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(Anna Cano/ Estudiante de Periodismo en la UMA) Welcome and bienvenu, welcome… al siglo XXI. La era posmoderna, la era de lo más de lo más… La era de los avances, la era de la moda, la era del sensacionalismo, la era del… “postureo” y egocentrismo.
¿Hasta dónde hemos llegado?
En la actualidad el mundo parece regirse por valores superficiales y apariencias: vale más quien tenga miles o millones de seguidores en las redes sociales que un doctor en Filosofía. ¿Es este el estado final de la decadencia del capitalismo?
Se ha perdido la conciencia de clase. Es curioso: en el fondo todos anhelamos identificarnos con lo que se nos ha impuesto como moda. Las influencers destacan por marcar tendencias y ese narcisismo que es copiado de forma tan rápida por aquellos que quieren tener el mínimo sentimiento de pertenecer a ese grupo tan selecto.
El tema sería estupendo si no dañara al bien común, pero lo cierto es que hace más bien que mal: fomenta el egocentrismo.
Al fin y al cabo, detrás de la fachada solo hay fines lucrativos: que la sociedad consuma y que vaya “a la última”. Pero, ¿dónde queda nuestra esencia?
¿De verdad queremos un mundo en el que el individuo interponga sus propios intereses antes que los de los demás? ¿Devorar para sobrevivir?
Contra naturam debería ser sinónimo de sofisticación, pues en el camino se quedan muchos de los valores que nos hacen humanos. Quizás eso explique las crecientes tasas de depresión e insatisfacción de la sociedad.
Necesitamos parar la locura del consumismo y las tendencias, pues todo está adquiriendo una frialdad preocupante.
Los objetos fueron hechos para ser usados. Las personas fueron hechas para ser amadas. El mundo va mal porque se usan a las personas y se aman a los objetos, Anónimo.
Don’t be the problem, be the solution, A Perfect Circle.