Charlas conmigo misma: «Mi Tierra»

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Ayer emprendimos viaje a Asturias. Siempre vamos por el mismo sitio, pero este año mí marido decidió ir por la Ruta de la Plata, cosa que me pareció estupenda, pues así podía yo ver de nuevo mi tierra querida: Extremadura.

Esperanza ¡cómo disfrutaste! Parecía como si el tiempo diera marcha atrás y volviera a tu niñez. Ante mis ojos estaba la dehesa con sus grandes encinares y los jarales, que aunque no están en flor siempre son una delicia para la vista.

Y la brisa de la tarde meneaba amorosa las hojas verdes de las encinas en pleno fruto. Las bellotas, que tanto me gustaban de niña, colgaban de sus ramas como lindos pendientes que las adornaban.

Quizás sea la nostalgia de tiempos pasados, pero me sentí de nuevo niña, cuando de la mano de mi padre recorría la dehesa extremeña.

Me hubiera quedado allí, pero el tiempo corría y faltaban muchos kilómetros para llegar a nuestro destino; así que seguimos adelante, no sin antes recordar este poema que escribí hace tiempo.

MI TIERRA

Mi tierra es como un tapiz
con sus grandes encinares,
con su tomillo y romero,
su abulaga y sus jarales.

En su lindo cielo azul
las grullas marcan caminos
buscando buenas bellotas
y sitio para sus nidos.

El toro bravo pasea
su bravura en la dehesa,
las cigüeñas le acompañan
admirando su belleza.

Esa es mi tierra querida:
Extrema y linda a la vez,
su gente ruda y sencilla
te ofrecen su calidez.

Son mis vivencias de niña
las que me hacen volver
a ver mi tierra adorada
que es mi orgullo y mi querer.

Qué delicia pasear
por sus hermosas dehesas
y ver como las encinas
aguantan en esa tierra.

Aunque lejos este yo
y si mil años viviera
para admirar su belleza.
a mi tierra yo volviera.