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Imprimir flyers, y distribuirlos, es el medio más poderoso de propaganda que ha habido en la historia. Quizás creas que esto es una exageración. Por eso te vamos a contar momentos destacados del flyer en la historia y de la historia del flyer, para que valorares si lo que decimos es realidad (o solo mera propaganda)
El flyer es un pequeño trozo de papel que en España se denomina “octavilla” por ser el producto de dividir un pliego de papel 3 veces sobre sí mismo, obteniéndose 8 octavas partes del pliego original (cuartilla tiene un origen parecido: el de dividir un pliego dos veces). Los países anglosajones los llamaron flyers porque su principal modo de difusión era lanzarlos desde un sitio alto o desde un globo y hacerlos volar hasta el suelo (de ahí el nombre flyer).
Francia los usa contra los prusianos en 1870
Francia fue el pionero en el uso de los flyers. Era la primera vez que un gobierno utilizaba este método, comúnmente utilizado por sectores antigubernamentales, para distribuir su propaganda. En 1870, cuando París estaba sitiada por las tropas prusianas, el alto estado mayor francés envió globos con octavillas para lanzarlas desde el aire sobre los soldados que rodeaban la ciudad con el objetivo de difundir soflamas para quebrar su moral (sin mucho éxito, al parecer)
Se empiezan a usar sistemáticamente en la primera guerra mundial
Durante la primera guerra mundial de 1914 a 1918, se lanzaron octavillas al principio de la contienda desde aviones alemanes sobre los soldados polacos que luchaban en el bando del imperio ruso. Como la aviación no estaba muy desarrollada, estos aparatos fueron derribados y capturados, y sus pilotos sentenciados a muerte. Este trato tan severo revela el (justificado) miedo que tenían los gobiernos a que la información de los flyers se difundiera sin control. De hecho, el artículo 22 de la Convención de la Haya prohibía explícitamente que se intentase convencer a los soldados de un ejército de que se rebelaran contra su propio gobierno. Los propios alemanes decretaron que los aviones que lanzaran octavillas serían considerados enemigos de guerra y tratados con la máxima dureza.
Los ingleses no vieron al principio su utilidad y renunciaron a mandar aviones para dichas misiones. Sin embargo, terminaron lanzando flyers al final del conflicto, como parte de su guerra psicológica contra la población civil. Entonces sí tuvieron gran éxito, pues fue el colapso moral de la retaguardia el que precipitó la rendición de Alemania en 1918. Los propios alemanes ya habían tenido un éxito similar contra los rusos, al lanzar sobre sus prisioneros en el frente oriental octavillas con mensajes para que se levantaran contra los zares, lo cual se produjo en 1917.
Los flyers en la segunda guerra mundial: un arma más
Los ingleses repitieron la misma estrategia al principio de la segunda guerra mundial cuando arrojaron octavillas sobre Alemania mientras los alemanes lanzaban bombas, de las de verdad, sobre Varsovia. Aunque esta vez el éxito, obviamente, fue limitado, la octavilla fue muy importante como arma psicológica durante todo el conflicto. Entre 1944 y 1945 los americanos y los ingleses lanzaron 6000 millones de octavillas sobre Alemania.
Los nazis, en el frente del este, soltaron miles de octavillas sobre Moscú en 1941, con textos sarcásticos sobre lo que le esperaba a la ciudad, para incentivar el pánico entre la población. Stalin temía tanto esto, que decretó la muerte de cualquiera que cogiera los flyers del suelo. El 17 de octubre se produjo una fuga masiva de la capital soviética después de que los alemanes anunciasen por medio de sus octavillas la entrada en la ciudad.
Pero no solo fueron los contendientes los que usaron los flyers. También los usaron civiles alemanes para desmoralizar al régimen nazi y provocar su caída. Hay casos de heroísmo como el de los jóvenes hermanos Scholl, Hans y Sofía, que se dedicaron a imprimir octavillas, que firmaban con el nombre de una supuesta organización autodenominada La rosa blanca, en las que exponían abiertamente las mentiras y las manipulaciones del régimen nazi. Los flyers empezaron a aparecer en 1942 en la Universidad de Múnich, y al poco tiempo circulaban por todo el país llamando a la resistencia contra «Hitler y su camarilla» e invitando a su difusión masiva: “Por favor, haz todas las copias que puedas de este panfleto y distribúyelas”. La aventura de los Scholl terminó la noche del 18 de febrero de 1943 cuando después de haber distribuido cientos de octavillas decidieron deshacerse de las que les sobraban desde la parte alta de un edificio. Un conserje se percató y dio la voz de alarma. La Gestapo acabó con las octavillas, con La rosa blanca y con la vida de los dos jóvenes.
Este panorama histórico es sólo un breve ejemplo del poder de difusión del flyer. Aunque ahora no se utiliza con una finalidad bélica, puede ser igual de efectivo para difundir actividades, servicios y productos. La historia lo confirma. Si quiere poner tu negocio en la mente de la gente, y ganar la guerra (pacífica) a tus competidores, imprime flyers.