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(Patricia Gallego) Las mujeres maltratadas se han quedado sin presupuesto. Y sus hijas. Y los huérfanos a causa de la violencia de género. La oposición en el Congreso de los Diputados ha puesto fin a los mejores Presupuestos Generales del Estado que habrían tenido los derechos de igualdad y protección a la víctimas en nuestra democracia. El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, convoca elecciones generales tras asistir a una cadena de despropósitos a los que ya no damos crédito, barbaridades entonadas por unos políticos trifachitos sin palabra que han entrado en el Gobierno de la Junta de Andalucía como un elefante en una cacharrería y que ahora pretenden hacer lo mismo en Madrid. Se han cubierto de gloria. Sé que me dejo muchos casos. Pero ya ustedes rellenan los huecos.
Empecemos por la corte. Había una vez una senadora del PP, Ester Muñoz, que no tenía vergüenza. Esta señora se lamentaba por los fondos que el Gobierno iba a destinar para desenterrar a las víctimas del franquismo. Me pregunto varias cosas: ¿sabe esta mujer qué pasó en los 40 años de régimen franquista? ¿se ha preguntado por qué asesinarían a estas personas? ¿sabe algo acerca de lo que se ha hecho en Europa con las víctimas del fascismo? ¿habrá llorado con la Lista de Schindler, una gran película de Steven Spielberg? Puede que sí o ¡puede que no! Porque, sinceramente, empiezo a no dar por sentado ni lo más evidente ante esta avalancha de, como ya he dicho, despropósitos. Ester Muñoz se disculpó por sus palabras ante la presión de la opinión pública. Pero dejó clara su postura: “No pienso dimitir”, sentenció.
Seguimos con los personajes que se hacen llamar políticos. Y ahora vamos a centrarnos pero al sur. ¿A qué persona podemos poner al frente de una comisión contra la violencia de género? Pues a Francisco Serrano, un juez condenado por saltarse la ley, negacionista de la violencia de género y de los derechos de las mujeres. Claro que sí. Pero es que no hay mucho donde elegir, ya que en este trifachito nadie cree que exista la violencia de género. No, ellos van a volver llamarla violencia doméstica porque todas las violencias son iguales y los crímenes estos son pasionales. Si es que la quería tanto que no podía soportar que viviera sin ser de él. Pura telenovela. Qué bonito. Y mientras tanto es a nosotras a quienes nos matan, nos violan, nos asesinan y nos descuartizan. Pero no, eso nada tiene que ver con el machismo que mamamos todos y todas.
Y para acabar lo haremos con el favorito. Pablo Casado. Es el ganador de la semana y explicaré por qué. Este tipo, al que llamaré “político” (entrecomillado, por su dudosa catadura moral), no se le ha ocurrido otra cosa que venir a tocarnos los ovarios a todas y todos los que tengamos un útero. Incluso a los que no. Ha venido a buscarle las cosquillas al feminismo. Ja ja ja. Tiene la osadía (o estupidez) de meterse con el movimiento que más capacidad de movilización tiene en estos momentos. La amenaza de volver atrás y derogar la ley del aborto está abocada al fracaso desde antes de ser una idea en el cerebro de Pablo Casado. El último que lo intentó acabó dimitiendo (recordemos a Ruiz Gallardón). Si pudimos con un ministro, podremos con un niño de papá con ínfulas de pequeño dictador.
Los socialistas no os vamos a permitir este atropello a los derechos conquistados durante los últimos 40 años. No, señor. Han tenido que hacer un trío dos derechas rancias con un partido que apuesta claramente por la erradicación de los derechos de la mujer, que no cree en el Estado de las autonomías y que quiere devolver la cultura a los estadios más grises de nuestra historia, para sentarse en el sillón de la Junta. Pero los ciudadanos no son tontos. Y los botarán (con b) en las elecciones del 28 de abril y en los comicios locales del 26 de mayo.