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(Sebastián Gámez Millán/ Fotografías de Pablo Rebollar)
Queridos amigos:
Nos reunimos esta noche aquí, en este puente, uno de los símbolos civiles de Cártama, y, en concreto, de la Estación, con el fin de inaugurarlo después de sus reciente restauración y reforma. Como es sabido, un puente pone a dialogar dos orillas, en este caso la orilla derecha y la orilla izquierda del río Guadalhorce, el río más grande de la provincia. Me reconforta pensar que este puente pone a dialogar a los ciudadanos de aquel lado, Cártama, y los ciudadanos de este, la Estación. No ignoro que la Estación, como otros núcleos diseminados de este pueblo, forma parte de Cártama. Pero más allá del gentilicio que nos corresponde por vivir en este espacio, entiendo que, como ondas concéntricas que brotan en el agua tras arrojar una piedra, somos al mismo tiempo malagueños, andaluces, españoles, europeos y, por encima de todo, ciudadanos del mundo.
De esta manera podremos aspirar a una mirada cosmopolita y universal, y no cosmopaleta, provinciana o nacionalista, posiciones que a menudo son excluyentes. Como si ser de Cártama o de la Estación o del Sexmo nos impidiera formar parte del espacio público y del tejido de instituciones y asociaciones que nos rodean y nos hacen ser lo que somos. Con frecuencia somos los seres humanos los que torpemente levantamos muros y fronteras que nos separan, marginan y discriminan. ¿O acaso alguien de ustedes ha escuchado a algún pececillo de ahí abajo distinguir entre los ciudadanos de izquierda y los de derecha?
Pero un puente, antes de poner a dialogar dos orillas, salva un abismo, el espacio que se abre entre ambas orillas, donde no era posible ni pisar ni estar ni mirar. Sin embargo, con la construcción del puente no sólo se pone a dialogar ambas orillas, sino que al mismo tiempo se crea un espacio desde el que pisar, estar y mirar. En este sentido la construcción de un puente es urbanismo y arquitectura, puesto que crea espacios que antes no existían.
Y a la vez que crea espacios que antes no existían, crea perspectivas desde las que nos asomamos al mundo. Sueño con una perspectiva cada vez más integradora dentro de nuestras irreductibles diferencias culturales y personales. Espero y deseo que este puente, además de símbolo civil de Cártama, siga siendo un espacio de tránsito y confluencia de vecinos, y que su nuevo color, más acorde con el entorno natural, sirva también para que solidariamente nosotros nos esforcemos en integrarnos y ayudemos a integrarse a los que vienen a vivir entre nosotros.