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(Mar Bassa/Estudiante de Periodismo en la UMA) Cállate la boca. Baja abajo. Entrar adentro. Aplaudir con las manos. Testigo presencial. Supuesto hipotético. Barrer con la escoba. Venir aquí. Y así podría seguir con una infinidad de ejemplos. Seguro que tú, o alguien muy cercano a ti, utilizas pleonasmos. No es necesario que explique qué son porque ya ha quedado claro.
Pues bien, en la lengua se usan redundancias —que, por otro lado, deberían evitarse—, y estas llegan a casi todas las ramas. Por supuesto y como no podría ser de otra manera, al periodismo también. No tendría que ser así porque, en teoría, se tiene que cuidar mucho la forma de expresarse.
Pero, ¿qué pasa cuando no es tanto el qué sino el quién?
Resulta que a los jóvenes, a los que aún estamos estudiando o a los que llegan a las tres décadas de vida, nos tienen casi prohibido escribir columnas. Suena fuerte, pero es así. Y si no nos lo prohíben, como mínimo, nos miran mal.
Aquí es donde entra en gran pleonasmo de la profesión: todos, absolutamente todos los que defienden que no tenemos que empezar por el género de opinión y que debe ser el último que hagamos, son todos cincuentones. O casi.
Vaya, qué curioso, qué sorpresa.
Parece ser que hasta que no seamos unos octogenarios no vamos a poder opinar de nada. Sencillamente porque no sabemos de periodismo y nos tenemos que formar en “la trinchera» y tocar todos los palos. Vamos, que ellos se dediquen a escribir columnas desde su casa sin que nosotros les quitemos su puesto, vaya a ser… Para eso tendremos que esperar a que se jubilen —o se mueran, porque hay quien sigue colaborando hasta sus últimos días— y es entonces, a nuestra cincuentona edad, cuando podremos hacerlo.
Porque no, los jóvenes no tenemos opinión formada sobre nada y no somos nadie para hacerlo. “Tú no sabes nada sobre la vida, ya aprenderás cuando vayas creciendo». ¿Cuántas veces nos han soltado esa frase? ¿No se dan cuenta de que quedan de señoros rancios? Ubíquense.
Fíjense que apenas tocamos este género en la universidad, la cuna del conocimiento. Demasiadas coincidencias. Aunque quizás sea porque el planteamiento de la carrera no está bien hecho. Quién sabe, yo prefiero seguir con mi teoría conspiranoica.
Los jóvenes sí tenemos opinión, tenemos la nuestra propia y tiene el mismo valor que una persona cuatro veces mayor. Por lo tanto, sí, podemos escribir opinando sobre un tema. Seguramente las primeras veces sean una completa bazofia. Pero solo practicando es como se aprende, escribiendo es cuando nos sentiremos cada vez más cómodos e iremos forjando nuestro propio estilo.
Pero para eso nos tienen que dejar. No nos tienen que mirar mal.
No nos corten las alas antes de volar.
En definitiva, los pleonasmos o redundancias en el periodismo sobran. Repitiendo otra vez lo mismo, señores de cincuenta, dejen de decir que solo los señores de cincuenta años pueden dedicarse a la opinión.