Charlas Conmigo Misma: «Cosas de la Vida»

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Esta mañana temprano, me despertó (como siempre) el mirlo de mi huerto, y como eran las seis de la mañana, casi me dieron ganas de salir y darle un cogotazo.

Pero pensé: “Pobrecillo, si él solo quiere deleitarme con su canto”; así que me di la vuelta y me dormí de nuevo. ¡Claro, Esperanza! Ya no tienes nada que hacer; ¿para qué madrugar? Cuando una llega a estas edades, solo nos queda hacer lo que más nos apetezca; por eso yo sigo tecleando mi ordenador y pongo en el blanco papel todo lo que se me ocurre.

La verdad es que ahora hay pocas cosas que valga la pena poner; así que echo mano de mi romanticismo, y viendo la luna llena que entra por mí ventana cada noche, me hace soñar con cosas hermosas.

Eso hace mi vida más llevadera y, mirando las estrellas que siempre la acompañan, el alma se me serena, y me sirve para que el día siguiente pueda cogerlo con más ganas.

Así es la vida, y doy gracias por poder vivirla y contarla.

LA LUNA

Esta noche está la luna,
rielando sobre la mar.
Y van dejando una estela
sus pasos al caminar.

Y el mar se siente halagado
de que riele por sus aguas,
y le regala sus olas,
sus olas de espumas blancas.

Al verla, las caracolas
se deslizan a la playa,
para bañarse en su luz,
y las conchas la acompañan.

Las sirenas no se pierden
el baño de  espuma blanca,
que este mar maravilloso
a su la luna le regala.

Qué bonita esta la luna
rielando en la espuma blanca.