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“Cuando yo uso una palabra -afirma Humpty Dumpty- quiere decir lo que yo quiero que diga”. “La cuestión -replica Alicia- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes”. “La cuestión -concluye Humpty Dumpty- es saber quién es el que manda…, eso es todo”.
Merkel ha declarado, con motivo del Día de Europa, que Berlín hará su parte para que la Unión Europea (UE) sea más fuerte tras la crisis del coronavirus. Sus palabras vienen tras el puñetazo doble con el que Alemania ha golpeado al Banco Central Europeo y su autoridad, y a cualquier solución monetaria -frente a la gravísima crisis económica que ha empezado a asolar Europa debido a la pandemia- que sea solidaria entre los países que integran la UE. Las palabras significan lo quiere que digan quien tiene el poder.
Un puñetazo doble son dos golpes tan simultáneos que parecen uno solo. Primer golpe del puñetazo. El Tribunal Constitucional alemán acaba de emitir un fallo por el que declara ilegal el programa de compra de deuda pública (PSPP) del Banco Central Europeo (BCE). El Bundesbank -el banco central alemán- aporta alrededor de un cuarto, un 26%, del capital del BCE. El fallo, consciente y obviamente se ha hecho público cuando la pandemia se extiende por toda Europa. En marzo de 2015 el BCE inició un proceso para facilitar la liquidez monetaria en el seno de las economías de los países europeos con un programa de compra de deuda pública. Sus beneficios alcanzaron en mayor medida a los países más ahogados por la creciente deuda pública surgida principalmente al ser obligadas a rescatar a sus grandes bancos y su deuda privada, entre ellos, España con el 100,5 % de deuda respecto al PIB. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ya sancionó su legalidad en diciembre de 2018.
Segundo golpe del puñetazo. La publicación de la sentencia alemana ha sido apoyada con un inmediato aumento de las primas de riesgo de España e Italia. Aunque el tribunal alemán no va a poder paralizar a posteriori el programa PSPP, sí puede poner un serio obstáculo al BCE para llevar adelante un nuevo programa similar de compras masivas de deuda de hasta 750.000 millones de euros para afrontar la crisis económica iniciada con la pandemia. Este nuevo programa, anunciado por Christine Lagarde, actual presidenta del BCE, pretende ayudar a las economías seriamente dañadas por el Covid-19. Ante la gravedad de la crisis, el BCE estaba dispuesto a aumentar las compras de bonos más allá del 33% por país, que era hasta ahora el máximo permitido.
Una ley puede aplicarse de manera opuesta, porque la cuestión es quién manda. La UE y el BCE han utilizado el rango superior de las leyes europeas para que fueran asumidas por las leyes de los Estados miembros. Es la excusa que ha utilizado Merkel continuamente para imponer los intereses de la oligarquía financiera alemana y doblegar a otros países europeos. Así lo hizo para obligar al gobierno griego a aceptar las más salvajes y leoninas condiciones del rescate. Así lo hizo Merkel con España en el verano de 2011 cuando obligó a Zapatero, en el gobierno, y Rajoy, en la oposición, a cambiar la Constitución española, el nefasto artículo 135, para blindar el pago de la deuda a los bancos extranjeros y ponerla por delante de las pensiones, la sanidad y la educación de nuestro. Al contrario, Alemania no ha cambiado sumisamente su legislación para ajustarla a la europea. Opuestamente, se permite ahora afirmar que si una medida europea como la política monetaria del BCE no está de acuerdo con sus leyes -con los intereses de la oligarquía financiera alemana- no la acepta.
En tiempos de tempestad, ganancia de ladrones. El criminal principio, actualizado, por el que se guía la oligarquía financiera alemana, ‘no hay pandemia que por bien no venga’. Los bancos alemanes son los grandes acreedores de la UE. En un dramático momento en el que, acosados por los efectos de la pandemia, todos los países de la UE encaran la necesidad de dar un salto en su endeudamiento -y necesitan imperiosamente liquidez y protección para que esa nueva oleada de deuda no se convierta en una losa insoportable- la banca alemana ha encontrado la oportunidad de aumentar sus beneficios -y también cubrir sus vergüenzas porque tiene sus agujeros negros y sus pufos- que perdería con la “mutualización” de la deuda.
Porque la banca alemana tiene sus beneficios pero acarrea sus basuras. Resulta que mientras en España, por imposición europea, ya sólo quedan dos cajas de ahorros de las 45 que existían cuando se inició la crisis de 2008, en Alemania subsisten todavía unas 400 cajas locales. Alemania es prácticamente el único país de la UE donde hay cajas de ahorros de este tipo. Por otro lado el Deutsche Bank, el gigante de la banca alemana tiene serios problemas y acumula tres años de pérdidas aunque el año pasado haya tenido un tímido beneficio de 341 millones de euros. Pero afronta problemas muy serios como su implicación en escándalos de manipulación de los tipos de interés, en casos de corrupción y de lavado de dinero.
Merkel impuso -la cuestión no es la ley sino quién manda- a la UE que las cajas de ahorro locales no fueran supervisadas por el BCE. El problema es que cada una de las entidades por sí sola no supone un gran riesgo, pero en su conjunto suman cerca de un billón de euros, algo así como el equivalente a los activos en España de Santander, Caixabank y BBVA, un 20% de los activos de la banca alemana. Tanto el Deutsche Bank como las cajas de ahorros, medianas y locales, acumulan basura. Necesitan robarnos mucho más dinero, asfixiándonos con la soga de la deuda.
Con impúdico descaro, el tribunal constitucional alemán nos ha golpeado con su sentencia de que las leyes europeas no importan, que lo único que importa es quién manda en la UE. Un siniestro aviso, y una grave amenaza para países como España.