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Todas las personas que me conocen de verdad, saben que yo jamás pisé un colegio. Y que fue mi padre el que me enseñó a leer y a amar la poesía y a respetarla (la escriba quien la escriba).
Yo suelo compartir mis humildes versos con quien me quiera leer y, el otro día, una amiga me comentó que alguien de su entorno había leído un poema mío y, qué casualidad!, encontró una falta de ortografía. ¡Qué pena me dio! Ni siquiera se fijó en lo que el verso expresaba, solo vio que faltaba una h.
Yo quiero decirte, querida lectora, que la poesía se lee con los ojos del alma, no con los de la cara. Así seguro que nunca verás ninguna falta de ortografía, pues tu corazón solo verá la belleza del poema.
También quiero decirte que no todo el mundo pudo ir a un colegio; en mis tiempos no había esos privilegios. Dichosa tú, que pudiste aprender todo lo que estaba a tu alcance.
No es reproche; es que me dio mucha tristeza de ver cómo juzgamos a las personas sin conocerlas.
Y, para muestra, un nuevo poema.
TU CUERPO
En las frías noches del helado invierno,
yo quiero tu cuerpo pegado a mi cuerpo.
Me gusta sentir ese palpitar de tu corazón.
Y como acarician tus manos mi espalda,
que me hacen vivir eterna pasión.
El calor humano que tú me regalas
es soplo de vida que me hace soñar,
con amores bellos y sitios lejanos,
que los dos unidos podamos gozar.
Yo quiero tenerte por siempre a mi lado,
en noches heladas, también de calor.
Si estas tú conmigo, ¿qué me importa el tiempo?
Solo necesito, que me ames, mi amor.