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El Área de Lingüística General de la Facultad de Filosofía y Letras lleva décadas embarcada en un estudio sobre las hablas malagueñas y ha encontrado idóneas estas grabaciones, que hasta ahora estaban catalogadas en formato de cinta magnética y CD
(Prensa Ayto Alh Torre) El Área de Lingüística General de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Málaga (UMA) ha digitalizado un total de 73 archivos sonoros y videográficos que forman parte del Centro de Estudios e Investigación ‘Julián Sesmero Ruiz’ y que hasta ahora estaban catalogados en formato de cinta magnética y CD. Hoy se ha producido la devolución de los lotes originales y la entrega de la versión digitalizada, en un sencillo acto que ha reunido al profesor titular del citado departamento, Antonio Manuel Ávila, y al coordinador del Centro Sesmero, José Manuel de Molina.
Esta unidad didáctica de la UMA lleva más de 30 años investigando la evolución de las hablas malagueñas desde 1950 hasta nuestros días y recientemente contactó con la Concejalía de Patrimonio Histórico-Artístico con idea de conocer si se disponía de material en ese sentido, particularmente, entre las décadas de 1960 1990. De Molina ya tenía una importante base de datos catalogada en varios soportes magnéticos (bobinas revox, casettes y cintas VHS) y en discos compactos, que recientemente fueron cedidas de forma temporal para su digitalización.
Entre las joyas del Centro Sesmero ahora se encuentran entrevistas con la abogada y diputada Victoria Kent; el que fuera obispo de la Diócesis de Málaga a mediados del siglo XX, Emilio Benavent; el exalcalde Pedro Aparicio, así como personas de la calle y personajes populares, como un afilador. También existen pregones, programas de Radiocadena Española de mediados de los 80 y multitud de testimonios interesantes.
De Molina reconoce que ese archivo fonográfico y videográfico ha causado tanto entusiasmo en el equipo de investigación que el proceso de reconversión a mp4 ha sido llevado a cabo en tiempo récord. Gracias a esta digitalización, el Centro podrá difundir su contenido a través de las redes sociales y por Internet, algo que hasta ahora no había sido posible. Por tanto, se ha logrado un doble objetivo: enriquecer el patrimonio sonoro del Legado mediante su modernización y re-catalogación, por un lado, y contribuir decisivamente a la investigación de la Facultad de Filosofía y Letras. Y todo ello, de forma totalmente gratuita y sin coste para las arcas municipales, precisa el coordinador del Centro, quien ha querido agradecer al departamento universitario que se haya empeñado con tanto interés y rapidez.
En efecto, el profesor de la UMA ha reconocido que estos archivos contienen testimonios que pueden catalogar como “tesoros”. Ávila recalca que dicho material sonoro resulta muy provechoso para los análisis y futuros resultados del estudio. Y es que, por razones de tecnología, no les ha sido difícil acceder a documentos posteriores a 1990, todo lo contrario que a los correspondientes a las décadas anteriores. El docente se ha deshecho en elogios por la disponibilidad y generosidad del Centro Sesmero a la hora de aportar los lotes, aunque indica que también les ha sido posible acceder a otras fuentes interesantes, como emisoras de medios de comunicación y emisoras de radio locales, fundaciones privadas y, sobre todo, personas a título particular, que han entregado incluso formatos tan curiosos como películas de Súper 8 o formatos poco conocidos, como el 9 y medio.
“Gracias a estos fondos, hemos podido reconstruir y comprobar cómo hablaba la gente de Málaga en la segunda mitad del siglo XX. Veníamos trabajando con hipótesis sobre la evolución de las hablas malagueñas y ahora podremos constatarlo”, ya que en los archivos figuran tanto entrevistas con personalidades como testimonios de personas anónimas de la época, donde no solo importa lo que narran sino, sobre todo, el modo en que lo cuentan.
Dicho estudio de la UMA forma parte de un proyecto de investigación financiado por el Ministerio de Universidades del Gobierno de España, que a la vuelta de 4 años debe cristalizar en una memoria de resultados a partir de los materiales sonoros recogidos.