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Hay resquicios en el tiempo/ cuando diminutos estiletes/ atraviesan de repente el corazón/ fugazmente/ y al parecer la sangre/ no es capaz de hallar herida/ por la que manar/ adecuadamente/ y el dolor se queda dentro/ primero agudo y rítmico después/ sangre y dolor encadenados/ persistentemente
Desde el pasado noviembre Marruecos ha aumentado la represión y el hostigamiento contra activistas saharauis en las zonas del Sáhara Occidental que ocupa, perpetrados con impunidad contra la población civil. Los últimos conocidos son el crimen de Mohamed Salem Fahim, la atroz paliza a las hermanas Khaya, dos juicios arbitrarios contra activistas y el secuestro de los menores Zakarias y Akram. Los actos agresivos van desde allanamientos de morada, detenciones arbitrarias, intimidaciones y coacciones hasta violencia física y torturas.
La represión se ceba en las mujeres, son las principales víctimas de las fuerzas de ocupación y los paramilitares. El más reciente y horrible -recogido entre otros por Democracy Now– ha ocurrido en la madrugada del pasado 12 de mayo, cuando el domicilio familiar de las hermanas Khaya en Bojador fue asaltado por paramilitares, a las que violaron con palos y tubos. Según informaciones del Equipe Media Sahara en El Salto, también en El Aaiún las activistas saharauis Mina Baali y Mahfuda Lufkir llevan meses arrestadas sin causa en sus domicilios, asediadas por la policía marroquí, que además impide la entrada de sus familiares. Muchas activistas, como Omsad Zawi el pasado 9 de mayo, han sido detenidas por ondear la bandera saharaui en la azotea de su casa con motivo del 48º aniversario de la creación del Frente Polisario, y en solidaridad con Sultana Jaya.
El reino alauita está aumentando la represión de la población civil saharaui en el territorio ocupado para impedir las movilizaciones contra la consolidación de la ocupación y ante la nueva expansión territorial, que rompe los acuerdos de alto el fuego y delimitación fronteriza. El más grave ha consistido en abrir en Guerguerat una brecha ilegal en el Muro, en violación del acuerdo militar que dio origen al alto el fuego en 1991. La República Árabe Saharaui Democrática (RASD) movilizó a numerosos civiles desde los campamentos de refugiados en territorio argelino para impedirlo pacíficamente. El pasado 13 de octubre el ejército marroquí penetraba en el paso de Guerguerat -que separa Mauritania del Sahara Occidental- para agredir a los civiles saharauis. La RASD lo denunció inmediatamente como una violación de la tregua con la entrada de las tropas de ocupación en esa zona desmilitarizada. Y el Polisario ha iniciado acciones defensivas contra el ejército alauita.
Para golpear al Frente Polisario el régimen alauita ha lanzado ataques militares, por un lado, y una campaña para aislar internacionalmente a la RASD. Militarmente, entre otras armas, ha pasado a utilizar drones israelíes, cuyo uso ha sido denunciado por el Frente Polisario tras el ataque sorpresa marroquí que acabó con la vida del comandante del Polisario Dah El Bendir el pasado 7 de marzo, en una operación con un dron Harfang israelí, según recoge El Español.
Marruecos también está planificando la ocupación de la sureña localidad saharaui de La Güera, controlada por patrullas mauritanas, según Periodistas en español. El objetivo es construir un puerto. Una ruptura más de los acuerdos de cese el fuego, en este caso también contra Mauritania.
Diplomáticamente, el reino alauita ha lanzado una ofensiva cuyo objetivo es extender de facto el reconocimiento del Sahara Occidental como parte de Marruecos, iniciado el pasado 10 de diciembre por Trump. Con España ha tensado todas las cuerdas diplomáticas por la hospitalización del líder del Frente Polisario, Braham Gali, en Logroño. Ha llegado a amenazar a España en sus comunicados con frases como “Marruecos toma nota y sacará todas las consecuencias” y es “un acto grave y contrario al espíritu de asociación y de buena vecindad”. Sin dejar de mencionar la posible activación de la exigencia de que Ceuta y Melilla sean marroquíes.
Con Alemania la diplomacia alauita ha criticado la “actitud negativa” de Alemania a tal reconocimiento y ha llamado a consultas a su embajadora en Berlín. Ello debido a que el Ministerio de Exteriores alemán apoya una solución “justa, duradera y mutuamente aceptable bajo la mediación de las Naciones Unidas”. Y la ONU sigue manteniendo que el conflicto debe resolverse mediante un referéndum de autodeterminación.
El respaldo estadounidense
Con Estados Unidos reconociendo-Trump mediante y Biden aceptante- la soberanía del Reino de Marruecos sobre el Sáhara Occidental -y la apertura de un consulado estadounidense en el territorio saharaui- a cambio de la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel, Rabat ha sabido sacar partido de la estrategia conjunta de EEUU e Israel para el control de Oriente Próximo y la agresión al pueblo palestino.
Además, poco después del reconocimiento alauita del Estado israelita, se firmó un nuevo contrato de adquisición de material militar estadounidense por el Gobierno marroquí, incluyendo armamento especial como los drones MQ-9. Avanzada tecnología militar que no suele venderse a los países árabes y que permite dar un salto a la capacidad bélica de Rabat para sus planes expansionistas.
El país alauita busca el objetivo de ser una potencia regional en el continente africano. Y el apoyo de la superpotencia estadounidense ayuda mucho, diplomática y militarmente. El proceso de rearme y las mejoras en sus capacidades militares podrían incrementar los riesgos en la región del Estrecho de Gibraltar y ser una amenaza militar para España.
La reclamación marroquí de la plataforma continental del Sahara Occidental hasta las 350 millas, con el apoyo y el reconocimiento estadounidense, supone que su objetivo va más allá de la importancia del aumento de las aguas pesqueras propias y llega hasta los montes volcánicos del archipiélago canario, sumergidos pero ricos en metales como el telurio, el cobalto y el plomo.
El estilete sigue en el corazón/ duele en cualquier momento/ pero la noche oscura/ duele más
Eduardo Madroñal Pedraza