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Este viernes, 28 de agosto a las 11:30h, desde distintas organizaciones y movimientos ecologistas, hemos realizado bajo el paraguas de 2020 Rebelión por el Clima una concentración ante el consulado de Brasil en Málaga. Tras una campaña de redes que todavía no ha terminado, justo a diversas movilizaciones a nivel internacional, lanzamos nuestro apoyo a la acción realizada en Madrid a esta misma hora desde nuestra ciudad.
A día de hoy, cerca del 17% de la Amazonia ha sido deforestada. Si se supera el 20-25% de deforestación, más de la mitad de la selva tropical se convertirá en una sábana. Además, este año vimos un gran aumento en los incendios: 6.803 solo en julio del 2020, 28% más que en julio del 2019. 10.136 fuegos fueron reportados en los primeros días de agosto. El Amazonas es un importante sumidero de carbono, ya que absorbe anualmente 1/4 del CO2 que absorben todos los bosques del mundo. Sin embargo, a medida que se deforesta el Amazonas, como bien indica la BBC, los árboles muertos comienzan a liberar dióxido de carbono a la atmósfera, y la selva tropical se convierte en una fuente de CO2.
Nos hemos reunido para denunciar cómo el acuerdo comercial UE-Mercosur impulsaría la destrucción del Amazonas, ya que ratificarlo mientras aumenta la deforestación sería una victoria para el presidente Bolsonaro y una clara señal de que a la UE no le importa la selva tropical. Decimos esto ya que a través del Acuerdo Comercial UE-Mercosur, la UE importará aún más soja y carne vacuna de Brasil, impulsando así la deforestación de la selva tropical. Entre otras medidas que ponen en peligro estas tierras, Bolsonaro quiere aprobar una ley que permita la deforestación en tierras indígenas, que destacan por su gran biodiversidad. No deja de llamar la atención cómo los pueblos indígenas son menos del 5% de la población mundial, pero protegen el 80% de la biodiversidad mundial.
Pedimos a los y las líderes europeos y europeas que se tomen en serio la idea de detener la deforestación del Amazonas, congelando el acuerdo UE-Mercosur. Proteger la Amazonía y a las personas que la habitan es crucial para defender el futuro del planeta y la vida en el mismo.