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(Fernando Claudín di Fidio/ El Escritor de Sombras)
Cuenta la leyenda popular que en Málaga vive el fantasma Paco Pita, nacido tras el deceso de Vicente Valiente, un niño de cinco años atropellado por el tranvía en la calle de la Victoria en septiembre de 1925.
Vicentico ascendió al cielo transformado en ángel de la guarda para proteger a sus paisanos. Desde entonces ha evitado tantos percances, siniestros, fatalidades, disputas familiares y rupturas sentimentales, que muchos le encienden candelas en la iglesia y lo mencionan en sus preces de agradecimiento junto a la Virgen de la Victoria.
La fatalidad enganchó el pie de Vicentico en los raíles que atravesaban la calle de la Victoria justo cuando se acercaba el tranvía, donde viajaba un guardia municipal que cubrió el cadáver con un saco de arpillera (cedido por un comercio cercano) y encargó a otro guardia municipal que lo custodiase mientras él daba parte.
Compareció el juez del distrito, don Gonzalo Fernández de Castro, para proceder al levantamiento del cadáver. Cuando el guardia municipal que lo custodiaba retiró el saco de arpillera, vio que la víctima era su hijo.
Por la noche Vicentico se transfiguró en Paco Pita, mote que le vino por la costumbre que tenía el niño de repetir con regocijo infantil esa expresión cuando se acercaba el autobús que lo recogía para llevarlo al colegio y regresarlo al hogar: la línea el Limonar, cuya ruta cubría un solo autobús, de color blanco, propiedad de la empresaria Carmen Tello, quien ejercía de cobradora y trataba a los clientes con inusual familiaridad: paraba el autobús e iba a preguntar por ellos si faltaban a su cita con el Limonar o interrumpía la marcha para esperar a quienes se retrasaban.
Vicentico se sentía como en casa en el autobús blanco de el Limonar, bendecido por Carmen, que parecía madre en vez de empresaria, y exclamaba con inocente júbilo: ¡Paco pita, Paco pita! cuando lo veía acercarse conducido por Paco, un simpático sevillano que respondía al niño tocando el claxon.
Viajer@, si paseas por Málaga y oyes una voz infantil profiriendo con regocijo: ¡Paco pita, Paco pita!, haz que eres tú el conductor sevillano del autobús que tanto alegraba a Vicentico y él te lo agradecerá por siempre.
~~~Al lector que le guste esta leyenda, que la tome como prenda~~~