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La estrategia dirigida a la población en general, especialmente a las mayores de 60 años, informa sobre los factores de riesgo y los hábitos de vida saludables para su prevención
(Prensa Junta Andalucía) La viceconsejera de Salud y Familias, Catalina García, el director general de Cuidados Sociosanitarios, José Repiso, y el coordinador del Plan Andaluz de Atención al Ictus, Joan Montaner, han presentado hoy en la Consejería de Salud y Familias la Campaña de Prevención y Atención al Ictus ‘Es un ictus. Llama al 061’.
El hecho de que sea una enfermedad frecuente, con impacto en la discapacidad y mortalidad, y que se disponga de un tratamiento eficaz en las primeras horas tras el evento agudo, son los motivos que han hecho que la Consejería de Salud y Familias, en coordinación con el Plan de Atención al Ictus, “identificara la necesidad de crear una estrategia informativa y de comunicación dirigida a la población en general, y especialmente a las personas mayores de 60 años, para que puedan identificar los síntomas y signos asociados a un ictus, facilitándose su atención inmediata”, ha explicado Catalina García, que ha añadido que “la campaña también informa sobre los factores de riesgo asociados a los accidentes cerebrovasculares y los hábitos de vida saludables para su prevención”.
El ictus es una enfermedad cerebrovascular que se produce por la disminución u obstrucción del flujo sanguíneo. La sangre no llega al cerebro en la cantidad necesaria y, como consecuencia, las células nerviosas no reciben oxígeno, dejando de funcionar. Al ictus también se le conoce como accidente cerebro vascular, embolia o trombosis. Aunque puede producirse a cualquier edad, su riesgo aumenta con la edad, siendo más frecuente a partir de los 55 años.
El ictus representa un problema de salud grave, con gran impacto sociosanitario, siendo el problema neurológico grave más frecuente. A pesar de los enormes avances realizados en el manejo del ictus en nuestra comunidad, la incidencia del ictus es de unos 200 casos por cada 100.000 habitantes al año; es decir, en Andalucía sufren un ictus cada año más de 17.000 personas. Esto lleva a que, a lo largo de sus vidas, uno de cada cuatro andaluces sufrirá un ictus. La Organización Mundial de la Salud prevé un incremento de la incidencia de ictus del 27% hasta 2025, debido al progresivo envejecimiento de la población.
Uno de los principales problemas del ictus es las secuelas que produce en términos de discapacidad física y cognitiva. Además, es la primera causa de mortalidad entre las mujeres, y la segunda entre los hombres, provocando el 10% de la mortalidad total (13% mujeres y 8% hombres). En Andalucía, la mortalidad por ictus es la más alta de todo el territorio nacional. Además, es la primera causa de invalidez permanente en el adulto, teniendo un elevado coste sociosanitario, que ronda los 1.000 millones de euros al año.
Los tratamientos más avanzados actualmente para el abordaje de un evento agudo se basan en la reperfusión de la corriente sanguínea que ha quedado interrumpida y son tiempo dependiente, lo que significa que existe una ventana de tiempo tras el episodio agudo en el que los tratamientos son eficaces para la reducción de las secuelas y la mortalidad, pero si se pasa de este tiempo, dejan de serlo.
Factores de riesgo y hábitos de vida saludables
El 90% de los casos de ictus se podrían evitar con una adecuada prevención de los factores de riesgo y un estilo de vida saludable. “Aunque son numerosos los factores de riesgo para desarrollar una enfermedad cerebrovascular, los principales factores de riesgo modificables para sufrir un evento agudo son la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol alto, la inactividad física y la obesidad, responsables de un elevado porcentaje de la morbilidad y la mortalidad por enfermedades no transmisibles de la población”, ha explicado el coordinador del Plan Andaluz de Atención al Ictus, Joan Montaner.
Los principales hábitos de vida saludables para prevenir el ictus son “evitar el consumo de tabaco, alcohol y drogas; aumentar la actividad física diaria y reducir el sedentarismo; seguir una dieta rica en verduras y frutas; reducir el consumo de sal, azucares, grasas saturadas y comidas procesadas”, ha detallado Montaner.
