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(Mar Bassa/ Estudiante de Periodismo en la Universidad de Málaga) Ser periodista es complicado hoy en día, más que hace algunos años. Es difícil porque es una profesión que te expone públicamente, tienes la presión de ser preciso, justo, conciso, honrado, veraz, rápido y varios adjetivos más, pero además no puedes equivocarte, no debes, por tu imagen y por la del medio. Somos humanos y alguna vez nos podemos equivocar, aunque en menor medida que el resto de las personas, y eso se olvida.
Ejercer el oficio es difícil y no solo por eso, también hay otros factores que son determinantes. Más allá de los calificativos anteriores, se mira todo con lupa. Puedes fallar, pero tendrás tus consecuencias. Quizás pierdas credibilidad y, con ello, a parte de tu público. La población espera que el periodista sea objetivo, pero pocos saben que la objetividad no existe.
Ser periodista no es fácil. En estos tiempos, la profesión está machacada, incluso castigada. Por una serie de situaciones, la ciudadanía no cree tanto en la prensa. Ha perdido la credibilidad que tenía el siglo pasado. Ese pilar democrático, aunque lo siga siendo, ha perdido fuerza. Debe reconstruirse y reafirmarse con buenas prácticas.
Y para ello, debe mejorar en todos sus aspectos. No castiguemos únicamente a los periodistas. El problema viene de más arriba. Las empresas de información también tienen culpa. No va a haber buen periodismo si no se paga. Los comunicadores no trabajan gratis. Hay precariedad.
En este contexto, los estudiantes de periodismo se desaniman, se desilusionan. Nos bombardean una y otra vez con la mala situación que está viviendo el oficio. Una crisis. Por suerte, aún quedan profesionales que sí motivan e incentivan a seguir, a mantener viva esa ilusión. Es el caso de Jesús Navarro, periodista de TVE, por ejemplo.
El pasado jueves vino a la facultad a contarnos su experiencia. “Los inicios no son fáciles”, confesó. Pero siguió narrando cómo había llegado hasta ahí. No solo lo explicaba, también lo sentía. Transmitía esa pasión y emoción. Y nos animó a seguir nuestro camino. Nos aconsejó no hacer caso a esas personas que nos auguran un mal futuro.
El periodismo no está muerto. Hay malas prácticas, abundan las fakenews, pero el buen periodismo sigue estando. Quizás un poco eclipsado por el sensacionalismo y amarillismo. “Hoy se hace mejor periodismo que el que se hacía hace 30 o 40 años. Y se hace porque es mucho más necesario para sobrevivir”, me comentó Teodoro León Gross, periodista malagueño. Y tiene razón.
Corren tiempos difíciles para el oficio. Es por eso que se hace mejor periodismo. La información se trata mejor, es más cuidada, en parte por los bulos, en parte por la falta de credibilidad que se tiene. El periodismo está en cambio constante, tiene que reinventarse y unirse a la tecnología.
Tenemos que honrar la profesión. Kapuscinski decía que para ser buenos periodistas, hay que ser sobre todo buenas personas. Dejemos la soberbia de algunos profesionales, no desmotiven a los alumnos. Dediquémonos a lo nuestro con aprendizaje constante, con cambios, evolucionando. Ser periodista es complicado, pero también es maravilloso.