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No es una crispación espontánea, es una crispación planificada. Todos los días se monta un numerito, un espectáculo vergonzoso. No tiene nada de expresión natural de divergencias políticas. Es una crispación artificial, diseñada para destruir. Una crispación vírica formulada y producida en laboratorios políticos para distribuir masivamente e infectar el Congreso, los informativos, las tertulias, y toda la sociedad española.
Porque mayoritariamente la sociedad está unida -independientemente de las más diversas opiniones sobre la gestión del gobierno- en la necesidad de salir juntos de la pandemia sanitaria, y de la crisis económica y social que ya nos está golpeando. Y esa es la cuestión verdadera. Ya sufrimos otra vez una crisis. Y la cuestión es quién va a pagarla.
Y la oligarquía quiere que seamos los demás, el 90% de los españoles. Que paguemos con una década de recortes y ajustes, bien blindados sean permanentes e irreversibles, ante el rechazo mayoritario de la ciudadanía. Y un gobierno como el actual -que influenciado en demasía por las demandas de la mayoría social progresista- no es útil ahora para sus intereses. Es un gobierno a derribar por métodos al margen de las urnas democráticas.
La realidad es que mientras los sectores más desfavorecidos de la población están sufriendo brutalmente los efectos de la crisis sanitaria, y sus consecuencias económicas y sociales, las 23 mayores fortunas de nuestro país han aumentado su patrimonio accionarial en 14.000 millones de euros, según Forbes.
Esto hay que ocultarlo. Por eso, “la disputa sobre el número de muertos”. Por eso, la ceremonia de la confusión con los números de los fallecimientos que dan las funerarias, y con los del Registro Civil, para poner en cuestión las cifras de las autoridades sanitarias españolas sobre la pandemia. Porque hay un plan, crispar para ocultar.
Por eso tratan de llevar a juicio al máximo responsable en la lucha contra el Covid-19, al doctor Fernando Simón. Por eso, cualquier posible error -conscientes del desconocimiento general sobre la pandemia existente a todos los niveles, nacionales y extranjeros- para presentar denuncias en los juzgados. Porque hay un plan, crispar para ocultar.
Por eso se reaparecen unas imágenes “robadas” de la ministra de Igualdad, Irene Montero -imágenes que se han guardado para utilizarlas meses después-; porque hay un plan, crispar para ocultar.
Por eso ciertas asociaciones de miembros de la Guardia Civil presentan denuncias corporativas con el mismo hilo conductor y un objetivo común -pedir la dimisión del ministro del Interior Grande-Marlaska, uno de los adalides reconocidos de la lucha contra ETA-; porque hay un plan, crispar para ocultar.
Crispar como pantalla para ocultar una aguda confrontación de intereses de clase social, para ocultar un abismo social que la pandemia no ha hecho más que ensanchar aún más. Es el proyecto de los centros de poder de la banca, el Ibex35 y el gran capital extranjero. Un proyecto de una década de recortes y ajustes estructurales.
Pero es un proyecto muy difícil de llevar adelante con el gobierno de coalición más a la izquierda que existe en toda la Unión Europea, influenciado por las demandas de la mayoría social progresista. Y si el gobierno de Sánchez no va a ser útil para su proyecto de que la mayoría paguemos la crisis para mantener sus beneficios, lo mejor es derribarlo, y sin elecciones aún mejor. Y hay un plan, crispar para ocultar.
Para ello los centros de poder nacional y extranjeros tienen una táctica doble. Por un lado, dividir el gobierno, apoyando a los representantes de las políticas económicas ya aplicadas en la anterior crisis de 2010, y debilitando la influencia de Unidas Podemos y de aquellos sectores del PSOE influidos por las demandas de la mayoría progresista; apoyando un equipo económico que prepare un duro plan de recortes sociales en España para justificar el “imprescindible auxilio” de Europa.
Por otro lado, imponer un drástico giro político, que expulse a Unidas Podemos del gobierno, y deje un ejecutivo en solitario del PSOE en el apoyo externo del PP. En descaradas palabras de Luis María Ansón: “Una vez superada la pandemia, lo razonable sería articular un gobierno de gran coalición, sin Pedro Sánchez, para atender la devastadora situación económica y laboral que se avecina. Los menos piensan en una personalidad independiente que forme un gobierno tecnocrático”.