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(Departamento Comunicación Colegio El Pinar) “Si no leemos, no sabremos escribir y no sabemos escribir, no sabemos pensar”. La frase del escritor mexicano Juan José Arreola es tan contundente como cierta y viene al pelo cuando de lo que se trata es de evidenciar la relevancia educativa de las letras en una fecha tan señalada como la de hoy, el Día Mundial del Libro. Por ello, en la comunidad educativa del Colegio El Pinar hemos querido celebrar este efeméride como lo que realmente es; todo un homenaje a la inteligencia, a la invención, a la creatividad, al talento en clave narrativa.
Un año más, esta cita internacional nos sirve como punto de partida de un conjunto de actividades, actuaciones, talleres e iniciativas temáticas de trabajo en equipo como la construcción de un texto novelado escrito en grupo o toda una puesta en escena en clave dramática que bajo el nombre ‘Museo Viviente Literario’ llevará a los alumnos de Secundaria a interpretar el papel de grandes narradores como Cervantes, Baroja, Almudena Grandes o el propio Dickens, entre otros, en una performance teatral que se representará ante el resto de estudiantes. Queremos trascender las tapas del manual, del ensayo, de la antología o de la novela para convertirnos en creadores, aunque sea durante unas horas, y poder compartir con el resto de compañeros, profesores y familias ese gran don de ‘la palabra contada’.
En este Día Mundial nos hemos querido colocar al otro lado del relato; ese que ocupa el inventor de historias, el creador de sueños… Hemos coqueteado con las letras del idioma para acabar en la RAE con un singular juego de búsqueda de ‘mi palabra favorita’. Nuestros alumnos han elegido algunas tan líricas como ‘infinito’ y otras tan prosaicas como ‘tapete’. Regalaremos literatura salida de nuestro puño y letra con un curioso ‘amigo invisible’ literario en el que iremos trabajando a lo largo de la semana y que condensará lo mejor de nosotros mismos en un pequeño sobre ‘tuneado’ que nos intercambiaremos en unos días. Nos acercamos a la ‘realidad relatada’ con la creación de una singular historia de ficción redactada párrafo a párrafo por los estudiantes de Lengua. Ni siquiera los ventanales de las aulas se librarán de este frenesí literario; pues en ellos y en clave lírica están dejando su impronta los alumnos de Bachillerato, quienes garabatean un bello ‘palabrario’ cargado de arte, color y forma.
Los libros están vivos y en esa vida paginada nos vamos sumergiendo para poder meternos en el ‘papel’ de aquellos que se enfrentan al abismo del folio en blanco, día tras día, capítulo a capítulo, hasta poner el punto y final a ese gran compendio de genialidad y misterio en el que finalmente se convierte la obra escrita. Las letras esconden magia y fantasía; ingredientes contra la monotonía de los que no deberíamos prescindir nunca, porque, como bien dijo el gran relatista Hans Christian Andersen “la vida es el cuento más maravilloso”.
Finalmente, no podemos olvidarnos de los jóvenes que, en el seno de nuestra comunidad educativa, ya han comenzado a hacer sus pinitos con la literatura; entre ellos Víctor López, autor de la novela ‘Talmina; tierras en guerra’; Pablo Ramírez, galardonado en varios certámenes de relato corto; Julia Dolezal, que el pasado año logró colarse entre el grupo de finalistas del Concurso de Relato Estudiantil de Coca Cola o la propia Eva García, que se adjudicó hace dos años el premio de cuentos de Ciencia de la Fundación La Caixa.