Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 17 segundos
Pocas veces, pensamos, pero si sufrimos los humanos, como el sufrimiento-angustia-pena se transmite de una persona a otra, también la alegría, de una generación a otra.
En las sociedades, en todas existen temas, que todo el mundo sufre, pero que están casi prohibidos o sancionados para el debate público. Cada generación, va sufriéndolos y transmitiéndolos, pero no se analizan-estudian-dialogan-hablan pero se sufren.
En la actualidad, generaciones actuales, los humanos han olvidado la taxonomía clásica, de los siete errores morales graves o, y, siete pecados capitales: ira-cólera, envidia, vanidad-soberbia, gula, avaricia-codicia, pereza-acidia, lujuria. En nuestro tiempo, no se habla de estas realidades psicológicas conductuales, realidades morales y éticas, y, realidades morales espirituales. Diríamos, tres niveles de ser-estar, de estos complejos psicológicos y morales y espirituales.
Al no enseñarse-hablarse-dialogarse, si éstas realidades existen, los humanos, no tienen la convicción-conciencia-concepción de que esas realidades o entes psicológicos sociales, son negativos, y, por consecuencia, el que sufra una de esas realidades, no tiene herramientas teóricas, pera curarse de uno de esos males.
En la moralidad de siglos, desde Casiano, al menos, siempre se planteaba, errores psicológicos morales y espirituales, capitales, de la palabra latina, capita o cabeza. Interpretación, que ha sido, de una enorme riqueza, para entender-comprender la realidad humana. Si alguien, cae en un error moral y psicológico y espiritual (pecado, en lenguaje religioso), de esa forma de ser y actuar. Ese error es cabeza, capita, de otros muchos. Es como una serpiente de multitud de cabezas, es un error moral y psicológico y espiritual, que es la fuente de muchos errores.
Si alguien cae en la ebriedad –o en la lujuria, avaricia, envidia, soberbia, cólera-ira, etc-, una manifestación de la gula, entre otras realidades psicológico morales, porque puede tener otros componentes añadidos, de otras realidades psicológicas morales, no solo ese individuo habrá tropezado con una realidad moral y psicológica grave, que le traerá a su misma persona, errores graves de mucho tipo, de salud física o biológica, de salud psicológica, de salud moral, de salud social, de salud económica, de… Pero también influirá en su propia familia, que ante el grave problema de ese miembro de la familia, ante esta realidad, pongamos el caso, es el progenitor, los descendientes directos, tomarán una postura u otra. Le causarán enormes males, que tendrán algunas de las dimensiones anteriores (psicológicas, morales, espirituales, económicas, sociales, educativas, etc.), pero que en parte de esos descendientes, ese error primero, de ese progenitor en la ebriedad, se heredarán, en alguno o en algunos, y, posiblemente, como nos diría Buda, la rueda del sufrimiento-angustia-pena seguirá dando vueltas, la rueda de los pecados capitales o errores morales graves, continuarán, aquello que se suele indicar: «el bisabuelo ebrio, el abuelo jugador de cartas, el padre con ataques de ira-cólera, el nieto en la lujuria, el biznieto…».
Si queremos-deseamos ser, lo más verdaderos-ciertos-aclaradores posibles de lo real, no se transmiten a los otros cercanos, todos los errores de los progenitores o progenitoras, también, sucede, que en algunas ramas, son capaces de superarlos, llevar esa carga como pueden, ser buenas personas, sin graves defectos. Porque aquí, estamos dialogando con los grandes errores morales, pero tendrán que realizar un esfuerzo muy consciente de todo y en ello. Hay miembros descendientes, que son capaces, porque se apartan de esas personas, porque son más conscientes, porque no quieren que se repita ese esquema de sufrimiento, por mil otras razones… son capaces de curarse, de no continuar con la rueda del sufrimiento-pena-angustia.
Durante siglos, en Occidente, esas actitudes-aptitudes, estaban considerados como errores morales graves o pecados capitales. La mayor parte de la población, sabían y conocían y reconocían que eran lo que eran. Unos, los combatían mejor o peor, pero al menos, existía un consenso general, de que tal realidad psicológico moral de comportamiento era negativa, perniciosa, mala en multitud de dimensiones y facetas. Y, cada persona, que lo sufría, y, sus familias, pues intentaban, que con los medios de su época, se fuesen curando esos individuos, o al menos, tuviesen la menor trascendencia.
Pero ha llegado, nuestra época, que ya multitud de colectivos, personas, grupos, individuos, ideologías pregonan-predican-proclaman, que esos errores no son errores, sino que son descendientes directos de la auténtica libertad, autonomía personal, de la propia identidad de cada perronas, de la libertad de conciencia, de expresión, de personalidad y, mil otras razones. Por lo cual, esas personas que sufren esas realidades psicológicas morales, conductuales y aptitudinales y actitudinales, no tienen herramientas para curarse a sí mismas, de rectificar a sí mismas. Salvo se llegue a extremos radicales, que ya es evidente, que esa forma de ser, cambia de formas de actuación y comportamiento, y, tienen consecuencias negativas afectivas, económicas, familiares, sociales, laborales, etc. Es decir, cuándo ya esa aptitud y actitud y hábito está demasiado incardinado en la persona. Cuándo ya, posiblemente, a la siguiente generación, se ha transmitido el mal, ese mal, de una manera o de otra. La rueda del sufrimiento continúa actuando… Se ha clavado el mal, en la psicológica profunda de otra generación de individuos.
Para terminar, durante siglos, esas realidades, se combatían solo con armas morales y espirituales, es decir, de la filosofía de la moralidad y de la concepción del pecado y pecado mortal y pecados capitales. Pero poco desde la psicología y desde la salud psicológica. Por lo cual, las curas eran limitadas. Hoy, en día, esas discordancia, se intentan curar, desde los sistema biomédicos y biopsicológicos, pero no desde la moralidad y la espiritualidad correcta. Es decir, en el pasado por desconocimiento se caía en unos errores, en la actualidad en otros. Opinamos, que estos graves males que el hombre sufre, deben, ser curados desde todas las dimensiones. Morales, psicológicos, biomédicos, espirítales, sociales, etc. En especial no llamemos bien al mal, mal al bien.
http://soliloquios.blogia.com © jmm caminero (06 febrero 2022 cr).
Fin artículo 2.886º: «La transmisión del sufrimiento».