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Fervor popular durante el desfile por las calles de este emblemático rincón del casco histórico. Hombres y mujeres ataviados con el tradicional traje de marengo portaron esta querida imagen, que fue recibida por los vecinos con aplausos, salves marineras y petaladas
(Prensa Ayto Alh Torre) El Barrio Viejo celebró con fervor su último día de fiestas con la procesión de su patrona, la Virgen del Carmen, la cual fue arropada por numerosos vecinos y miembros de la Corporación Municipal, entre ellos, el alcalde, Joaquín Villanova. Pasadas las ocho y media de la tarde dio comienzo la misa en honor a la patrona y otro año más estuvo presenciada por el Coro de la Alegría. Una vez finalizada la misa y justo al caer la noche, se procedió a la salida procesional. La Virgen salió a hombros tanto de hombres como mujeres ataviados con el tradicional traje de marengo compuesto de pantalón negro, cinta roja en la cintura y camisa blanca.
Tras la salida, la talla fue recibida entre aplausos y una Salve Marinera. En diferentes calles del municipio, el Coro Jabalcuza y el Coro de Raíces y Horizonte le cantaron a la Virgen, momentos que se vivieron con mucha emoción y alegría por parte de todos los presentes. Sin duda, otro momento emotivo fue la petalada en el ecuador del recorrido. El concejal de Fiestas, Andrés García, hizo una valoración muy positiva de la procesión y agradeció la labor de la Asociación de Vecinos del Barrio Viejo: “Es un colectivo que se implica con todas las actividades del municipio y una vez más, ha conseguido que estas fiestas se desarrollen de la mejor manera y el año que viene seguro que seguirá así”, apuntó García.
Por otro lado, el alcalde señaló que el Ayuntamiento seguirá mejorando el Barrio Viejo tanto estéticamente como urbanísticamente. Asimismo, hizo hincapié en que esta tradición no debe perderse, y que la juventud debe apostar por estas fiestas, ya que son “señas de identidad del municipio”. Además, quiso felicitar a la presidenta de la Asociación de Vecinos de Barrio Viejo, María Teresa Santana, por su compromiso e implicación con las fiestas cada año. Al volver de nuevo la patrona a la Iglesia de San Sebastián, fue despedida entre vítores y aplausos por centenares de vecinos y por otra Salve Marinera.