, un autocontrol correcto, adecuado y verdadero no solo del entendimiento, sino de las pasiones-deseos-pulsiones, y también de las emociones-sentimientos, con un justo equilibrio entre las sensaciones-percepciones. Es decir, la prudencia tiene que intentar equilibrar todo el enorme volcán interior que los humanos sufren y soportan y aguantan, de dentro y de fuera…
– La prudencia como virtud de tratarse a si mismo de forma correcta y adecuada y verdadera y racional, pero también a los demás seres humanos, y a las cosas de la naturaleza y a las cosas creadas por el ser humano.
– El ser humano igual que tiene que medir la cantidad y la calidad de lo que degusta o come, también tiene que hacer lo mismo en cuanto a lo que percibe, oye, lee, etc. Por lo cual, no es pequeño ejercicio ser muy prudente en lo que uno lee o escucha u oye. Por consecuencia todo tiene que intentar que sea lo más verdadero y bondadoso y útil y racional posible. Es decir, no todas las lecturas y todas las ideas de todos los escritos, de todo lo que oímos es verdadero y bondadoso.
– Ser muy prudente en lo que se cree, en lo que se acepta, en lo que se niega, en lo que no se cree. Porque lo que se cree o no se cree condicionará en gran medida lo que se hace, se piensa, se siente, se espera. Por consecuencia, intentamos pensar y creer lo que sea verdadero, y lo que se haya comprobado que es verdadero. Para eso, siempre tendremos que utilizar los saberes ortodoxos. Distinguir lo que está comprobado y argumentado y demostrado por el saber ortodoxo, de lo que no lo está.
– Ser prudente es no mentir, no engañar, pero no es necesario decir toda la verdad, en todas las circunstancias y, a, todas las personas, porque quizás una verdad por mucha verdad que sea, hay que callarla, o al menos, no indicar toda, si el interlocutor puede escandalizarse, o le produciría una herida muy grande. No se puede decir la mentira y el error, sabiendo que es mentira o es error, pero quizás siguiendo a Kant, no se debe decir toda la verdad, aunque se sepa que es verdad, si sabes que esa verdad le producirá un grave sufrimiento a otra persona, o de momento no es conveniente, aunque debas decir la verdad siempre, si no se puede indicar o expresar, tendrás que callarte, pero no decir, la mentira o el error, sabiendo que es mentira y es error.
– En todo juicio o cuestión, escucha todas las partes, todas las opiniones, a todas las personas, todas las respuestas que se han dado, porque puedes al final, darte cuenta, que lo menos evidente es lo verdadero, y lo que parecía más verdad, es menos.
– Prudente es no tomar a nadie como inferior, ni a nadie como sumamente superior, sino saber, que todo el mundo, en algo es superior y en algo inferior, y en casi todo está en la media. Así de ese modo, respetarás profundamente, al que aparenta ser inferior, y respetarás profundamente al que tiene oficio de superior, pero no adularás al de arriba, ni vilipendiarás, ni humillarás al de abajo. No olvides que el que está abajo puede ascender, y el que está arriba puede descender…
– Prudencia también es…
© jmm caminero (29 julio-05 sept. 2018 cr).
Fin artículo 1.365º: “Sobre la prudencia y la discreción”.