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(Ana María Jiménez Gómez) Hasta dentro de algo menos de un año no sabrá a café del Framil acompasado por los gritos y risas de los hombres de trono en la planta alta de la cafetería mientras se ajustan el fajín. Hasta dentro de un año, no olerán las calles de Málaga a incienso ni resbalará el asfalto del centro con la cera que suelta el calor de una vela de un nazareno. Hasta dentro de un año, no veremos el mecer de un trono en la Tribuna de Pobres al ritmo de los cientos de aplausos que arrancan las lágrimas de la Virgen o los clavos de Cristo. Hasta dentro de un año, no se quemarán las yemas de los dedos los más pequeños con la rugosa bola de cera. Hasta dentro de un año, no oiremos cornetas y tambores anunciando amor, fe y esperanza por la curva de Casapalma, calle Cisneros, calle Carretería, la Catedral o la propia Larios.
Faltan 357 días para que llegue el Domingo de Ramos de 2021. Para que llegue un Domingo de Ramos como el que conocemos. Para que llegue un Domingo de Ramos con Lágrimas y Favores saliendo de San Juan al paso del himno, con la Pollinica rodeada de niños y palmas, con la Salud, que tanta falta hace este año, luciendo ese aire tan sevillano. Así con cada una de las nueve Cofradías que colorean Málaga ese bendito día.
Y es que, la Semana Santa de este año, ha empezado hoy sin toques de campana, sin incienso y sin tronos. Una cuenta que nadie lleva desde que se cancelaron las salidas procesionales. Este año, haremos como que ha llovido y rezaremos para que el siguiente haga uno de esos Domingos de Ramos de mangas cortas, cielo azul y procesiones.
Al fin y al cabo, solo queda un año, algo menos de un año.