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(Redacción: Rocío Rodríguez/Fotografías: Shay Conaghan) “Próxima parada: Palacio de los Deportes, final de línea. Next station: Palacio de los Deportes, end of the line”. Suena la megafonía del metro de Málaga y sale de esa Línea 2 una gran masa de personas, en su mayoría jóvenes de no más de 25 años. Este sábado 22 de febrero no se trata de un partido del Unicaja el que llena el metro, sino un chico de 23 años que lleva consigo música y emoción.
La entrada al Palacio de los Deportes José María Martín Carpena da lugar a una fila que se extiende hasta el final de la calle. Nervios, impaciencia y ganas se respiran en el ambiente. Todas esas personas están deseando escuchar a Beret.
Al entrar al pabellón, se escucha a la gente. Las gradas se están completando y la pista está a rebosar. 21:10 de la noche, se apagan las luces y el público grita de emoción. Han esperado mucho tiempo para este momento.
Iluminado solo el escenario, la banda comienza a tocar. 21:11, por fin aparece Francisco Javier Álvarez Beret. “Si por mi fuera, si por mi fuera…”, canta él y canta la gente. El espectáculo ha comenzado.
El artista no defraudó a nadie en el segundo concierto de su gira Prisma Tour que trasladó emoción, ilusión y felicidad a todos los fans que allí había. Beret contaba que su primer concierto también fue en Málaga y señalaba: “Desde la París 15 al Carpena”. Un escenario muy especial para él, que demostró cada segundo para que los asistentes sintieran lo mismo. Porque en su primera vez en la ciudad fueron 600 personas en el público y, este sábado, fueron 7.000.
Beret interpretó baladas con las luces apagadas y foco apuntándolo, mientras que el público alzaba sus móviles con las linternas encendidas como un mar de estrellas para su música. Cóseme, Te echo de menos, Ojalá… Todas esas canciones que encantan y él para de cantar y así escuchar al gentío que se las sabe todas. Especialmente, emocionaba recitando más que cantando Prisma, solo con el piano y la luz blanca sobre él.
“Lo que más me gusta de los conciertos es que hay un punto de inflexión”, relataba el artista. Ese momento llegó cuando, en el ecuador de la función, se paró la música y Beret comenzó a contar que lidiaba con un trastorno de ansiedad. Con este preámbulo presentó Desde Cero.
Beret jugó con el público junto a su corista Víctor, al que presentó como a un buen amigo estableciendo: “Soy cantante a medias, pero arquitecto nulo”. Animaron al público con una pequeña competición por equipos, cuál de los dos gritaba más alto el famoso “bara, bara, bara…” y la modificada respuesta “Beret, Beret, Beret”.
El espectáculo también regaló momentos de baile con Me Mata, Sentir… Por supuesto, interpretó Me llama, esa canción con la que parece decir: “Me llama y me llama, «y soy Beret»”. Para pisar fuerte y dejar claro quién es y lo que puede hacer en un espectáculo con ráfagas de fuego y fuegos artificiales.
Al final del concierto, dio las gracias a los asistentes justo antes de interpretar su famosa Lo siento y la gente quedarse casi sin voz. Presentó a todo su equipo, no solo a su banda, y cantó una más para que no acabara “triste”. Beret pidió una foto con todo el público y acabó de nuevo con el “bara bara bara… bere bere bere…”.
El concierto había acabado y las personas salían contentas de haber visto al artista interpretar en directo sus canciones favoritas. Tocaba volver a casa, en metro o no, pero con la sensación de haber vivido un momento muy especial en un viaje de sentimientos que es un concierto de Francisco Javier Álvarez Beret.