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(Mar Bassa, estudiante de Periodismo en la Universidad de Málaga/ Fotografías: Laura García) 20 años dan para mucho. Dos décadas son las que los hermanos de Cornellá llevan casados con la música: es su Boda de Porcelana. Ellos son expertos en mantener viva la llama del amor, en cuidarla, mimarla, alimentarla. Había ganas, muchísimas ganas de Estopa. Después de cuatro años, David y José están aquí. Y vaya si tenían ganas también. Ganas de liarla.
La primera canción, que empieza a sonar a las 22.07 horas, es Calorro. El público se empieza a poner en pie. Aplauden. Cantan. O eso intentan. Gritan. Miles de voces se entrelazan con las de los hermanos Muñoz. Le sigue Vino Tinto y la timidez va dejándole paso a la locura. Un aplauso atronador recibe esta fiesta de aniversario.
—¡Buenas noches, Málaga! —gritan desde el escenario—Bienvenidos a este concierto que supone 20 años de canciones. Disfruten ustedes.
Fuego es el tercer tema en sonar en el Palacio de Deportes Martín Carpena. Como si los asientos quemasen, los fans de Estopa se iban poniendo en pie. En sus caras se ven sonrisas cómplices y miradas felices.
No es hasta que suena Malabares, la quinta canción, cuando el Palacio retumba por las palmas de los asistentes. El sonido es atronador. La fiesta de la música está aquí. Siguen con Corazón sin salida, Vacaciones, Pastillas para dormir, Atrapado y Camiseta de Rockanrol.
Intercalan las canciones más antiguas con las del último disco. Y con otras menos nuevas. Como ellos dicen, es un viaje en la máquina del tiempo.
Suenan los primeros acordes. La gente enloquece. Gritan eufóricos. Se miran con la boca abierta y vuelven a mirar al escenario: Por la raja de tu falda toma el control de todos. Como un himno nacional, nadie puede estar callado o parado. El Palacio se viene abajo. El tiempo se detiene. El tema es historia de España y hay que rendirle el homenaje que se merece. Y Málaga está a la altura.
Se le canta el cumpleaños feliz al percusionista de la banda. Se emociona. Antes habían sonado Cuando cae la luna, Penas con rumba y Fumando petardos, pero parece que está incluida en la setlist.
Ya no me acuerdo es una de las más coreadas. El público le tiene cariño. Y hay de todo: desde los más fieles de los inicios, hasta nuevas generaciones. Hay ancianos pasándolo bien y niños que se han despedido del sueño para disfrutar de Estopa. Una abuela, una madre y su hijo. Tres generaciones juntas. Eso es lo bonito de la música.
Estopa no tiene edad. Estopa es parte de la historia de España. Estopa es eterno.
Cuando amanece retoma el sentir festivo. Mueve más a los presentes. Imitan los gestos del guitarrista. Hay risas. En Pobre Siri hay burlas a la tecnología, incluso una parte la canta, o al menos lo intenta, el programa del móvil. Hace gracia.
El incendio estaba en un punto álgido. Suenan al unísono las miles de voces cantando Cuando amanece, mientras, sobre el escenario, los hermanos contemplan emocionados cómo su canción no es suya, sino de todos.
—Esta canción la vamos a seguir cantando toda la vida y se la dedicamos a la gente que madruga para levantar España, y Andalucía madruga mucho.
El público parece que quiere quedarse sin manos. Duelen de tanto aplaudir las palabras de David y José Muñoz. Suena Pastillas de freno. Se levantan los puños y se mueven los brazos al compás del ritmo de la batería.
El desfase lo propicia Partiendo la pana. Eso era una fiesta. Nada que envidiar a las típicas de películas americanas. Estopa consigue poner a todo el mundo en pie, bailando, saltando, cantando. Partiendo la pana, vamos. Le sigue Fuente de energía y tremendo aguante tiene el público malagueño. Los hermanos siguen dándolo todo y haciendo olvidar a los asistentes todos los problemas. Solo se vive ese concierto. Nada importa más. No existe nada más que Estopa en el escenario.
Paseo se corea en el Martín Carpena. Parece elegida a propósito por el paseo musical en el recorrido de la carrera de los protagonistas de la noche. Acaban de cantar y el público sigue con la letra. Sin música. No les hace falta. Demuestran que se saben todas las letras a la perfección.
Llega el momento más íntimo del concierto: David y José se sientan en un taburete cada uno y ambos tocan la guitarra. Suenan los temas más lentos. Entre ellos, el más sentido es Demonios.
Pero como en todo, llega el final. El encargado del colofón es Como Camarón. ¿Quién no la ha cantado nunca a pleno pulmón en casa o en el coche? El público se desgarra la voz con la última canción. No una más de la lista, sino una legendaria.
Legendaria como Estopa. Estopa es parte de España y España es Estopa. Los hermanos Muñoz son puro fuego, son una rumba que incendia a miles de personas, las une y abrasan todo a su paso sin importar el qué. Allí lo que cuenta es que se detenga el tiempo en esas casi dos horas y media de recorrido de sus 20 años, sus bodas de Porcelana.