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El Gobierno brasileño planea abrir la tierra de pueblos indígenas no contactados a una explotación mortal: quiere eliminar las Ordenanzas de Protección Territorial de emergencia (Restricciones de Uso) que actualmente protegen sus territorios.
Los expertos afirman que el plan podría llevar a la extinción a varios pueblos indígenas no contactados y destruir alrededor de un millón de hectáreas de selva, una superficie que duplica el tamaño de Delaware.
Estos pueblos indígenas son especialmente vulnerables, ya que sus territorios no están oficialmente demarcados ni protegidos. En la actualidad, lo único que se interpone entre ellos y los madereros, agroganaderos y acaparadores de tierras, bien financiados y fuertemente armados, son dichas ordenanzas, conocidas en Brasil como los mandamientos judiciales de “Restrições de uso”.
Siete territorios están actualmente protegidos por estas restricciones, la mayoría de las cuales deben renovarse cada pocos años. Tres de ellas expiran entre septiembre y diciembre de 2021, y son especialmente vulnerables.
Una de las ordenanzas protege el hogar en la selva de los últimos piripkuras. Tras una serie de masacres, solo se conoce la existencia de tres miembros de este pueblo indígena, aunque algunos estudios indican que puede que otros aún sobrevivan en las profundidades de la selva. Un estudio reciente de la ONG brasileña ISA demostró que el año pasado se arrasaron 962 hectáreas de selva en el territorio de los piripkuras, el equivalente a más de 1.000 campos de fútbol.
El presidente Bolsonaro y sus aliados tienen en el punto de mira los territorios de estos pueblos indígenas, que siguen siendo vulnerables hasta que sean completamente demarcados como tierras indígenas. Un senador cercano a Bolsonaro, por ejemplo, está exigiendo que se reduzca drásticamente el tamaño del territorio Ituna Itatá, y otros políticos estatales y federales aliados con los poderosos intereses de la explotación maderera, agroganadera y de la agroindustria tienen como objetivo otros territorios. El presidente Bolsonaro es muy favorable a estos intentos letales de acaparamiento de tierras, y ha afirmado explícitamente que quiere abrir todos los territorios indígenas a la explotación.
COIAB (Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña), OPI (Observatório dos Direitos Humanos dos Povos Indígenas Isolados e de Recente Contato) y Survival International han lanzado hoy un nuevo vídeo para exponer el plan de Bolsonaro. Estas organizaciones piden al Gobierno brasileño que renueve las ordenanzas de protección territorial, que expulse a todos los invasores, que proteja plenamente los territorios y que detenga el genocidio de Brasil – #StopBrazilsGenocide.
Angela Kaxuyana, una de las coordinadoras de la COIAB, ha declarado hoy: “¡No más masacres! ¡No permitiremos más invasiones! La movilización de los pueblos y organizaciones indígenas de la Amazonia y de toda la sociedad civil es muy importante para evitar que los territorios donde viven los pueblos indígenas aislados sean entregados a madereros, ruralistas, mineros de oro y otros depredadores de la selva. Si el Gobierno de Bolsonaro pone fin a las Restricciones de Uso, será un desastre más y un atentado contra la vida de estos pueblos, lo cual forma parte del gran plan de desmantelamiento de la política indígena en nuestro país. Necesitamos evitar que se pierdan más vidas en este (des)gobierno, estamos atentos para seguir defendiendo nuestros derechos a la vida, y los de nuestros familiares que viven autónomamente en sus territorios”.
Por su parte, Fabrício Amorim, del OPI, declaró: “La Restricción de Uso es un instrumento de política pública de vanguardia en Brasil, que garantiza con agilidad la vida y los derechos territoriales de los pueblos indígenas aislados. Es la máxima expresión del principio de precaución, previsto en las normativas nacionales e internacionales. El fin de las Restricciones de Uso significará el exterminio de los pueblos indígenas, o de algunos de sus segmentos, sin que haya tiempo de reconocerlos para garantizar sus derechos. Silenciará vidas poco conocidas y empobrecerá a la humanidad. Por lo tanto, es importante reforzar estos instrumentos, comenzar la demarcación de estas zonas y expulsar a todos los invasores”.
Elias Bígio, exjefe de la unidad de Pueblos Indígenas no contactados de la Agencia Brasileña de Asuntos Indígenas (FUNAI), dijo hoy: “Ahora la tierra de los piripkuras ha vuelto a ser ocupada por un grupo muy agresivo y violento que está dañando el medio ambiente y amenazando a todo el mundo. Los piripkuras aislados demuestran que no quieren el contacto. No tienen garantías en un contacto con ‘nuestra’ sociedad, dada la traumática relación que han tenido con los invasores. Permanecen allí en la selva y han elaborado sus estrategias para protegerse y sobrevivir. Consiguieron sobrevivir y están ahí, retirándose, recluidos en un pequeño territorio, y reclamando este territorio suyo”.
Sarah Shenker, coordinadora de la campaña por los pueblos indígenas no contactados de Survival, ha defendido hoy: «El futuro de varios pueblos indígenas no contactados que viven en territorios protegidos por ordenanzas de protección territorial de emergencia se decidirá este año. Ya han sufrido el robo de sus tierras y una violencia atroz y asesinatos a manos de foráneos. Las ordenanzas son actualmente lo único que se interpone entre ellos y una muerte segura. El complot de los agroganaderos y los políticos para acabar con las ordenanzas, robar estas tierras y aniquilar a los pueblos indígenas no contactados que viven allí, es parte del ataque genocida del Gobierno de Bolsonaro contra los pueblos indígenas de Brasil, y hay que bloquearlo. En los próximos meses, los aliados de los pueblos indígenas no contactados en Brasil y en todo el mundo presionaremos sin descanso para que se renueven las restricciones de uso, se expulse a todos los invasores y se proteja la selva por completo. Solo entonces los pueblos indígenas no contactados podrán sobrevivir y prosperar”.