Obesidad: Más allá de lo estético

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(Merche López  / Rocío Rodríguez / Juan Manuel Torres  / Paula Vázquez  / Desirée García  )  El 3 de junio de 1999, los presidentes de las 24 sociedades científicas europeas de obesidad, firmaban la “Declaración de Milán” para luchar contra “la epidemia de la obesidad”. En ella reconocían que el sobrepeso y la obesidad son una de las mayores causas de enfermedades y, además, presentan una enorme carga social y económica a las comunidades europeas.

A partir del manifiesto, se iniciaron estrategias para actuar según las necesidades de cada país. El propósito era dar   ayudas para la investigación y análisis de los problemas derivados por ello. También darían ayudas para la prevención y para incrementar la dotación de los servicios de salud de los recursos humanos necesarios.

El problema de la obesidad siguió creciendo hasta el punto de que, en el año 2010, la Organización Mundial de la Salud (OMS) catalogó la obesidad como “pandemia no infecciosa”, convirtiéndose en una de los mayores complicaciones de salud de los países industrializados. Jesús Javier Díaz Rico, presidente de la Asociación Nacional de Personas Obesas y el Tratamiento de la Obesidad (ASEPO) considera que la OMS no declara abiertamente que la obesidad es una enfermedad crónica, metabólica y multifactorial. “Algunos sectores médicos sí dicen que es una enfermedad crónica pero no a nivel nacional y mucho menos mundial”.

En el año 2016, la revista científica The Lancet publicó un estudio realizado por un grupo de investigadores del Imperal College de Londres en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el estudio se deducía que España era el segundo país de Europa con más sujetos con problemas de obesidad y sobrepeso. Además, se estima una predisposición a seguir creciendo el número de personas con estas patologías.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) apuntó en 2017, en un informe, que el 50% de la población de los países miembros padecía sobrepeso y que uno de cada seis era obeso. El informe de la OCDE desveló un dato alarmante, España era el tercer país con mayor sobrepeso infantil y además sostenía que las políticas que se llevaban a cabo para frenarlo eran “insuficientes”.

No solo eso, en diciembre del año 2011 saltaba la noticia de que España supera a EEUU en obesidad infantil. El 19% de los niños son obesos triplicando este porcentaje al de hace tres décadas.

Al respecto, Jesús Javier Díaz, indica que la única solución contra el sobrepeso y la obesidad son la dieta y el ejercicio. En este punto, Paula Soler, licenciada en Psicología por la Universidad de Granada, apunta: “No hay que olvidar que si tiene una causa estrictamente médica primero hay que ponerse en manos de un médico, ver cuál es la situación, ver qué se puede hacer y cuál será el proceso que se va a seguir e incluso, si se plantease, por ejemplo, operaciones como reducción de estómago, para a partir de ahí empezar a trabajar con la persona a nivel psicológico

Una investigación realizada por el Centro para Políticas de Alimentación y Obesidad de la Universidad de Connecticut ha desvelado que casi la mitad de los adultos consultados en la encuesta señala que la gordura es el principal factor por el cual se comete bullying.

Paula Soler asigna a quienes hacen bullying a personas con “muchos problemas personales, sociales” por eso “descargan esa situación sobre otros compañeros suyos, que los consideran diferentes”. Para Soler no existe un grupo determinado objeto del bullying, sino que considera que hay un conjunto de tipos como “la orientación sexual, etnia, algún rasgo físico y dentro de esos rasgos físicos puede ser la obesidad”.

Según el informe de Mercasa sobre la alimentación en España del año, 2018, la OMS alerta que la obesidad infantil en el país ha aumentado del 3% al 12% en los últimos 41 años, siendo un 23% el porcentaje de sobrepeso infantil.

Susana Baldasquín, cocinera del CEIP Francisco Goya, señala: “Tenemos niños con obesidad, pero no por lo que comen en el comedor, sino por lo que comen fuera”. Baldasquín asegura que se han realizado cambios en las dietas de los colegios. Ejemplo de ello es la prohibición de los fritos, se han incluido ensaladas tres veces en semana como guarnición y una o dos como primer plato, la ingesta diaria de fruta y servir  yogures de forma muy esporádica.

Juan Llorca, el cocinero que dio la alerta sobre el aceite de palma, activista incansable por la mejora de la alimentación infantil y cocinero del comedor de un colegio de Valencia, afirma, en Hoy por Hoy de cadena Ser, que prefiere que un niño no desayune a que tome la leche con cualquier bebida chocolateada y una magdalena, señalando que un 20% de la población infantil tiene obesidad.

