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Somos conscientes que en parte lo que hacemos y podemos hacer, depende de la técnica-tecnología, y que ésta, irremediablemente va cambiando, nos va cambiando…
Tomamos como base, en este juego de ir hacia el presente, algo hacia el futuro, porque toda palabra, tiene vocación de futuro, pero también fijarnos en el pasado, para ello, sugerimos el artículo de José María Gironella Pous (1917-2003) que un artículo del ABC, del 09 de mayo de 1964, titulado Desagravio a las telefonistas, plasma la relación humana, entre el que llama por teléfono y la telefonista, indicando, claramente que todos han tenido algún desajuste-desafuero-disquisición con alguna telefonista.
Nos indica Gironella que los roces tenidos, alguna vez con las telefonistas no los hemos tenido con la camareras o las dependientas, porque con estas últimas, tratamos directamente, con, las telefonistas a distancia, no conocemos sus rostros, sus andares, sus sonrisas, sus maneras de ser, no entramos en relación directa. Podríamos indicar o añadir este aserto de comentarista-articulista-columnista, que escribe estas líneas.
Pero si nos fijamos bien, esta relación de distancia, que es lo que critica y analiza Gironella, es el problema de hoy, ya, ya supongo no hay telefonistas, no hay centrales telefónicas, dónde iban las personas a hablar por teléfono, cuándo una gran parte de la población no disponían de este servicio en sus casas. Pero indicábamos que esto es lo que nos sucede ahora, a muchos individuos, que el anonimato de la teleinformación y teleinformática y telecomunicación, es decir, las redes sociales, permiten ese silencio, y, todos percibimos-vemos-sentimos-oímos, que existen personas que traspasan el decoro mínimo personal, el decoro mínimo moral, el decoro mínimo que se le debe al otro sujeto.
Con la excusa de no tener la misma ideología o el simple rencor o inquina, no respetamos al otro. Pero ahora el otro o la otra, no son solo unas personas que trabajan de intermediarias, entre dos personas lejanas que quieren hablar entre sí, y, ponen la clavija adecuada, para que se produzca esa comunicación, como sucedía en el pasado, sino que ahora, pueden ser miles de millones de personas que se interrelacionan con otros miles de millones de personas o entidades colectivas o jurídicas o culturales o sociales de todo tipo, en el silencio-anonimato-invisibilidad de las redes sociales, al otro lado de otro mundo, incluso con seudónimos elípticos, tan malsonantes y poco poéticos como el bombilla, el dragón, la pulga –y, me quedo corto…-.
Gironella indicaba en el artículo, que visitó una central telefónica, y se percató, que las telefonistas, no tenían tiempo ni de tomar el café. Esperamos y esperemos que este cambio de mentalidad se vaya produciendo en la población. Hay personas que han buceado en las redes sociales, con todos los artilugios técnicos informáticos y matemáticos que son su esencia, que al final, las han dejado, porque existe la verborrea conceptual y adjetiva y substantiva, es decir, no se proporcionan, demasiadas veces, datos y argumentos y razones y teorías alternativas, sino simples insultos, cuándo no amenazas. Por lo cual, esto de momento, parece, que aunque se produzca en un uno por mil o diez mil de la población, no conozco la estadística, pongamos el caso esa cifra, entre tanta cantidad de viandantes por las redes, pues son ingentes los comentarios sin mesura…
En algunos periódicos digitales, se nota y se constata mucho esta realidad, cierto es que se van poniendo límites y redes y paredes y cortapisas, entre otras legales, entre otras de interpretación o de permiso de los editores. Pero indicaba que se nota mucho, en las secciones de artículos de opinión, a algunos títulos-artículos-opiniones sobre sociopolítica de nuestra sociedad, se llenan de avalancha de comentarios, no todos constructivos, no todos críticos con respeto, muchos claramente con insultos e inquina y rencor, es más, ya se han formado una decena de comentaristas a pie del artículo, que se critican entre ellos de forma rutinaria. Espectáculo triste, para los ojos y oídos y corazón como el mío, que pensó, que la reconciliación de esta sociedad-país, se había producido en el 1978, antes y después. Y, otros artículos que están publicados al lado de esas realidades, que comentamos, apenas nadie indica nada, columnas con razones y datos y, evitando falacias y sofismas. Pero esta es la realidad de este gran carrusel y plaza de toros y estadio ibérico –supongo que en otros viñares, sucederé algo semejante, debido al anonimato…-.
No creamos que la técnica-tecnología, dos conceptos, con diferencias en filosofía de la ciencia, que ahora no puedo explicar-explicitar-desarrollar, es una realidad neutral. En resumen habría que indicar, que nosotros, creamos la técnica y tecnología, pero ya realizada y construida, ésta nos lleva por determinados caminos de horizontes de futuro, e, incluso nos transforma a nosotros mismos, a nuestra psique, nuestras relaciones sociales, nuestra estructura política y económica y religiosa y espiritual, y, en todos los sentidos.
Inventamos el arco y la flecha, pero después éste nos cambia a nosotros. Inventamos todas las tecnologías de las informáticas, y ésta nos va cambiando a nosotros. Sin saber nadie, hacia dónde nos lleva. No podemos prever lo que existirá en el mundo en el año 2099. Cierto es que yo no estaré aquí en este platanar de patatas y garbanzos y alubias.
Recordemos una frase de Séneca, en relación al trabajo, porque al final, también estamos hablando de esto: «Ningún día es demasiado largo, para quién trabaja«. Comprendamos y entendamos que el trabajo de las telefonistas, ya inexistente, con los móviles que cada individuo lleva, es y ha sido necesario en su época, ha sido una fase en el desarrollo del mundo, y, que nos ha llevado hasta aquí. Valoremos el trabajo de los demás, porque al final, no conocemos «el pequeño corazón de la telefonista, de la camarera, de la tendera, de la oficinista, de la ejecutiva, de la médica, de la funcionaria, de la…». ¡Seamos humanos, seamos más humanos…!
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Fin artículo 2.893º: «Cambios tecnológicos».