Estas intervenciones sobre el estilo de vida son al menos tan importantes como las medidas farmacológicas y, en muchos casos, incluso por encima de éstas, por lo que deben recomendarse y mantenerse en todos los pacientes, con independencia de que reciban o no tratamiento farmacológico.
Código Ictus
En tanto que enfermedad tiempo-dependiente, el ictus es una dolencia en la que de su rápida atención depende la supervivencia de quien se ve afectado por ella, así como su posterior recuperación sin secuelas. Es por ello que, en la cadena asistencial del ictus, es fundamental establecer sistemas que favorezcan una interconexión precisa entre los servicios de emergencia extra e intrahospitalarios.
Tal y como recoge el Plan Andaluz de Atención al Ictus, “el objetivo del Código Ictus es la puesta en marcha de forma inmediata de los componentes y estructuras implicadas en el diagnóstico y tratamiento en fase aguda del ictus. Se trata de un sistema que permite la rápida identificación, notificación y traslado de los pacientes con ictus a los servicios de urgencias”, ha señalado el coordinador del Plan. De este modo, puede ponerse en marcha el proceso intrahospitalario de diagnóstico definitivo y el potencial tratamiento mientras se traslada al paciente con ictus hasta el Servicio de Urgencias.
La correcta aplicación del Código Ictus enlaza con las recientes recomendaciones internacionales que tienen el máximo nivel de evidencia científica en el abordaje del ictus agudo. Se trata de cuatro medidas que son: las Unidades de Ictus, la Trombolisis, la Trombectomía y la Telerradiología/Teleictus. Cuatro prestaciones sanitarias básicas que el Servicio Andaluz de Salud ofrece al conjunto de la ciudadanía y que están orientadas a conseguir que el mayor número de personas que han sufrido un evento agudo puedan beneficiarse del tratamiento adecuado.
Centro Andaluz de Tele-Ictus
En este marco, cabe resaltar el Centro Andaluz de Tele-Ictus (CATI), ya que permite dar atención de calidad en el manejo del ictus a una gran área dispersa de la población, incrementando así los tratamientos de reperfusión que se inician en HARES y hospitales comarcales.
Dada la dispersión geográfica de Andalucía, el 30% de la población se encontraba a más de media hora de un centro en el que pudieran aplicar tratamientos de reperfusión si fuera necesario, y de ellos, un 25% estaba a más de una hora. Al implantar el sistema de Teleictus en los hospitales y HARES seleccionados, prácticamente todas las personas residentes en Andalucía quedan a menos de una hora de un centro donde poder administrar tratamiento indicado por un neurólogo vascular (y hasta un 93,5% de la población a menos de media hora).
El sistema adoptado en el Centro Andaluz de Tele-ictus (CATI) es el “Spoke and hub”, en el que el paciente llega a un hospital remoto (HARE o Comarcal) y es valorado por internet por un neurólogo vascular (ya esté de presencia en un hospital o localizado con acceso a la intranet), que por videoconferencia valora al paciente y gracias al sistema de radiología PACS puede valorar las imágenes de las pruebas complementarias, y en función de estas decide el mejor tratamiento para el paciente, que puede tratarse de: actitud expectante; tratamiento con fibrinólisis intravenosa; tratamiento con fibrinólisis intravenosa + traslado a centro con neurorradiología intervencionista; traslado a centro con neurorradiología intervencista; y traslado a unidad de ictus.
De esta forma, hemos pasado de tener 10 hospitales útiles para la valoración del ictus agudo e indicación del tratamiento por un neurólogo a 40 centros útiles con los 30 nuevos centros incorporados al CATI.
La cobertura de la zona de atención del CATI es de 3 millones de habitantes. Hasta el momento se han atendido 2.000 pacientes y hasta el 30% de ellos han recibido tratamientos de reperfusión. Ello ha supuesto un ahorro de 1,8 M € a corto plazo (fase aguda+subaguda) y de 12 M € a largo plazo evitando discapacidad en la vida del paciente. Además del ahorro económico y los resultados en salud, este sistema garantiza la equidad en el acceso al tratamiento del ictus en Andalucía.