Llorca defiende que se puede renunciar al azúcar sin renunciar al dulce y recomienda sustituirlo por alimentos no procesados. En su comedor escolar las frutas y verduras tienen una importante presencia, han sustituido los precocinados y ultraprocesados y se ha retirado la carne procesada para un futuro saludable. A las familias se les da la información para que trasladen esa forma de actuar en sus hogares, facilitando así la adaptación en sus casas, lugar donde radica el problema.

La doctora Odie Fernández, médico de familia, afirma que la alimentación de los niños españoles es rica en proteínas procedentes de la carne y de la leche, en azúcares libres procedentes de la bollería o las bebidas azucaradas. Incide en la importancia de leer el etiquetado de los productos para saber cuáles son saludables y cuáles no; además de la importancia de retomar la dieta mediterránea como forma de prevención de las patologías, así como la práctica habitual de deporte.

En el siguiente gráfico se observan los diferentes factores que influyen en el desarrollo de la obesidad El documento ha sido elaborada por la revista Nutrición Clínica y Dietética Hospitalaria para su artículo Causas y tratamiento de la obesidad.

El factor que se presenta como principal es el exceso de grasa, este se puede dar por el frecuente consumo de alimentos de elevada densidad energética o un número inadecuado de ingestas a lo largo del día.

Hay otros factores que se relacionan con la obesidad como son el sistema circadiano, ambiente obesogénico y microbiota. Aunque son menos conocidos por las personas que padecen esta patología también influyen en su desarrollo.

Seguir la dieta mediterránea sirve para prevenir enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad y algunos tipos de cáncer. Un nuevo estudio publicado en la revista ‘Pain’ que ha sido dirigida por Charles Emery, de la Ohio State University (EEUU), en julio de 2017, afirma que seguir esta dieta puede disminuir las posibilidades de que una persona con sobrepeso experimente dolor, ya que el organismo está menos inflamado. Los “alimentos antiinflamatorios”, como las nueces o el pescado son clave para reducir o prevenir dicho dolor. El experimento contó con 98 hombres y mujeres de entre 20 y 78 años.

Investigadores del Instituto Maimónedes de Investigación Biomédica, del Hospital Universitario Reina Sofía (Córdoba), del Centro de Investigación Biomédica en Red y el Instituto de Salud Carlos III también han demostrado la importancia que tiene la dieta mediterránea en el desarrollo de bacterias intestinales que reducen el riesgo de padecer obesidad. “El consumo de esta dieta, a largo plazo, puede corregir la alteración de la flora intestinal, ya que aumenta los microbios beneficiosos”, explica el responsable de este proyecto, Francisco Pérez-Jiménez, del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica.

Sin   embargo, comer mal sale barato y es por eso por lo que las personas con menos recursos económicos están con un mayor riesgo de padecer obesidad. Los productos ultrapocesados, la bollería, los congelados cuentan con ventajas económicas más accesibles a todos los públicos frente a las frutas y verduras. La investigadora Dora Romaguera recomienda, ante esta situación, para las familias más desfavorecidas, que consuman los alimentos de temporada y que eliminen los alimentos procesados de la despensa. También apunta que los niños deben ser educados nutricionalmente, a la vez que a los adultos; ofreciendo menús equilibrados en los comedores escolares y también en las máquinas expendedoras.

Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Granada, entre los años 2007 y 2013 (antes de la entrada en vigor de la Ley 17/2011 de Seguridad Alimentaria y Nutrición para poder observar la evolución), advierte que los menores están sobreexpuestos a anuncios de comida basura. El estudio rescata un total de 1.263 anuncios correspondientes tanto a cadenas generalistas como infantiles. Los anuncios que más emitieron en las cadenas generalistas fueron: restaurantes de comida rápidas (10.5%), vitaminas y suplementos minerales (10.4%) y productos lácteos (8.8%). Por parte de las cadenas temáticas fueron: alimentación infantil (33%) y productos lácteos (23.5%). Los investigadores exigen aumentar el control sobre los anuncios.

