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Me he preguntado muchas veces, que si encontramos las normas morales mínimas o universales y naturales, sean las que sean, muy cercanas posiblemente a los mandatos de Moisés, tenemos que distinguir estos valores de otros, que pueden ser normas secundarias, por muy importante que sean. Es decir, no es lo mismo no matarás, que es una norma universal, que el mandato de amor a la patria. Que siendo importante, es secundario. Es decir, no matarás es universal, y el de amar a la patria, es secundario, es anterior el primero, al segundo. Otra cuestión es la defensa legítima, individual o colectiva, que es otra cuestión.
– Se confunde a veces, que hay personas que están dispuestas a morir por su fe, pero no a matar por su fe. El ejemplo, es el cristianismo en sus primeros siglos de mártires. Murieron por su fe, pero no estaban dispuestos a matar por su fe.
Es decir, creer en distintos mandatos universales, no es lo mismo que estar dispuesto a aplicarlos de forma diferente o diversa. Y esto se confunde muchas veces…
Una persona, o un colectivo, puede pensar que el adulterio es una norma moral universal, intentar defenderla o convencer o argumentarla, pero después, no sancionar o no castigar de ninguna manera, para quién se la salte. Si es una norma universal, y alguien se la salta, ya de algún modo, esa persona, pagará un precio, de una manera o de otra.
O más fácil, la ebriedad o estados de ebriedad graves, es un mal moral, por tanto, es una norma moral, no caer en la ebriedad. Pero la persona que cae en ese error, no se le castiga por eso, se le intenta curar en hospitales, y no se le castiga o sanciona, aunque ella misma y el resto de la sociedad, pagará un precio negativo por no cumplir esa norma. Sin entrar en los grados de libertad y responsabilidad y voluntad que esa persona tiene al caer en ese error.
– El mal es muchas veces, un principio o un concepto, después, es un deseo o una pasión, tercero, una circunstancia o un interés o fin. Y de ese modo se completa o complementa el mal.
Pongamos un ejemplo, primero es un deseo sin límites de ganar dinero; segundo, ese deseo lo pasamos a concepto o idea, y lo aceptamos, que es necesario ganar dinero, sin límites y sin medida, de forma desordenada; tercero, nos encontramos en una circunstancia, que podemos alcanzar ese fin; cuarto, realizamos el acto.
Es decir, el mal, diríamos que tiene varias escalas y medidas y formas, que se combinan entre sí. Para al final, terminar en acto o en el acto.
De este modo, un tipo de mal, anida en cualquier ser humano, en unos siguiendo la taxonomía clásica, está más propenso a la lujuria, otros a la avaricia, otros a la pereza, aquellos a la vanidad, etc.
El mal o ese deseo de mal, está dormido o agazapado en cada corazón-sensibilidad-mente humana. En unos, unos, en otros, otros. Y si ocurre la circunstancia caemos en él. Cada uno en su variedad de mal, que más le gusta o le apetece. Pero en el resto somos personas morales, e incluso buenas en otros actos y actitudes y aptitudes. E incluso el mal que hacemos, no nos parece tan malo, o es una costumbre o una necesidad, o es propio de nuestra libertad o voluntad, o la sociedad lo permite o lo tolera, etc.
Por eso, caemos en el concepto de banalidad del mal, o en el concepto de no explicarnos, porque una persona normal, después en un tema puede caer en un mal enorme…
– Bueno sería que una comisión de grandes filósofos y teólogos de todas las culturas, ideologías, filosofías, religiones se juntarán bajo los auspicios de algún organismo internacional, y nos fijasen la ética mínima universal, los mandatos, diez o doce o quince, que serían las normas morales universales, aplicables por cada ser humano, sea del color que sea, sea de la piel o sea del cerebro por dentro.
Esta modesta medida, aunque sean tres mandatos, sería una enorme esperanza, para la vida y la supervivencia de la especie humana. Y estimo que se reduciría enormemente, eso espero, el mal humano, tanto aplicable a millones de seres humanos, que hacen y padecen males, unos son causantes de ellos, otros sufridores…
¡Y como en todo preguntemos a quién sabe de estas materias, cuándo nos duele el brazo consultamos al médico, cuándo está roto una tubería vamos al fontanero, cuándo tratamos temas morales, en nuestra tradición, preguntemos a filósofos, pero también a teólogos, estos, a mi modo de ver, nos aclararían muchas cosas…, especialmente los segundos, que es su materia de especialidad…!
Expreso una pequeña fórmula o reflexión para evitar males, especialmente, los que llevan una enorme carga pasional o emocional, que es que ésta sea analizada a la luz de la verdad y de la bondad, es decir, del saber ortodoxo, tanto en ciencias sociales o biológicas, como en moralidad, y si es posible en espiritualidad, y después antes de realizar ese acto, a no ser que dependa tu vida de ello, dejar tiempo, dejar pasar tiempo y espacio. Es decir la fórmula clásica, que se ha indicado desde hace siglos: “Antes de tomar tres copas de anís, que te podrán llevar a diez, y que sientes una necesidad imperiosa, analiza ese acto y esa pasión, aléjate de la botella y de la copa y del ambiente, márchate y deja que pase el tiempo y el espacio”. ¡Esto aplíquelo a lo que usted quiera…!
http://youtube.com/jmm caminero © jmm caminero (12 julio-07 sept. 2019 cr).Fin artículo 1.786º: “Sobre el mal, los males y los malos y, V”.
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