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¿El ser humano se enfrenta, en la teoría y en la práctica a multitud de cuestiones? ¿Algunas le son agradables, otras desagradables, otras claras y ciertas, otras obscuras y dudosas? ¿Entre los graves problemas o cuestiones que al hombre desde la cuna de la humanidad, se plantea es el problema del mal y de la maldad y del Mal? ¿Y del bien, de la Bondad, del Bien…?
Gabriele Amorth, 1925, Módena, Roma, 2016, fue el exorcista oficial de la diócesis de Roma. Y alcanzó una gran fama y notoriedad en su materia, por su trayectoria de varias décadas realizando ese ministerio dentro de la interpretación del cristianismo católico.
Hay temas o cuestiones, en definitiva, artículos, que el escribiente, ni sabe, ni conoce, ni tiene el suficiente conocimiento, ni sabiduría suficiente para intentar abordarlos, y al mismo tiempo, le producen desazón. Uno, uno de esos temas es éste. Pero si uno es un observador, pensador, escritor, tiene la obligación, en la modestia más profunda, abordar y abordarlos. O plantear algunas cuestiones, siempre sabiendo que la autoridad eclesiástica, es la que tiene la última palabra en este tema, como en otros de espiritualidad y moralidad.
– Dentro del cristianismo, como desde todas las filosofías e ideologías, seculares o, y religiosas, se aborda el problema del mal y de la maldad. No creo que haya habido ningún autor, desde la antigüedad, que no se haya planteado, algún problema en relación al bien y al mal, a la bondad y a la Maldad.
Desde Leibniz, es clásica el concepto tripartito de las razones del mal, el mal natural o de la naturaleza, el mal moral, o el mal metafísico o entitativo, es decir, los defectos o errores de la naturaleza en cuanto que produce enfermedad o desastres, o accidentes; el mal moral o producido por el ser humano; o el mal metafísico, por el cual la realidad o todo ente es limitado o con deficiencias leves y graves.
Dicha interpretación leibniziana, explicada en el párrafo anterior muy sucintamente y en cierto grado de simplicidad. Puede explicar muchos males. Pero la humanidad, por ejemplo, con multitud de acontecimientos acaecidos en el siglo veinte, especialmente, sin negar otros anteriores, siempre se ha preguntado por el mal y la maldad. Un mal o una maldad excesiva, gratuita, sin sentido. Una maldad que supera la racionalidad, incluso del mal.
Dicho de otro modo, no tenemos teorías o hipótesis o concepciones explicativas, que nos puedan demostrar el porqué de tanto mal producido en el siglo veinte. De tantos millones de personas en campos de concentración, de exterminios, guerras como jamás hemos visto. Sin negar, el enorme bien y bienes que se han realizado en el siglo veinte, porque la historia no es solo negra y obscura, sino que creemos tiene más colores, o los colores son más que las negruras…
O expresado de otra manera, todas las razones o hipótesis, de la explosión demográfica, el hambre entre pueblos, las luchas entre estratos y clases sociales, las limitaciones humanas, y sus enormes ambiciones a y en todos los sentidos, los errores del sistema o instrumento del Estado, las pasiones colectivas de los seres humanos… Todo eso, son explicaciones limitadas. Pero ninguna satisface, cómo pudieron acabar tantos millones de personas en campos de concentración y de exterminio en el siglo veinte, nadie se puede explicar, cómo se pudo organizar el exterminio sistemático del pueblo judío, niños, mujeres, hombres, ancianos, que no habían hecho nada, sino el gran delito de haber nacido “de unos padres que eran judíos, que a su vez, nacieron de otros padres que habían sido judíos”. Que una gran parte, no pequeña de judíos, ni siquiera eran creyentes practicantes en su religión. Cómo esas grandes guerras mundiales y todas sus consecuencias, esa guerra fría que nos pudo o nos puede llevar a la exterminación de la especie humana…
– En el cristianismo, desde los Evangelios, al menos en el catolicismo, el mal, además de todas las razones, por omisión o comisión, por exceso o defecto, de hecho o de acto o de palabra, explican el mal y los males concretos, además de todas esas razones, tiene otra explicación, que se dice, que el Mundo, el Demonio y la carne. Es decir, el mal uso del mundo, y el mal uso de la carne, es el origen de muchos males.
Pero que el Malo, el Tentador, también es el origen del mal. Porque constantemente está induciendo e instigando a los seres humanos al mal y a los males, los está tentando para que caiga en alguno de los pecados o errores morales graves o pecados mortales, o pecados capitales, es decir que no cumplamos los diez mandamientos, o caigamos en uno o varios de los siete pecados capitales, según la taxonomía clásica: envidia, odio-cólera, gula, lujuria, soberbia, pereza, vanidad.
Ciertamente, vivimos tiempos muy difíciles, confusos y convulsos. Y no hay cuestión, que en el terreno filosófico y teológico, y filosófico-teológico, no tenga diez interpretaciones. Y sobre este tema anterior, aún más, porque como diría, parafraseando a Pablo VI, este tema es de una enorme dificultad y está plagado de sombras y obscuridades…
Sin negar que según la ortodoxia, del catolicismo, y me atengo a la autoridad eclesiástica, que sabe y conoce sobre este tema, más que este escribiente, el poder del Tentador, no es absoluto, es solo lo que Dios le permite, es como un perro, dicen los tratadistas, que está atado a una cadena, y no puede hacer más de lo que se le deja.
Pero tampoco según los tratados espirituales clásicos, tampoco se puede infravalorar su poder de tentar al mal y a males concretos. Sin caer en exageraciones del pasado, sin tener miedo o temor excesivo, sin temer dicha realidad de forma irracional, ateniéndose a una vida de estado de gracia y de sacramentos. Siempre en la interpretación del catolicismo, aunque no se sea católico o cristiano, porque es obvio y evidente, que sobre este tema, sabe y conoce más, que el resto de filosofías y religiones el cristianismo. O al menos este es mi parecer.
Con todos los matices que se quiera, debemos pensar, si el Tentador, es una fuente de mal y de maldad en el mundo. Además de otras razones, porque tienta al ser humano, de forma ordinaria, no solo el mal, que tenemos nace del fondo de nosotros mismos, de las circunstancias sociales e históricas, sino también de un ser o Tentador, el que se pone en medio, entre Dios y el hombre, el que quiere llevar al hombre, a cada hombre a la perdición, en este mundo, y a la perdición eterna o Infierno.
Quizás, las explicaciones del mal, y de la maldad, que no entendemos, además de todas las razones que hemos encontrado durante siglos, quizás a todas las dichas, debamos añadir y no olvidar ésta, es decir la del Tentador y Tentadores. O al menos, debemos plantearnos, siempre con moderación, y siempre bajo el criterio de la ortodoxia católica, con prudencia y racionalidad y saber y conocimiento ortodoxo.
Mientras tanto, quizás, debería ver videos en Internet, de declaraciones sobre este tema y cuestión del padre Gabriele Amorth. Quizás, vería entonces más claro este tema o cuestión. “Nada, ni nadie, como Dios”, que fue la famosa frase y grito del arcángel Gabriel. Paz y bien.
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Fin artículo 1.648º: “Gabriele Amorth”.