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Hasta ayer unos miraban con nostalgia, otros casi con desdén, y la mayoría con desmemoria a la denominada España VACIADA, pero por meridiana justicia deberíamos desde hoy, llamarla como se merece, realmente es y siempre lo fue: nuestra España DISPUESTA.
Sin lugar a dudas, la situación a la que nos enfrentamos, no tiene precedente alguno. Y nos pone frente a series de números, cuyas magnitudes por grandes que sean, no llegan a reflejar el dolor y los sacrificios que nuestra sociedad soporta y afronta estos días, y mucho menos lo que deberá sufrir y esforzarse para superar esta pandemia, para sanar y recuperarse de las profundas heridas que dejará en nuestra matriz social y económica.
La vuelta a las raíces, supone una excelente opción y una inmejorable oportunidad no sólo para la solución a los gravísimos costes que nos cobrará esta crisis, sino también para muchos de los problemas que nuestra sociedad en su vertiginosa inercia, venía viviendo sin reaccionar.
Podemos enumerar determinadas realidades preexistentes a esta crisis, como la desocupación enquistada en nuestra juventud y en los mayores de 45 años, la saturación y emergencia habitacional en las grandes ciudades, una matriz laboral concentrada, y en nuestros pueblos de interior, la despoblación y envejecimiento, la retracción inexorable de la red de servicios básicos como sanidad, educación e infraestructuras y, en general, la desinversión pública y privada en nuestra España olvidada.
Y algunos de los cambios de paradigmas a los que nuestra sociedad se ve obligada con esta crisis: el teletrabajo, nuevos y extendidos hábitos de comercio on-line, nuevas conductas sociales que generará esta pandemia, en los hábitos de reunión tanto profesionales como de ocio, en las exigencias de mayor distancia, en la necesidad de evitar el hacinamiento, ya no sólo en las viviendas, sino también en el ámbito laboral, en el transporte, en los lugares de ocio y, por supuesto, en la hostelería.
Analizando la suma de las problemáticas de nuestra España vaciada y las que nos pone por delante esta crisis del COVID-19, podemos llegar a una conclusión sorprendente y es que podemos aplicar una serie de soluciones que atacan y pueden dar respuesta a ambas problemáticas a la vez.
La relocalización de empresas, la transformación de los productos primarios en origen, el turismo rural, la revitalización de nuestros pueblos por la dinamización de su matriz productiva y/o comercial permitiendo su reconexión a la economía nacional, europea y mundial, no son ya necesidades, ahora son obligaciones y realidades, tan posibles como necesarias.
Deben los gobiernos y las empresas abocar sus esfuerzos y redirigir sus metas desde ya, entendiendo que la mejor opción para la optimización de los recursos y las políticas extraordinarias que se aplicarán a niveles europeo y nacional, autonómicos y provinciales, es una acción simultánea y coordinada sobre los problemas que nos impone esta crisis y los de nuestra España vaciada.
Deben implementar estrategias que permitan que la recuperación, en la que estamos todos embarcados, sirva para solucionar a la vez ambos problemas.
Desarrollar planes y políticas que permitan aprovechar la oportunidad que nos brinda la crisis para optimizar los créditos, las ayudas, los incentivos, y las políticas de reinversión, son una obligación de nuestros dirigentes para asegurarnos como sociedad, una salida más rápida, más sostenible, así como la más justa para nosotros y las próximas generaciones.
Marcos Ontiveros
M.C.O. Advisor Consultoría y estrategia