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Fernando Ortiz Martínez de Carnero, en Ottawa (Canadá)
Fernando Ortiz Martínez de Carnero es un biólogo andaluz que se licenció en la Facultad de Sevilla en 2009, hizo un máster en Virología en la Complutense hasta 2011 y a partir de 2012 empezó a trabajar en Canadá, primero en Toronto y en la actualidad en Ottawa, la capital del país, donde ejerce de jefe del laboratorio de Citometría de Flujo y Separación Celular en el Instituto de Investigación del Hospital General y es miembro del comité de calidad y estándares de la Sociedad Internacional de Citometría Clínica (ICCS). Terminó el máster en plena crisis económica y se convirtió en un talento exportado por Andalucía al norte de América.
A la pregunta de por qué se fue a Canadá, Fernando responde: “no había muchas oportunidades profesionales en el mercado, terminé las titulaciones en 2011, en un periodo de crisis económica para España. Me tuve que plantear seriamente buscar posibilidades en el extranjero. Me hablaron de Canadá y me desplacé para ver “in situ” las posibles salidas en mi área de conocimiento, allí me recomendó mi actual pareja que solicitara la visa de trabajadores especializados (skilled worker program) que ofrecía el gobierno de Canadá. Tras un año y medio de espera, la visa fue aceptada y decidí trasladarme. Encontrar trabajo en Toronto en el sector de la biotecnología/biomedicina no fue sencillo, al tener que empezar desde cero y no conocer a nadie en el sector. Por ejemplo, gran parte del esfuerzo inicial fue contactar y reunirse con personas relacionadas en el sector de ciencias de la salud y biotecnología en Toronto. Llegué a conocer a más de 100 personas del sector hasta que conseguí mi primera oportunidad como técnico de laboratorio en el Hospital for Sick Children (SickKids) de Toronto. Uno de los problemas más reconocidos por los profesionales de este sector es encontrar el primer trabajo; una vez dentro, es inevitable progresar si tienes iniciativa, sigues aprendiendo y formándote profesionalmente y continuas conociendo a otros colegas.”
Como jefe del laboratorio central de citometría de flujo y separación celular del Instituto de Investigación del Hospital General de Ottawa (OHRI, siglas en inglés), Fernando Ortiz experimenta con la separación de células para diferentes grupos de investigación, desde células madre de diferentes tipos de tejidos (músculo, cerebro, embriones, etc.) como investigación clínica en diferentes tipos de cáncer. Colabora con grupos muy relevantes en su campo de investigación, como el del doctor Michael Rudnicki, especializado en distrofia muscular.
Para Fernando no es fácil el retorno profesional a España o Andalucía; “He pensado en volver en algún momento a España, especialmente a Sevilla, donde siempre he vivido. Hace algunos años estudié la posibilidad del regreso, pero me encontré con ciertas trabas, como por ejemplo que mi posición actual de manager de laboratorio no existe o requiere un doctorado para poder equipararse. Conforme pasa el tiempo mi carrera profesional en Canadá ha mejorado considerablemente, con buenas perspectivas de futuro, también económicas y eso complica la vuelta.”
La biología hospitalaria, la rama a la que se dedica Fernando, no lo tiene fácil en España porque el Ministerio de Sanidad no se decide a reconocerla como profesión sanitaria, pese a la presión del Consejo General de Colegios de Biólogos y los colegios de las respectivas autonomías.
Su visión de la investigación en España desde la perspectiva canadiense es equilibrada y realista, “hay grupos excelentes en España. En Citometría, por ejemplo, se encuentra el Centro de Investigación de Cáncer de la Universidad de Salamanca, dirigido por el doctor Alberto Orfao. El doctor Orfao junto con el doctor J.J.M. van Dongen (con los que tuve la suerte de coincidir en un seminario en Toronto) son referencias mundiales de la citometría, especialmente en Europa. En Canadá recibimos más financiación que en España y existe una consolidada industria biotecnológica, sobre todo en las grandes ciudades de (Toronto, Vancouver y Montreal). En Toronto, particularmente, existen varios programas para emprendedores en el sector biotecnológico.”
Muchos de los compañeros de Fernando a los que realmente les interesaba la ciencia y estaban muy involucrados, siguieron sus mismos pasos y acabaron yéndose a otros países y consiguiendo buenos puestos en Alemania, Estados Unidos, Francia o Reino Unido. Los que se quedaron aquí se dedicaron a trabajos no relacionados con la ciencia y unos pocos terminaron en el análisis de alimentos o en biotecnología básica.
Fernando termina el encuentro en la red con el deseo de fortalecer las redes de contactos con colegas andaluces en otros países y por crear oportunidades en España para los que se fueron.