Fomentar el abuso de comidas basura desde la infancia a través de los medios es ilegal al igual que vender alcohol o tabaco mediante la publicidad. Las personas con obesidad sufren una clara tentación a comer. Paula Soler afirma: “El atracón por comida no está reconocida en el dsm5 y tampoco hay acuerdo en el caso de que se reconociese como un trastorno”, aunque reconoce: “Lo que sí es cierto es que en el comportamiento de atracón por comida se involucran unos sistemas de recompensa y circuitos cerebrales que también se parecen a lo de las sustancia adictivas”.

En este sentido, la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad Mórbida y de las Enfermedades Metabólicas (SECO) asegura: “La prevención en España no ha sido suficiente para frenar los casos de obesidad por lo que es necesario hacer campañas y políticas para frenar esta problemática”. Para ello, el pasado 2018, la ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social anunció que se implantaría un nuevo etiquetado en las comidas y bebidas para indicar cuáles son las más, y menos, saludables. Se utilizará el modelo Nutri-Score, que se basa en un sencillo código de colores, ya que la ministra estima que el actual etiquetado nutricional, aunque ha sido un avance muy importante, no es suficiente, ya que resulta complejo de entender.

Esta decisión por parte de la ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar ha sido criticada por Díaz Rico: “Eso no vale para nada, la política va separada de los objetivos reales de la población”. El presidente de ASEPO señala cuál sería el camino correcto: “Lo real es hacer estudios epidemiológicos”, “porque estamos hablando de pandemia”.

Otro de los problemas que presenta esta epidemia es que “el 82.2% de los españoles obesos no se percibe como tal”, así lo recoge un estudio realizado por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO). El propio presidente de la asociación Francisco Tinahones señala la importancia que tiene reconocer las señales como lo es el índice de masa corporal (peso dividido por la altura al cuadrado) mayor que 30.

Además, es muy importante evitar los malos hábitos como dormir menos de siete u ocho horas, beber poca agua, picar entre horas, las dietas milagro… Y muchas más que recoge Patricia Lozano en un artículo publicado en el suplemento ‘ZEN’ del periódico El Mundo.

El ejercicio también va ligado a reducir el peso. En febrero de 2018 el Huffpost publica un estudio de la Oficina Nacional de Estadística de Reino Unido en el que se indica que las niñas hacen menos deporte que los niños. Uno de los factores que puede favorecer que los niños practiquen más deporte puede deberse a que se les da más visibilidad a los deportistas varones que a las femeninas, según datos de la Universidad Carlos III solo suponen un 5% de menciones femeninas en las noticias deportivas.

Según la OMS se debería dedicar un mínimo de 60 minutos diarios de ejercicio físico entre los 5 y los 17 años, en su mayoría debería ser aeróbico, pero también aquellas actividades que refuercen los músculos y los huesos. A las personas de entre 18 y 75 años se les recomienda practicar 75 minutos diarios de actividad física vigorosa o 150 minutos de ejercicio moderado.

Las dietas milagro, ya mencionadas antes, son uno de los factores sobre los que más se habla cuando se aborda el tema de la obesidad. “En la mayoría de los casos no funcionan y pueden ir acompañadas de un efecto rebote. Además pueden resultar dañinas para la salud”, afirma Francisco Tinahones en el artículo antes citado de Patricia Lozano.

“Lo que se pierde no es grasa sino masa muscular, por lo que el peso baja de forma muy rápida y llamativa. Al mismo tiempo, esa restricción drástica de nutrientes desequilibra completamente el metabolismo”, explica Helena Martínez en el reportaje Las ‘dietas milagro’ pueden degenerar en obesidad publicado por el periódico El País.

Para el presidente de ASEPO, las dietas no funcionan como tal, deben ser personalizadas. El nutricionista debe “saber cómo funcionan en mi cuerpo los alimentos, porque un diabético, dependiendo a la hora que te levantes, dependiendo las horas de ayuno que tengas, podrás consumir un alimento altamente azucarado o no”, asegura Díaz Rico.

En conclusión, la obesidad, más allá de ser un problema de estética, es una enfermedad metabólica que deriva, entre otros, en otras enfermedades; convierte al sujeto, en muchas de las ocasiones, en   víctima de bullying, e influye de forma negativa en la vida social infantil. Desde la infancia es necesario una educación alimentaria apropiada y previsora que no derive en un adulto obeso o con sobrepeso. Y por último, lejos de las promesas de las “dietas milagros”, la obesidad sólo puede combatirse con una dieta equilibrada y ejercicios físicos.