Un Espartero anglófono y un Narváez francófono

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Un miembro de la élite política siempre se exilia a la intimidad de su hogar político. En un tentador trabalenguas diríamos que Espartero era anglófono por anglófilo en su intimidad política; y Narváez era francófono por francófilo también en su intimidad política. Por eso, cuando triunfaban los conservadores, llamados Partido Moderado, de Narváez, Espartero se exiliaba en Londres -donde era agasajado con todos los honores-; y cuando triunfaban los liberales, llamados Partido Progresista, de Espartero, Narváez se exiliaba en París -donde igualmente era agasajado con todos los honores-; pero estamos hablando de dos personajes como Espartero y Narváez que se turnaron en el poder en España durante 30 años, entre 1840 y 1868.

Espartero y Narváez son las dos principales figuras militares y políticas del siglo XIX. Espartero será nombrado ‘Duque de la Victoria’ tras derrotar a las tropas carlistas. Y llegará a ser ministro, presidente del Consejo de Ministros y regente. Narváez alcanzará el título de mariscal de campo en el ejército, y será siete veces presidente del Consejo de Ministros. Detrás de estas dos figuras que determinaron el rumbo de la política española está la influencia inglesa y francesa.

Espartero comandará pronunciamientos en directa conexión con la embajada inglesa. Principalmente en 1840 –contra un aumento de la influencia francesa-, que obliga a la regente María Cristina al exilio en Francia. Espartero se proclama regente, y da paso a los gobiernos de Mendizábal. En el palacete de Espartero apareció una lúcida pintada: “Aquí vive el que manda en España, Espartero el regente, y el que manda en él, vive en la casa de enfrente” (refiriéndose a la embajada inglesa, cuyo edificio se encontraba al otro lado de la calle). Por su parte, Narváez comandará a los conservadores vinculados directamente a París. Jugará el papel clave en los sucesivos gobiernos, públicamente o en la sombra, impondrá un gobierno férreo que tendrá como principal consecuencia la consolidación de la influencia francesa.

La intervención de Inglaterra y Francia se dirige sobre los principales aparatos del Estado (ejército, partidos políticos…) cooptando y colocando bajo su dependencia a los principales cuadros: los conservadores se convertirán en una privilegiada plataforma de intervención francesa, mientras que Inglaterra hará lo propio con los liberales. Además, la masonería, red de intervención en manos de los ingleses, juega un papel fundamental en varios gobiernos y pronunciamientos militares al extenderse entre la élite de cuadros de la administración y el ejército.

La trayectoria de Mendizabal esconde valiosos servicios al imperio británico. Mendizabal ocupó cargos en el gobierno de España entre 1835 y 1843. Fue ministro de Hacienda y de Estado, además de presidente del Consejo de Ministros, e impulsó la desamortización de una parte de los bienes de la Iglesia, por lo que ha pasado a la historia como una de las referencias progresistas dentro de los liberales.

Participa en la Guerra de la Independencia y combate en Portugal contra los franceses bajo la bandera inglesa.  Era miembro de la logia masónica que organiza el golpe de Riego. Tras la caída del régimen liberal se exilia en Londres. Allí es cooptado como agente al servicio de la Reina británica, y se enriquece gracias al uso de información privilegiada en la City londinense.

Vuelve a España donde pasa a formar parte de los gobiernos españoles por imposición directa de la Embajada inglesa. El embajador inglés en Madrid dirá de Mendizabal: “A pesar de sus defectos es nuestro hombre en España y debemos de sacarle el máximo partido”. De hecho, Mendizábal despacha periódicamente con el embajador inglés, y aplicará medidas de apertura del comercio que favorecen a la industria de Inglaterra.

Porque el librecambismo era la política inglesa para copar el mercado español. Todos los países que se han desarrollado -también Inglaterra tras la revolución de Cromwell en 1640- han impuesto medidas proteccionistas para proteger su mercado nacional. Y también todas las grandes potencias exigen a los países que quieren dominar una apertura comercial total para poder monopolizar el mercado con sus mercancías. Los círculos más opuestos al librecambismo eran precisamente la burguesía catalana, los sectores más dinámicos de la industria nacional.

La desamortización de Mendizabal no será, como ocurrió en Francia, una revolución burguesa que impulse el desarrollo capitalista en el campo. Sólo trasladará la propiedad de unas manos a otras, de la Iglesia a los aristócratas, los burgueses y los caciques, y creando así mismo, en el seno de la oligarquía, unos vínculos privilegiados con el capital inglés.

En 1820 el pronunciamiento encabezado por el coronel Rafael de Riego, reinstaurará la Constitución de 1812 y abrirá un periodo de gobierno conocido como el “trienio liberal”. Se extenderá rápidamente por toda España, al conectar con el deseo mayoritario por liberarse de una opresión absolutista particularmente odiosa. Sin embargo sus conexiones desembocan en la embajada inglesa, a través de las logias masónicas a las que Riego pertenecía y que son una privilegiada vía de intervención de Londres. Las consecuencias del golpe de Riego son la paralización del envió de tropas que iban a sofocar las revueltas independentistas en América -y que Riego debía comandar- que aceleran la desmembración del imperio; y, en segundo lugar, la expansión de la influencia inglesa durante el “trienio liberal”.

Pero París responde con la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823, una invasión militar. Bajo el amparo de la Santa Alianza (coalición absolutista integrada por Rusia, Austria y Prusia) 95.000 soldados franceses entran en España y derrocan el régimen liberal. Restablecen el poder absolutista de Fernando VII y permanecen entre dos y tres años en España pagados por la Hacienda Pública española. En cada organismo importante nombran a una especie de comisario francés, los “hombres de negro” de aquel entonces, que actuarán como el auténtico “gobierno en la sombra”.

Todo el siglo XIX español está recorrido por pronunciamientos y luchas populares y revolucionarias. Pero el factor determinante será la intervención de Francia e Inglaterra disputándose el dominio para convertir a España en su área de influencia. Una intervención en primer lugar política y militar sobre los principales aparatos y cuadros del Estado y sobre los principales nódulos de la nueva clase en formación, la oligarquía financiera y terrateniente. A través de la cual se va a imponer un masivo saqueo de las riquezas nacionales por parte del capital extranjero.

Eduardo Madroñal Pedraza