Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 51 segundos
Los catedráticos y catedráticas que tienen esencialmente tres funciones: enseñar al alumnado, investigar en sus materias, y, exponer algo de todo ello, a la sociedad y al pueblo, -a otros niveles de la enseñanza y educación y del profesorado-. En España, la cuarta función o finalidad, no sé si en otros países también, hay una proporción importante, que se dedican a la rex pública o a la vida pública, de formas directas o indirectas…
Sería bueno que valorásemos, específicamente, todo el papel que en la sociedad realiza cada profesión y oficio y vocación profesional. Quizás, tengamos un déficit congénito o ingénito o metido en nuestras neuronas, que todo o casi todo el mundo critica al oficio, en general, distinto al suyo: los electricistas critican a los panaderos, los panaderos a los abogados, los abogados a los sanitarios, los sanitarios a los políticos…
No cabe duda, no podemos negar, que en todos los oficios, profesiones, vocaciones, liberales o no liberales, existen deficiencias, unas, debido al propio saber, que no ha avanzado lo suficiente –cuánto echamos de menos que la ciencia económica tuviese más conocimientos, para evitarnos tantas crisis económicas, que al final, nos acarrean muchos sufrimientos-. Y, después, a las limitaciones de los individuos que las practican en general, y, la persona particular a la que has encontrado y te está dando un servicio particular: sea el pastelero, el auxiliar de farmacia, el empleado de tu sucursal de banca, sea el profesor de tu hijo, sea el presbítero de tu parroquia…
Umbral en su maestría de su prosa, en un artículo titulado Dos catedráticos, publicado en El Norte de Castilla, del 20 de octubre de 1976, nos habla que dos catedráticos que se exiliaron, o/y fueron expulsados de sus facultades, vuelven a sus cátedras: Tierno y Aranguren –no sé, si los jóvenes de hoy, han leído algo de ellos, no sé si han oído alguna entrevista a través de Internet, no sé si recuerdan sus rostros o sus nombres…-. Pero en tiempos, entre otras figuras fueron paradigmáticas, sin entrar en los vaivenes de la historia. Desconozco si de ambos se han publicado sus obras completas –cosa que debería hacerse-, no sé, si todavía están en el famoso «purgatorio de los escritores, pensadores, filósofos, artistas…», que se produce después de fallecer –después, por lo general, que casi todos han sido símbolos y faros a nivel cultural, de sus tiempos, o parte de ellos…-.
Hoy, lo he escrito algunas veces, hecho de menos, que cientos y miles de catedráticos, que son los que sustentan el saber, y, del resto de profesorado, que cada uno sabe y conoce de sus materias, más que el resto, más que el pueblo que somos nosotros. Estando en una situación tan compleja como es la realidad que estamos viviendo, hoy, que existen en nuestro país, al menos mil periódicos –sin contar otros medios de comunicación-. Periódicos digitales, la mayoría modestos.
Hoy, podrían darnos su saber y su sabiduría y sus conocimientos. Podrían publicar sus ideas y sus conceptos y sus conocimientos y sus datos y sus argumentos, a través de esos medios que hemos indicado. Y, en la mayoría de los casos, los equipos directivos, creo que no se negarían… Posiblemente, no les pagarían, nada más que con las gracias. Pero, necesitamos que los que saben de economía, política, historia, sociología, antropología y otra veintena de saberes, nos expresen su conocimiento. Y, su saber. Sería una ampliación y proyección de sus cátedras…
Durante décadas, existe un tema, que en los pasillos de todos los bares y tascas y cantinas alrededor de todas las universidades se habla y deshabla y rehabla, que es la selección del personal universitario, el profesorado futuro. En definitiva, si existen metodologías y sistemas de selección, lo más racional y eficiente y justa y equitativa de contratas la siguiente generación del profesorado. Unos, en los foros y plazas de toros de los alrededores de las facultades, unos, dicen que sí, y, otros, expresan que serían, claramente mejorables. Esa discusión y diálogo se continúa, de vez en cuando, en las salas del profesorado de los otros niveles de la enseñanza: secundaria, especialmente, no sé, si también en primaria… -tema que me temo que ya estaría en las diatribas y polémicas y diálogos desde la Salamanca medieval, y sus órdenes religiosas, por intentar entrar a los de sus cercanos, incluso, tenemos referencias de este problema en la Universidad de París, en tiempos de Tomás de Aquino, no sé, si es cierto aquello que le asaetearon hacia sus ventanas mientras daba clases…-.
No todos los juicios/críticas/análisis/comentarios/enunciados sobre este tema, se deben a envidias, vanaglorias, soberbias y conceptos semejantes. Sino que quizás, también existe, una necesidad, que «los sistemas de gestión de admisión al profesorado universitario», debería ser y, parece ser que es, una realidad que hay que evaluarla constantemente, porque del saber de ese nivel de la enseñanza es esencial, para que una sociedad, un país, multitud de entidades sociales, cientos de miles o millones de individuos desarrollen correctamente, cientos y miles de profesiones. Que un Estado sea pionero en el conjunto de los Estados. Y, que la investigación y el avance y el progreso de esa sociedad siga evolucionando… ¡Un enorme bien a la humanidad el saber que nos dispensan o inventan o descubren o diseñan o difunden…!
¡Pero mientras tanto, necesitaríamos que los cátedros/as y catedráticos/as que son los sabios y sabedores del conocimiento, entrarán con respeto y sosiego y razones y argumentos y datos, y, nos hablasen de mil realidades, que nosotros el pueblo apenas sabemos! ¡Que ellos escriban y redacten informes, artículos, columnas, ellos y ellas que son los que saben, y, nosotros, personas como yo, que solo somos meros opinadores, nuestras columnas estén al lado de las suyas, pero siempre sabiendo, que estamos en un segundo lugar del saber y conocer y entender y matizar y perfilar las ideas-datos-conocimientos-argumentos…!
¡Clamor que llevo haciendo ya tiempo, clamor que no llega a nadie o a casi nadie…! ¡Porque necesitamos saber y un saber profundo y esencial y ortodoxo y verdadero, y, eso lo tienen a raudales, están a grandes trozos en las universidades…! ¡Ellos no deben solo hablar en libros para ellos mismos, ni en congresos para ellos mismos, sino deben hablar en las ágoras y foros y plazas y plazuelas del pueblo, que nos diría el maestro Ortega, que ahora, son los medios de comunicación…! ¡Paz y bien y veracidad…!
http://articulosperiodisticosjmm.blogspot.com.es © jmm caminero (14 abril-03 mayo 23 cr).
Fin artículo 3.555º: «Umbral y cátedros/as y catedráticos/as».