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(Daniel Núñez) Los italianos dirían algo así como «buon giorno», los ingleses no pasarían del «good morning» y a los franceses les bastaría con una sola palabra: «bonjour». En Alhaurín quizás no haya forma de expresar la importancia de lo sucedido en la tarde del sábado. Ni siquiera el exitoso Concilio de Trento acabó tan bien como la jornada de ayer para el Victoria Kent. O el Mundial de 2006 en el caso de los Buffon, Pirlo y compañía. Podían los alhaurinos sacar la cabeza del pozo que ellos mismos cavaron durante la temporada, o la segunda parte de ella, o bien morir ahogados, como los migrantes que intentan llegar a Europa y que Salvini, por ejemplo, que a esa misma hora estaba en el Duomo de Milán dando un mítin junto a Le Pen y otros representantes de la ultraderecha, rechaza. En Verona, mientras tanto, una manifestación a favor de los derechos LGTBI.
Como batallaban los gladiadores en el Coliseo de Roma o en el Arena de Verona comenzaron los amarillos un partido marcado por la presión que tenían los locales de vencer para intentar llegar a la última jornada con total autonomía, es decir, que una victoria en Jerez de la Frontera significara la permanencia en Segunda B. Siempre y cuando Alcalá no ganase. Chechu puso la primera piedra y Carranque empató al poco tiempo para dejar claro que las insinuaciones con origen en la localidad sevillana sobre una supuesta dejadez en sus funciones eran infundadas y casi desesperadas. Porque una victoria contra Melistar hacía inútil el hipotético triunfo de los de Alhaurín.
Mientras el equipo hispalense concentraba su preocupación en lo que ocurría en la provincia malagueña, el Victoria Kent sumaba los tres puntos de forma provisional. Da Silva marcó un doblete antes del descanso y dejó el marcador en 3-1 de cara a la segunda mitad. Los de Víctor Quintero se centraron en cumplir y, ya después, lo demás. No había cattenaccio que valiera. Il capitano Ramón, así sin comas porque bien podría abrazarle el término a él en su función de adjetivo, indefinido e inmortal, anotó el cuarto y último para, como mínimo, asegurar los tres puntos del partido que se estaba jugando en El Limón.
Gritos de celebración que se volvieron a reproducir cuando, una vez mirado el resultado del partido entre Alcalá y Melistar, tocó disfrutar del giro que se había producido. Ni el de Italia, en términos ciclísticos. Los mandos, ahora para el Kent. Jerez de la Frontera y, si no, Bujalance, determinará la pelea por el descenso. Un empate podría valer. En función de los goles. En cualquier caso, ganar haría que no fuese necesario siquiera mirar lo que ocurra en Bujalance. Porque, precisamente, este fin de semana se ha comprobado que eso no funciona. A tres puntos de la gloria y de seguir disfrutando un año más de la fantástica, igualada y apasionante categoría de bronce del fútbol sala nacional.